Por BRUNO ACOSTA
En estos días de octubre se cumple un nuevo aniversario del Descubrimiento y la Conquista de América. Descubrimiento de algo que estaba, justamente, cubierto a los ojos de las naciones avanzadas del mundo; conquista para la civilización de aquellos pueblos –los indígenas- que estaban presos de la barbarie.
El 12 de octubre de 1492 la Historia Universal cambió
para siempre; gracias al arrojo de aquél caballero que fue Cristóbal Colón, y a
la sabiduría de aquéllos monarcas excepcionales que fueron Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón. Gracias, España, te digo por primera vez; gracias por esa
aventura que nos permitió ver la lumbre.
Puesto que aquí –lo repetimos- instalada estaba la
barbarie. Los dos pueblos con un grado mayor de progreso –los aztecas y los
incas- no dejaban de ser salvajes tiranos; el primero, practicando,
verbigracia, los sacrificios humanos; el segundo, la antropofagia. Ambos
esclavizando a las tribus menores circundantes. Es así como éstas, al arribar
los españoles a América, viéronlos como sus salvadores. Es significativa a ese
respecto la figura de Hernán Cortés.
Culminada la conquista, España se estableció aquí con
un amor de madre: fundacional, educativo, cultural, religioso. Así como una
madre enseña a su hijo, en el albor de su vida, las primeras oraciones –madres,
¡ay!, que ya casi no quedan- así los primeros frailes y religiosos que llegaron
enseñaron los rudimentos del catecismo a los indios, con paciencia inmensa.
Aparecieron las primeras catedrales, incluso las primeras universidades.
Apareció la cultura. ¡Gracias, España, por segunda vez!
Fueron tres siglos de pax hispánica. Las sabias instituciones peninsulares fueron exportadas
a América; por ejemplo, el Cabildo. Ignorando a Montesquieu, éste tenía
funciones ejecutivas y judiciales, llevándolas a cabo a la perfección. Los
integraban los mejores hombres de cada ciudad, no la podredumbre de la misma,
como estila –lamentablemente- la democracia actual.
En lo que respecta al Río de la Plata, le debemos a la
Madre Patria nuestra riqueza secular: la ganadería. Un hombre inmenso, cual fue
Hernando Arias de Saavedra –Hernandarias-,
gobernador del Paraguay, tuvo la genial idea de introducir el ganado en estas nuestras
tierras. Y gracias a él penetramos en el concierto económico mundial.
Gracias España, por tercera y última vez. Gracias por
darnos el Ser. ¡Arriba España!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario