Fuente: “El Manifiesto”
Por SERTORIO
El 6 de mayo de este año se celebrará la coronación del rey Carlos III de Inglaterra; esta ceremonia tiene un especial interés porque puede que sea la última ocasión que tengan los europeos nativos de “asistir” a la unción de un monarca, aunque esta parte del ritual se hace a puerta cerrada: es un misterio. Por desgracia, ya corren rumores de que se va a atender a la diversidad religiosa y a los prejuicios iconoclastas de la opinión pública, pero no parece que, de momento, se aniquile el núcleo esencial de esta costumbre inglesa: la imposición de los santos óleos al rey. Tal y como involucionan nuestras sociedades, que a golpe de nuevos derechos se precipitan en la más sórdida y subhumana barbarie, es posible que nunca se repita lo que por mayo acontecerá en Londres. Quizás tras el reinado de Carlos III, que no se antoja largo, venga algo mucho peor que una república: que la futura monarquía del príncipe Guillermo y de la muy bella Kate Middleton se adapte a los cambios sociales y abandone su tradición milenaria para no agraviar a los miles de parásitos de toda índole y matiz que viven (a cargo del contribuyente, of course) de sentirse ofendidos. En una Inglaterra que está dejando de ser inglesa, ¿qué sentido tiene la monarquía, un resto de un pasado que en las escuelas les enseñan a los niños que fue abominable, racista, imperialista, machista y, sobre todo, elitista? ¿Cómo van a valorar los nuevos ingleses una tradición que odian y desprecian, que no es la suya?