Por “NACIONALISTA EN LUCHA”
Identidad
La tradición es la memoria de los pueblos y siendo la memoria definida como la capacidad de almacenar, codificar y recuperar información, es evidente que la salud de un pueblo se puede evaluar en su memoria colectiva, sus tradiciones y ritos. Esta redacción es una expresión de la conmemoración de los héroes que nos precedieron en el camino recorrido por nuestro mundo y nuestro pueblo, aquellos que lideraron los destinos de la Nación Oriental tras la Revolución de Marzo, conduciéndola a su época de mayor esplendor hasta el presente.
Muchas veces las grandes crisis y tragedias de la
existencia son la fuente de donde surgen las mayores revelaciones y despertares
de la consciencia; estos momentos de presión suelen ser como el calor abrazador
que separa la escoria del hierro, o la presión para forjar una roca en un
divino diamante cristalizando los átomos del carbono. Es racional que nuestro
pueblo tuviera su época de mayor gloria recordada tras la peor crisis de su
historia, con la disolución de la moral, las buenas costumbres, la decencia y
la honestidad, cuando todo parecía corroerse por la entropía, tal como
manifestó el Dr. Gabriel Terra en su histórico discurso declarando la
independencia económica de Uruguay el 18 de mayo de 1937: “En lo social y en lo
moral, presenciábamos el debilitamiento del culto a la patria y a la
organización tradicional de la familia, socavadas ambas instituciones por la
propaganda descabellada de dogmas contrarios a nuestras hermosas tradiciones,
de las cuales obtuvimos en el pasado fuerzas suficientes para sobreponernos a
todas las vicisitudes. La clase obrera se mostraba decepcionada y entristecida
por una política de múltiples y falaces promesas, expuestas sistemáticamente en
vísperas electorales y desechadas permanentemente después de alcanzado el
poder. Nada permanecía firme o lozano en medio de aquel vendaval desatado. Todo
vacilaba y amenazaba descomposición, como si el Destino hubiera querido medir
nuestra capacidad de sufrimiento y de reacción. Mientras que en la actualidad (como
bien lo ha dicho un historiador de la Revolución de Marzo) y en tanto su obra
culmina y resplandece como si nos halláramos en una altura desde donde se
dominan los paisajes, la visión se extasía en este contraluz del pasado
inmediato y del grandioso presente. Es como si, salvados de un naufragio por un
azar de Dios, contempláramos a un tiempo el oleaje sombrío de la tragedia y el
mar sereno de la bonanza”.
Revolución del 33
Gabriel Terra vislumbra la revolución del 33 como
un punto de inflexión, una luz de redención. Al evocar el “grandioso presente”
que emerge tras la tormenta, su discurso se eleva hacia una visión de
renacimiento; aquí radica la belleza de su mensaje: la crisis no es solo un
fin, sino un umbral. El pueblo oriental, según esta visión, no solo sobrevivió,
sino que se transformó, alcanzando una altura desde la cual el pasado caótico y
el presente esperanzador se funden en un paisaje de contrastes sublimes. Esta
dinámica, la de la destrucción que precede a la creación, no es exclusiva de
Uruguay ni de aquel momento histórico. Es una constante humana, un patrón que
se repite en civilizaciones y culturas a lo largo del tiempo. Pienso en cómo
otros pueblos, enfrentados a sus propios vendavales, han encontrado en la
adversidad la fuerza para redefinirse. Aquellos momentos en que Kundry besa a
Parsifal, y este siente el dolor del mundo corrupto quemándole el pecho; ese
dolor que quema al mundo, esa soledad, esa angustia y desesperación sin salida.
Es el dolor del Rey Amfortas, pero ahí tiene la revelación: no le tengas miedo
a nada. Ve por la Lanza del Destino, tu destino, y cierra las heridas,
devolviendo bien por mal y conjurando así al demiurgo Klingsor, destruyendo su
reino. Son esos abismos tan profundos que solo queda ascender. Así que es justo
repasar aquellos momentos dramáticos y catárticos de nuestro pueblo.
Caos económico, financiero y social previo a la
Revolución
Para finales de 1932 existía desgobierno y
parálisis política; el sistema del Colegiado, un modelo de liderazgo compartido
con nueve integrantes, cuasi-bolchevique e ineficiente, una especie de
politburó, se había convertido en un obstáculo para la acción efectiva. Aunque
sus miembros eran individuos respetables, su incapacidad para coordinarse
generó un Ejecutivo débil, atrapado en disputas internas y carente de dirección
clara. Esta estructura resultó incapaz de enfrentar los desafíos críticos,
dejando al país vulnerable a tensiones que rozaban el borde de una guerra
civil. Las arcas públicas estaban prácticamente vacías, con apenas 300.000
pesos disponibles frente a un déficit acumulado que superaba los 70 millones de
pesos. La deuda flotante alcanzaba los 60.000.000, abarcando compromisos del
gobierno central, municipios y organismos autónomos. Instituciones clave como
el Banco Hipotecario estaban al borde del colapso, con sus bonos depreciados al
76%, mientras que las cajas de jubilaciones, esenciales para 200.000 familias,
enfrentaban una quiebra inminente, dejando tres meses de pensiones sin pagar.
La economía en ruinas se reflejaba en un desempleo masivo, con 50.000 personas
sin trabajo, situación que alimentaba la desesperación y el clamor por
soluciones. La clase trabajadora, desengañada por promesas electorales
incumplidas, veía cómo sus esperanzas se desvanecían tras cada ciclo político,
erosionando la confianza en las instituciones. Las exportaciones, vitales para
la prosperidad del país, se habían reducido a la mitad en comparación con
tiempos normales, acumulando créditos congelados por más de 50 millones de
pesos. La moneda sufría una devaluación severa, comparable a los peores
momentos históricos, sin políticas efectivas para contrarrestarla. Los sectores
ganadero y agrícola, motores tradicionales de la riqueza, languidecían con
precios bajos y un pesimismo que impregnaba el espíritu colectivo. En síntesis,
Uruguay estaba sumido en un torbellino de desorden, pobreza y desencanto, al
borde de un abismo que parecía inevitable. Existieron levantamientos armados y
el país estaba al borde de una nueva guerra civil que habría provocado un gran
derramamiento de sangre.
La insólita crisis democrática
Antes de 1933, Uruguay enfrentaba una crisis
severa, con el sistema colegiado incapaz de actuar eficazmente. La Constitución
de 1918, aprobada con poca participación (38,20% del electorado en las
elecciones de 1917), carecía de apoyo popular. El del 25 de noviembre de 1917 para
convocar la asamblea constituyente tuvo un “sí” de 80.234 votos contra 56.274
“no” en un electorado de 233.850 ciudadanos. Además, la Constitución de 1918
establecía un proceso complejo para reformas, requiriendo más de dos tercios de
aprobación en ambas cámaras y el Consejo, y un plebiscito solo después de tres
elecciones, lo que permitía a una minoría bloquear cambios. Esto explica por
qué el pedido de plebiscito en 1931 fue rechazado, retrasando posibles reformas
hasta 1935, algo inviable dado el colapso económico y social, incluyendo 200.000
jubilados sin servicios en 1933. La injusticia llevó a la Revolución de Marzo
de 1933, disolviendo el colegiado. En 1934, un plebiscito aprobó la nueva
constitución con 56,34% del electorado (422.865 votos), un respaldo ampliamente
mayor que el de 1918, reflejando el deseo de cambio. En un discurso radial del
14 de febrero de 1933, Gabriel Terra advirtió: "Estamos al borde de la
Guerra Civil, las noticias que poseo y que me merecen absoluta fe, así lo
establecen de manera innegable". Pidió unidad, diciendo: "Yo pido, yo
ruego como hombre y como gobernante, a aquellos que puedan influir en el
mantenimiento de la paz, que hagan de cuanto de sí puedan dar, para que la
República no entre en horas de luto y de dolor, de sangre y desprestigio".
Movimiento de Marzo
El Movimiento de Marzo de Terra recibió amplio
respaldo, con 150.000 firmas espontáneas registradas en dos álbumes,
provenientes de cooperativas, sociedades, industriales, ganaderos, agricultores
y personalidades como Pedro Figari, Eugenio Garzón, Pedro Cosio. Durante su
visita a Montevideo, Hipólito Yrigoyen, líder del radicalismo argentino y amigo
personal de Terra, expresó: "Terra no pudo hacer, en las horas difíciles,
otra cosa que lo que hizo, dada la gravedad y las características del conflicto
que hizo crisis en el momento de la Revolución de Marzo". Este apoyo
reflejaba el descontento general, con sectores políticos y sociales temiendo
una revolución armada similar a las de Francia, Estados Unidos o Rusia. Terra,
que en 1903 se alistó en el Batallón 4.° de Guardias Nacionales Voluntarias y
vivió los horrores de la guerra civil, estaba decidido a evitar otro conflicto,
diciendo que solo traería "muerte y caos que destruiría el país".
Ante el rechazo ciego del plebiscito por parte de las oligarquías políticas,
Terra enfrentó dos opciones: una guerra civil sangrienta, que empobrecería más
al país, o un golpe de Estado para imponer reformas. El 17 de diciembre de
1932, en Minas, ante miles de personas, criticó al colegiado: “El país ha
perdido la mitad de su fortuna y el pueblo no cree en la eficacia de su
gobierno. Para mí, lo que nunca podrá permitirse, es que una minoría
confabulada den por suelo con la voluntad popular”. Propuso reformas como
repartir tierras a quienes las trabajaran, una idea poco destacada por
historiadores. La situación era crítica, con anarquistas y comunistas
realizando atentados y amenazando insurrecciones. Según Luigi Federzoni, en un informe
geopolítico de 1938, la Revolución de Marzo “había salvado a toda América del
Sur de la bolchevización”, evitando que Uruguay se convirtiera en un “segundo
México” para la expansión comunista. La revolución, sin derramamiento de
sangre, disolvió el colegiado, llevando a un plebiscito en abril de 1934 que
aprobó una nueva constitución con la gran mayoría de pueblo (422.865 votos), un
respaldo inmensamente mayor que el de 1918. Post-revolución, los partidos
socialistas y comunistas no superaron el 2% de votos hasta 1960, reflejando la
estabilización política. Mejorando además el salario real, según el Instituto
Nacional de Economía, pasó de 98.3 en 1930 (antes de la crisis) a 102.1 en
1938.
Gabriel Terra dijo sobre su programa de gobierno:
"El odio de clases como factor de lucha generando la anarquía y la
violencia, ha producido en estos últimos años el régimen de terror, y millones
de muertes por el hambre y la peste, y se ha revelado impotente para resolver
los problemas sociales agraviados por el advenimiento de la gran industria, con
su cortejo de los ejércitos de asalariados y los funestos desequilibrios entre
la producción y la usura, que son las causas verdaderas de la catástrofe en el viejo
continente". La amplia mayoría del pueblo, de todos los sectores políticos
y clases sociales, reclamaban el fin de la oligarquía política que condenaba al
país al fracaso y a la inseguridad en todas las áreas, sobre todo aquellos que
mientras más trabajaban más pobres se volvían, fue entonces que miles de
trabajadores rurales se unieron en la Marcha sobre Montevideo para ponerle fin
a los caprichos de una minoría parasitaria y soberbia, eliminándola de forma
tal que la Nación Oriental pudiera ser libre de sus cadenas, entonces para que
la Patria no muriera, nació la Revolución de Marzo, donde el pueblo dijo basta
y conquistó su destino.
Gobierno de Marzo: primer mes en Montevideo
En solo 1 mes de gobierno Gabriel Terra hizo más
que todos en 90 años postreros. El 31 de marzo de 1933 los jubilados no
cobraban desde hacía 3 meses, la Caja de Jubilaciones había quebrado, había
escasez de medicamentos, los funcionarios de la salud no cobraban sus sueldos y
los hospitales estaban a punto de cerrar; el BROU y el Banco Hipotecario ya
estaban al borde de la quiebra, la economía pública soportaba una disminución
del 50% de las exportaciones de épocas de normalidad; las cotizaciones de las
industrias básicas: la ganadería y la agricultura habían descendido al más bajo
nivel de la historia nacional; créditos congelados en el comercio exterior que
ascendían a más de cincuenta millones de pesos que no podían pagarse porque no
se disponía de divisas y por estar casi exhaustos los recursos del Banco de la
República; la aguda desvalorización de la moneda; cincuenta mil desocupados
clamando por la adopción de medidas de solidaridad social. Sumándose a este
desastre económico, financiero y social, existía el desorden administrativo tan
desastroso que nunca fue igualado en su caos y que además se oponía a consultar
un plebiscito. Pero en apenas 30 días del Movimiento de Marzo el cambio fue
radical, economizando la gestión en 1 mes se cubrió gran parte del déficit de
la Sanidad Pública y se cubrió totalmente el déficit de las pensiones, se
decretaron varias leyes a favor del contribuyente, de deudores acosados por la
usura y a favor de los propietarios, arrendatarios y trabajadores rurales. Por
decreto del Ministerio de Obras Públicas, se designó una comisión compuesta por
ingenieros nacionales con el cometido de complementar los estudios para la
realización del plan definitivo de la Obra de Electrificación del Río Negro,
votándose los recursos necesarios a tal efecto. Este proyecto, iniciativa de
Terra siendo Consejero Nacional que estaba destinado a transformar el porvenir
económico e industrial de la República, hacía dos años que estaba detenido en
la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados. Se dictaron por el
Ministerio otros decretos relacionados con el Aeropuerto del Cerro, iluminación
y balizamiento de costas, creación de la Rambla Sur de Montevideo, un
monumental proyecto de carreteras y ferrocarriles. Se inició el estudio
científico de todos los problemas sociales, creándose al efecto un organismo
técnico: el Consejo Superior del Trabajo, reemplazando a la Oficina del Trabajo
creada también por Terra en 1907 y cortó así el incalificable abuso, al que se
había llegado durante el régimen anterior, en cuanto al usufructo de beneficios
particulares, es decir, se decretó la abolición del pacto de 1931, llamado
"pacto del chinchulín" que vinculaba la distribución del trabajo
según la afiliación política de los empleados y obreros, encomendándose al
Ministerio respectivo desarrollar el Estatuto del Funcionario. Se creó una
Comisión Nacional para administrar ayuda a los desocupados y se dispuso que en
los campos de más de 3.000 hectáreas los propietarios deberán dedicar tierras a
la labranza, de esta forma crear más puestos de trabajo, aumentar la producción
de alimentos y reducir su costo. En materia internacional se ratificó el
Tratado con España que permitió la exportación de carnes a ese mercado y las 28
Convenciones del Trabajo propiciadas por la Liga de las Naciones, que durante
muchos años habían estado detenidas por la Cámara de Diputados. Asumidas como
medidas generales de previsión se dispuso que la Intendencia Municipal de la
Capital hiciera entrar en vigencia de inmediato la ordenanza sobre
pasteurización de la leche destinada al consumo de la población; se suprimieron
dieciséis feriados y se desarrolló la licencia anual obligatoria para los
empleados del comercio y de las oficinas de propiedad privada. Se resolvió
fomentar la cultura industrial encomendándose al Dr. José F. Arias para que
formulara un plan completo de organización en la enseñanza industrial, semilla
que dos años después dio origen a la Facultad de Ingeniería, entre otras
instituciones. Todo esto simplemente en el primer mes de gobierno. Y en ese
mes, se creó el Gobierno Departamental de Montevideo y este creó los
departamentos de Hacienda, Obras y Tránsito Público, Salubridad y Limpieza.
Centralizándose las oficinas y servicios municipales, de modo de hacerlos más
efectivos y dinámicos. Durante la gestión del primer Intendente de Montevideo,
Alberto Dagnino, fue durante la que más obras se hicieron en Montevideo, al
punto que son casi innumerables, avenidas, grandes espacios verdes, edificios,
ramblas, y construcciones como el inicio del Palacio Municipal y su avenida, el
enorme Hospital de Clínicas y el Mercado Modelo, entre muchas grandes obras
importantes para la ciudad. Estableció ferias francas, es decir, sin impuestos,
para la venta de los artículos de primera necesidad y suspendió las ordenanzas
burocráticas que limitaban la edificación, lo que aumentó el trabajo en los
gremios de la construcción. También se realizó la pavimentación por primera vez
en Uruguay y en tiempo récord con 257 cuadras empezando por las calles Colón y
Mitre hacia la plaza Ramírez. En cuanto a la actitud del nuevo gobierno frente
al principio de la autonomía universitaria y de los fueros del Poder Judicial,
se decretó el principio de no intervención de la política en la Universidad,
respetando totalmente su autonomía, y mantener en todo su vigor la
intangibilidad de los fueros del Poder Judicial. La reforma administrativa
emprendida por la reforma municipal de Montevideo permitió realizar en el
Presupuesto un superávit de 1.089.284 pesos y 26 centavos, con relación al
Presupuesto anterior, sin que los servicios se vieran afectados en lo más
mínimo, sino que, por el contrario, fueron facilitados y ampliados en favor de
la población. A partir de esa reorganización administrativa se inició una
extraordinaria obra urbanística: apertura de la Rambla Wilson, entre las calles
Miguel Barreiro y Avenida Larrañaga; culminación de la Rambla Sur, obra
inmensa, proyectada hacía muchos años, y que había quedado paralizada; apertura
del nuevo tramo de la Avenida Agraciada, desde 18 de Julio hasta Valparaíso
realizada en tiempo récord; apertura del Bulevar Artigas en su zona norte,
hasta más allá de la Avenida Garibaldi; embellecimiento del Parque Rodó y el
Parque Capurro, nuevos parques y piscinas como las Piscinas de Trouville en
1936. Si no fuera que existen otras obras de importancia, las ya nombradas
hablan elocuentemente de la gestión cumplida por el entonces Intendente, don
Alberto R. Dagnino, jamás igualada por ninguna otra administración comunal. En
los primeros días de junio de 1933 se desbarató un plan terrorista que tramaban
conjuntamente anarquistas extranjeros y políticos de la oposición para colocar
bombas en un discurso público de Gabriel Terra, el cual de llevarse a cabo
podría haber cobrado decenas o cientos de vidas inocentes. La reacción del país
al ser divulgado el criminal intento de obstaculizar la reconstrucción nacional
emprendida por el nuevo gobierno fue un unánime gesto de indignación y de
repulsa. En el manifiesto al país la noticia antes del comicio del 25 de junio,
Terra afirmó: “que la revolución había llegado a tiempo, todavía, para salvar
al Uruguay”. En apenas un mes, Terra logró estabilizar una economía al borde
del colapso, restablecer la confianza pública y sentar las bases para una
modernización sin precedentes. Sin embargo, este proceso no estuvo exento de
momentos dramáticos, como el suicidio de Baltasar Brum, un episodio que ha sido
objeto de controversia y manipulación política. A continuación, exploraremos
cómo la Revolución de Marzo, liderada por Terra, transformó a Uruguay,
analizando tanto sus logros como las sombras que la acompañaron.
