Es el muchacho tras el que se agolpan algunos
católicos argentinos, proverbial y secularmente confundidos. El muchacho de los
“cuernitos”.
Inequívoco el gesto al momento del acto de depositar
el papelito en la urna –cuyo más noble destino, diría José Antonio, es el ser
rotas- El gesto de los “cuernitos”.
Es clara –consciente o no- la alusión al demonio. Es
patente. Es cristalina. Fruto de la espontaneidad o no, refleja
transparentemente que este sujeto no es, precisamente, un adalid de las huestes
celestiales. Ni un “mal menor”, sino un mal redondeado.
El muchacho de los “cuernitos”. Si hacía falta una
última prueba –grotesca prueba, gráfica prueba- de la confusión de los
católicos y de la diabólica ascendencia de Milei, es esta.
La foto da vueltas al mundo: el muchacho de los “cuernitos”.
Y el de algunos católicos, hueros de doctrina y, sobre todo, de sentido común.
BRUNO ACOSTA