lunes, 19 de febrero de 2024

CINCO VIEJITAS Y TRES VIEJITOS

Por BRUNO ACOSTA

El sábado a la tarde disfrutábamos de un ameno paseo familiar. Estábamos caminando por un histórico barrio montevideano de casonas antiguas, calles angostas, tupidos árboles y pájaros canores. De repente, nos topamos con una hermosa iglesia de estilo neogótico, que para mí mucho representa, pues allí se casaron mis padres. Las puertas estaban abiertas, y decidimos entrar.

Eran las seis de la tarde. Divisamos cerca de la “mesa” que hace las veces de altar unas ocho cabecitas, y asumimos que estaba por comenzar la “cena en memoria” que hace las veces de Misa desde 1969. Efectivamente, así era, según pudimos comprobar en un cartel. Seguidamente, y para no formar parte de la profanación, nos retiramos.

martes, 13 de febrero de 2024

CUENTO "CAMINO"

Hoy estuve charlando con un buen amigo sobre la degradación moral de la mujer. Entre otras cosas, ésta se manifiesta -comentábamos- en la promiscuidad y en el mal vestir. Algo de eso hay en este cuentito mío hasta ahora inédito, denominado “Camino”, y que paso a publicar.

Hay algo también -peor expresado- de aquél precioso vals “Muchachita Porteña”: la caminata por un bello e icónico lugar (en la canción, de Buenos Aires; en el cuento, de Montevideo); el desdén de una mujer, que en el vals es valiosa, coqueta, casta, y en el cuento lo contrario. Cuantas “muchachitas porteñas” hacen falta ahora, que suplanten a las malhadadas y múltiples “Matildes”.

Espero que le encuentren algo de valor a mi cuentito, y que disfruten la melodía hermosa y el vozarrón viril de Héctor Mauré interpretando el tema de marras. ¡Bendiciones!

BRUNO ACOSTA

martes, 6 de febrero de 2024

MILEI, EL LLORÓN

Es gracioso Javier Gerardo; o, al menos, nos dio gracia su ampuloso gesto ante el muro de los circuncisos, ese al cual van a rendir tributo los goyim. Y reímos por no llorar, que conste.

Javier Gerardo, el llorón, como aquél tema de Francisco Canaro. “Yo pa’ llorar soy un artista […] a veces llora el que más liga”, habrá pensado. Pero no recordó aquellos versos de Gardel: “¡Fuerza canejo!, sufra y no llore. Que un hombre macho no debe llorar”.