El Suicidio de Baltasar Brum: Tragedia personal, no
política
El único incidente violento registrado el día del
golpe fue el suicidio del Dr. Baltasar Brum, expresidente y figura icónica del
batllismo. A las 10 de la mañana del 31 de marzo, dos policías llegaron a su
domicilio en Montevideo para arrestarlo, como parte de las medidas iniciales
contra opositores destacados. Brum, de 49 años, los recibió con disparos,
armado con un revólver en cada mano, y se atrincheró en la puerta de su casa.
Las autoridades, conscientes de su prestigio y deseosas de evitar un enfrentamiento,
se retiraron a media cuadra, adoptando una postura de espera. Testigos
cercanos, incluidos amigos y exmiembros del Consejo Nacional de Administración
como Pedragosa Sierra y Fusco, describieron a Brum en un estado de evidente
agitación. El Dr. Ghigliani, un psiquiatra de renombre, fue convocado y
solicitó al Ministro del Interior, Alberto Demicheli, que retirara las fuerzas
para facilitar una intervención pacífica. Sin embargo, Brum, en un gesto de
desconfianza paranoica, calificó de "traidores" a quienes intentaban
ayudarlo. Almorzó en la puerta de su casa, un acto que demostraba su convicción
de que no sería atacado, pero también su desconexión de la realidad. El
gobierno ofreció una salida: asilo en la Legación de España y traslado a Buenos
Aires. Tras negociaciones con su sobrino político, el Dr. Conrado Hughes, su
hermano Asdrúbal Delgado y otros allegados, Brum aceptó a regañadientes. Sin
embargo, cuando Hughes salió a buscar al ministro español, Díez Canedo, se oyó
una detonación. Brum había dejado una pistola sobre una silla, corrió al borde
de la acera y se disparó en el pecho frente a testigos atónitos. Murió
instantáneamente, sin pronunciar una palabra previa. Expertos como el Dr. Julio
César Mussio Fournier, un psiquiatra de prestigio internacional, habían
observado en Brum síntomas de un trastorno mental progresivo: irritabilidad
extrema, impulsividad, "sordera mental" a ideas ajenas y delirios de
grandeza. Victoriano Martínez, amigo inseparable y miembro del disuelto Consejo
Nacional, señaló que Brum había estado "estudiando demasiado" y
aislado en su quinta de Santa Lucía, lo que agravó su estado. Estos testimonios
coinciden en que su suicidio no fue un acto de resistencia política, sino una
tragedia personal. "Si hubiera querido ser mártir, habría avanzado hacia
las fuerzas policiales", afirmó Martínez a United Press, subrayando que su
muerte no buscó provocar un conflicto. A pesar de la claridad de los hechos, la
oposición, particularmente los sectores batllistas, transformó el suicidio de
Brum en un símbolo de lucha contra la "dictadura" de Terra. Esta
narrativa fue una versión fantasiosa creada con fines políticos, en un país con
una de las tasas de suicidio más altas del mundo, es una maniobra cínica,
oportunista, malintencionada e insultante. ¿Puede haber algo más bajo que
explotar políticamente el trágico suicidio de un desequilibrado mental en uno
de los países con una de las tasas de suicidios más altas del mundo y que no
fue apoyado por el pueblo? La mayoría de los orientales respaldó a Terra, como
lo demuestra el plebiscito de 1934, mientras Brum, quien había sido amigo
personal de Terra, quedó en un aislamiento mental. La explotación de su muerte
no solo distorsionó la realidad, sino que ignoró el contexto de una sociedad
que clamaba por paz y abundancia, no por mártires sangrientos.
