domingo, 30 de octubre de 2022

CARTA A UN LECTOR CONTEMPLATIVO

“Esto es para ti, querido lector. Juntos haremos como aquéllos viejos monjes de la Alta Edad Media, de la Época Oscura, después de las invasiones bárbaras, que conservaron la cultura en medio del silencio de las noches monacales.”

Estamos con ganas de retomar el noble oficio de la pluma. Oficio que, como todos los oficios que implican cierta artesanía, se está perdiendo.

La cultura se hunde cada vez más. Se entierra de forma cada vez más profunda, y en la superficie queda solamente… lo pedestre, lo superficial. Es que la cultura requiere las profundidades y las honduras que solamente regalan el reposo, el silencio, la contemplación, la introspección. Mas nuestro mundo está enfermo, Internet mediante, smartphone mediante, tecnología mediante, de disipación, de ruido, de alboroto. No es en la disipación, no es en el ruido, no es en el alboroto que se encuentra la verdadera cultura, el verdadero culto, el verdadero Dios. “En medio del silencio de la noche, nació la Palabra”. En medio del silencio. No del Tik Tok, ni del Instagram, ni del Whatsapp.

No nos figuramos a un San Bruno o a un San Benito con celular. No nos los figuramos padeciendo ese torbellino de distracciones que –probado está por los especialistas- generan la misma adicción que las drogas duras. Por fuera está de la voluntad de los particulares el dominio de esos aparatos, como por fuera queda el dominio de las drogas: son adictivas y malas per se.

La escritura, decíamos. La escritura requiere un tiempo. Reposo. Silencio. Bienes hoy escasísimos fruto de la vorágine que mentábamos. Y también precisa lectores. Lectores con tiempo. Reposados. En silencio: casi no los hay. Nosotros, no obstante, nos dirigiremos a los pocos que haya; no abdicaremos de nuestro noble oficio de escritor.

Entonces, esto es para ti, querido lector. Juntos haremos como aquéllos viejos monjes de la Alta Edad Media, de la Época Oscura, después de las invasiones bárbaras, que conservaron la cultura en medio del silencio de las noches monacales. Contemplando. En Silencio. Sin celulares.

BRUNO ACOSTA