Es gracioso Javier Gerardo; o, al menos, nos dio gracia su ampuloso gesto ante el muro de los circuncisos, ese al cual van a rendir tributo los goyim. Y reímos por no llorar, que conste.
Javier Gerardo, el llorón, como aquél tema de Francisco Canaro. “Yo pa’ llorar soy un artista […] a veces llora el que más liga”, habrá pensado. Pero no recordó aquellos versos de Gardel: “¡Fuerza canejo!, sufra y no llore. Que un hombre macho no debe llorar”.
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