¿Dictadura o Revolución? La redundancia de
hipocresía democrática
¿Fue el Movimiento de Marzo una dictadura? No puede
haber dictadura cuando inmediatamente se convoca un elecciones a los 88 días de
la revolución. De acuerdo a las sentencias del Tribunal Extraordinario creado
por ley de 14 de abril de 1945, se declaró que no hubo crimen alguno y no se
abusó de los poderes extraordinarios; las sentencias de este tribunal están hoy
en los archivos que obran en la Comisión del Palacio Legislativo. Fue un
régimen democrático porque era apoyado por el pueblo. La Constitución de 1918
nació huérfana de apoyo popular, ya que en las elecciones del 25 de noviembre
de 1918 participó solo el 38,20% del electorado y en su plebiscito el 30 de
julio de 1916 había perdido con 56.000 votos frente a 80.000, pero por amenazas
de Batlle y Ordóñez igual la constituyente continuó; por si no fuera lo
suficientemente extraño, el sistema de 1918 impedía el plebiscito trancándolo
con diversas trampas burocráticas por las cuales una pequeña minoría podía
truncar a la mayoría reformista, haciendo además que el proyecto de plebiscito
debiera ser aprobado por más de dos terceras partes de la Cámara Baja, más de
dos terceras partes de la Cámara Alta, más de dos terceras partes del Consejo
Nacional de Administración y celebrar el plebiscito después de 3 elecciones de
ser aprobado para recién poder crear una Asamblea que debata la redacción de la
Nueva Carta Magna. Finalmente quedó demostrado en el Plebiscito Constitucional
del 19 de abril de 1934 que la mayoría, el 56,34% del electorado de 422,865,
dato brutal, si lo comparamos con el pequeño 38,20% de un electorado de 233,850
que apoyó la constitución de 1918.
Batlle y Ordóñez y las dictaduras
Batlle y Ordóñez y las dictaduras. Era "la
dictadura" (entre comillas) que según Batlle, cuando apoyó el golpe de
Estado de Cuestas en 1898 e integró su gobierno: "podía considerarse como
una bendición de Dios". Sí, decía entonces Batlle, aunque la
historiografía escrita moderna lo ignore: "La propaganda de los diarios
colectivistas contra la dictadura recrudece. Es la "bête noire" de
los caballeros abonados a las ubérrimas tetas del Estado. Y quieren hacer creer
a los pobres de espíritu, a los que no saben discernir por sí solos entre lo
bueno y lo malo, que la dictadura es un crimen. La dictadura es la revolución
triunfante, y la revolución contra el colectivismo es un ideal desde que esa
secta se constituyó”. “Cuando la legalidad ha sido destruida y se quiere volver
a ella, es inevitable aceptar como punto de partida un gobierno de hecho. Y a
ese gobierno de hecho llamamos en estos países dictadura". "Cierto:
hay dictaduras que tienen otro objeto. La de Latorre, por ejemplo, en que hay
que buscar el origen de la serie de gobiernos calamitosos que ha terminado en
el colectivismo, destruyó el régimen constitucional e implantó la tiranía, pero
de esas dictaduras, de esas tiranías, más bien dicho, no hablamos. Hablamos de
las dictaduras que encaminan a los pueblos hasta la ley, hacia la
constitucionalidad, destruyendo hasta en sus más hondos cimientos el régimen de
lo arbitrario. UNA DICTADURA ASÍ SERÁ MIRADA COMO UNA BENDICIÓN DE DIOS".
José Batlle y Ordóñez, a través del diario El Día, 6 de enero de 1898.
Logros sin precedentes
Habiendo tomado tiempo para destruir las mentiras
de los enemigos del Pueblo Oriental, aquellas que se pueden contar de a miles y
se estaría años explicándolas una por una, habiendo terminado en buena medida
con estas ya, repasaremos lo importante, las acciones de su gestión.
El 18 de mayo de 1937, Gabriel Terra declaró la
Independencia Económica de Uruguay. La deuda en 1933, contraída desde la Guerra
Grande en el siglo XIX, era de 61.000.000 de pesos y para 1937 era de solo
6.000.000, frente a las reservas del Fondo de Divisas del Banco República
Oriental del Uruguay, que eran de 30.000.000. El Ministro de Hacienda
(1934-1938), César Charlone, se negó a crear un Banco Central como sucedió en
el resto de América Latina en esos años y creó una nueva institución dentro del
BROU llamada Departamento de Emisión. Durante ese período, la industria
experimentó un notable crecimiento del 160%, con la creación de 12.500 establecimientos
industriales. En 1933 existían 8.000 fábricas, mientras que para 1937 ya había
unas 18.000, lo que representaba un crecimiento anual aproximado del 31%, con
la característica de que, a diferencia de otros modelos industrializadores de
la región, el Estado únicamente redujo impuestos, bajó los intereses y
reorganizó la administración del Estado generalmente por comisiones honorarias,
destinando recursos a sectores productivos. Además, se llevaron a cabo
importantes obras públicas estratégicas, como un programa masivo de
construcción de carreteras y viviendas obreras, entre 9.000 y 11.000, a través
del Ministerio de Obras Públicas y el Instituto Nacional de Viviendas
Económicas, exentas de pagar contribuciones impositivas. Se eliminó el
desempleo y la indigencia, Uruguay pasó de la crisis de 1929-1933 a ser una de
las naciones más prósperas del mundo a finales de la década, a tal punto que
Finlandia le pidió ayuda durante la Guerra de Invierno. Actualmente, la
administración financiera del joven ministro César Charlone ha sido elogiada
por su gestión eficaz de la crisis. Desde 1933 hasta el retiro de Terra en 1939,
el PIB per cápita nacional creció un 29,43%. Entre el 31 de marzo de 1933 y el
31 de diciembre de 1938, se destinaron unos 53.911.479 pesos con 7 centavos a
la realización de obras públicas, de las cuales casi el 80% fue destinado a
obras en el interior. Gran parte de este presupuesto provino del ahorro de
recursos por la moratoria de la deuda externa y recursos del Banco de la
República Oriental del Uruguay (BROU). Estos recursos se destinaron
principalmente a:
Vialidad: $19.316.581,32.
