sábado, 25 de enero de 2020

UN ATISBO DE ORDEN

ANTE EL GESTO DE MANINI

Mesa redonda, horizontalistas termos y mates -¡y muy populistas!-; mangas de camisa lights y veraniegas. ¿Acaso sentábanse a ella, muy igualitariamente, los personajes más encumbrados de la res pública oriental? ¿O, era, tan solo, una pedestre reunión entre pelagatos?

Lamentablemente, no lo era. Describimos la democrática entrevista entre un futuro Ministro, un futuro Senador, dos primerísimos personajes de la partidocracia uruguaya y, entre ellos -ni más ni menos, termo y mate en mano-, el electo Presidente de la República y su empoderada Vicepresidente.

Tal, el clima ordinario de la purulenta partidocracia uruguaya; tal, la atmósfera decadente, crepuscular, de la civilización cristiana. ¿Qué ha de reemplazarla? Por lo visto, nada bueno.

El único que desentonaba era el electo Senador. Vestuario acorde, semblante atento; mirada penetrante. Horas después, para su gloria, habría de tomar una decisión muy fascista -¡para nada democrática!-: autoproclamarse (¡sí, autoproclamarse!) candidato a la Intendencia de Montevideo. Y, por si fuera poco, aclaró: siempre que fuera el ÚNICO candidato.

Estamos hablando del General Guido Manini Ríos.

En este punto, se impone aclarar: rechazamos de plano muchísimas actitudes del General Manini. Muchas lo vuelven inaceptable. No nos convence, globalmente, su figura. Desde coqueteos con la judería, hasta abiertas manifestaciones pro democráticas y republicanas, el General padece, tristemente, el síndrome del yorugua.

Mas, accesoriamente, de tanto en cuanto, tiene estos preciosos gestos; de un hombre que no pretende, cobardemente, diluir responsabilidades, sino tomarlas todas con él, en pos del bien común.

Sigan, pues, los corifeos democráticos hablando de consensos y de diálogos, escondiéndose pusilánimemente entre bambalinas, y vociferando con el pueblo al cual no vacilan en desvertebrar; sigan los parásitos, las mediocridades engreídas, acomodándose en sus sinecuras: de cuando en cuando –porque para eso está la Política, y no para decadentes democracias- aparecerá un jefe que se hará, por mérito propio, con el gobierno, en pos del bien común. No decimos que ese personaje vaya a ser Manini; pero sí decimos y nos congratulamos por ello, de que, detrás de estas señas, confusamente se manifieste el Orden Natural.

No en balde el Partido Colorado -¿por algo se llamará “colorado”, verdad?- ante el gesto del General, no tardó en reaccionar –escandalizados sus siniestros personajes-, postulando a la Intendencia a su primera figura, la cual por razones de higiene no nos detendremos en describir, siquiera mencionar.


1 comentario:

  1. Jajaja! Muy bueno. Por razones de higiene, jajaja!! Pobre enano desubicado. Se creyó que podía llegar al Salón Oval.

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