Hidrografía: $1.010.438,19.
Ferrocarriles: $8.870.527,16.
Arquitectura: $6.727.787,57.
Saneamiento: $4.357.931,35.
Puerto de Montevideo: $1.306.321,86.
Otras obras: $9.322.092,02.
Creó el "Instituto Nacional de Alimentación
Científica del Pueblo", la "Ley de cultivo obligatorio" y la
"Ley de reparto de campos", otorgando a más de 2.000 familias de
bajos recursos tierras y elementos para la producción mediante beneficios
fiscales y crediticios, entre más de 2.300 tractores y arados de fabricación
nacional. Para 1937, la producción agrícola aumentó la superficie de cultivo en
351.000 hectáreas y dio trabajo a 31.000 personas. El gobierno logró así revertir
la tendencia de éxodo rural que el país había experimentado durante casi 60
años, aumentando la tenencia de la tierra en un 13%. Redujo el interés al 4%,
lo que representó para las clases productoras una ganancia de más de 11.200.000
pesos en cuatro años, que, agregados a los 12.000.000 de pesos recibidos por
primas al ganado y la rebaja de la contribución inmobiliaria por el abatimiento
en un 30% de los aforos para ajustarlos a la depreciación de los valores
inmuebles y por otras exoneraciones, significó un beneficio efectivo de aproximadamente
treinta millones de pesos. El resultado del censo de 1937 registra una
diferencia respecto a 1930 de 1.168.978 cabezas más. El otorgamiento de primas
al ganado, facilidades para la obtención de reproductores, aumento de pequeños
y medianos productores, réditos para el progreso de la explotación y otras
realizaciones de gobierno se sumaron para estimular el esfuerzo de progreso de
los productores rurales, junto a una política de desgravación de sus deudas
hipotecarias y fiscales.
La Revolución de Marzo salvó a América del
imperialismo soviético y el imperialismo estadounidense
Conocida ya es la propuesta del gobierno de Estados
Unidos de América para instalar bases aeronavales en Laguna del Sauce en 1940;
desde esta posición especial desde el punto de vista geopolítico, Estados
Unidos hubiera tenido el control sobre el Atlántico Sur. Eso hubiera supuesto
la vulneración del continente entero y de nuestra propia Nación; fue en ese
instante donde grandes héroes se levantaron contra la injerencia de la inmunda
garra norteamericana, patriotas como Luis Alberto de Herrera, que fue llamado
“el último caudillo de Marzo”, o Chouhy Terra, quien se negó a la instalación
de bases norteamericanas en Uruguay y creó una "Doctrina Uruguaya"
que declaró en un congreso internacional; esta doctrina la debían seguir todos
los países de América, reivindicando la soberanía y los principios de
autodeterminación, llegando a ser acusado de defender el "autoritarismo
alemán". En 1938 estuvo a punto de ser ministro de Relaciones Exteriores
de Baldomir, pero por presiones nombró al traidor a la patria Alberto Guani,
quien nos convirtió en una colonia de tercer orden, degenerando además la
doctrina de las Fuerzas Armadas. Chouhy Terra fue Secretario General del Comité
Consultivo de Emergencia para la Política de Defensa Continental en la década
de 1940, con su sede en Montevideo, que reunía representantes oficiales de
todos los gobiernos de América; sus directivas eran enviadas a todos los
delegados en el extranjero.
A continuación, una fracción del informe sobre el
gobierno de Gabriel Terra, enviado por el Presidente del Senado Italiano, Luigi
Federzoni, a Mussolini, quien se mostró extremadamente sorprendido por el
Uruguay, considerándolo un ejemplo de progreso a nivel mundial y además había
salvado América de la bolchevización; nos presenta así una síntesis
clarividente de nuestro país. Escribe Federzoni: "Uruguay es el único país
americano sin población indígena o negra. Su conformación demográfica deriva de
la mezcla de español e italiano (...) el aumento, más que nada, se debe a la
alta tasa de natalidad y no a la inmigración (…) Uruguay es un ejemplo de
progreso equilibrado y armonioso (...) no se encuentran colosales riquezas ni
casos de indigencia (…) aquí falta esa presunción chabacana, esa sólida
convicción solamente en la riqueza del suelo que en algunos lados impide
comprender y reconocer el valor y los ideales de las naciones creadoras de
historia; el pueblo uruguayo me ha dado la sensación de ser el más sensible de
toda la parte de Sudamérica que he visto; así también la colectividad italiana
del Uruguay me pareció la mejor orientada, la más auténtica y conscientemente
fascista de las que he acercado por aquellos lados. Hablar de fascismo a los
italianos de Montevideo es un gusto, por la prontitud y pasión con la que ellos
responden (…) en ningún otro país sudamericano he encontrado tantas personas
perfectamente al corriente del pensamiento de Mussolini, acerca de los
principales problemas y al corriente de la obra del régimen en distintos
sectores (…) Aún antes de que el fascismo triunfase allí, la colectividad
italiana era un organismo fundamentalmente sano en un ambiente tan igual y
natural manera; pero el fascismo y la colectividad parecían haber sido dañados
por el juego mezquino de las sectas y por la parálisis del Estado. Un sistema
increíblemente absurdo y anacrónico, el del gobierno colegiado, hacía de la
República uruguaya una especie de anarquía legalizada, en las incesantes
convulsiones de la crónica demagogia electoral. También los italianos habían
sido arruinados por las banales luchas de la crisis económica mundial
exasperaba y de las cuales Moscú esperó poder aprovechar, al punto de hacer del
Uruguay un segundo México, como base para la transformación bolchevique de
América del Sur (…) las violentas reacciones a esta declaración (crítica de
Terra a la Constitución) hicieron que el presidente decidiera dar el golpe del
31 de marzo del 1933, convalidado por el sucesivo plebiscito, y la Constitución
fue reformada con la introducción de numerosas restricciones y correcciones al
liberalismo del texto precedente (…) las acusaciones (contra la Tercera
República) se acentuaron cuando Uruguay no aceptó aplicar las sanciones a
Italia, interrumpió relaciones diplomáticas con Rusia y posteriormente con la
España roja y cuando por último estaba dispuesto a reconocer el gobierno de
Franco (...) a esto han contribuido sobre todo esa oportunidad de condiciones
naturales e históricas que, como mencioné anteriormente, ha hecho del pueblo
uruguayo una especie de élite y que ha igualmente influido en la elevación
moral e intelectual de la colectividad italiana; además, la orientación
autoritaria y totalitaria del gobierno actual, según una línea que puede
decirse, sin exageración, fascista".
Prohibición de la usura en Uruguay e independencia
financiera
"Incluso en los años de prosperidad, en que el
fomento de la riqueza privada y pública era buscado en el expediente fácil
aunque oneroso de los empréstitos extranjeros, se contrapone a la efectividad
del régimen de instituciones surgido de la Revolución de Marzo, que lleva
adelante la obra reconstructora de la que el revalúo toma parte con recursos
exclusivamente nacionales." César Charlone, Ministerio de Hacienda, "El
Revalúo" 1938, pág. 4.
"Toda esta obra constructiva se ha efectuado
con recursos propios, sin nada pedir al extranjero, mientras que en el pasado
cualquier iniciativa de esta trascendencia debía recurrir invariablemente al
oro extranjero, que si bien nos permitió desenvolvernos en muchas
oportunidades, originaba incesantemente nuevos y pesados gravámenes sobre
nuestra incipiente economía, cuya vitalidad se iba estrangulando
paulatinamente.” Discurso de Gabriel Terra extraído del libro “Así habló Terra
el 18 de mayo de 1937”.
El sistema financiero fue reformado mediante la
aprobación de la "Ley del Revalúo"; la emisión del crédito y la
actividad comercial de la banca fue monopolizada al 100% por el
"Departamento de Emisión" creado en 1935, en base al artículo 51 de
la Constitución de 1934 ("Prohíbase todo tipo de usura"), algo único
en la historia del mundo; no existe otra Constitución con un artículo así. El
14 de abril de 1933 se eliminó el cobro de deudas, benefició especialmente a
pequeños y medianos productores rurales, amortizó las deudas, canceló el pago
de 55.000.000 de créditos externos y fijó todos los intereses al 4% anual
mediante la Ley 9.071. No pidió créditos externos; en 1935 pagó la deuda con
Reino Unido, en 1936 con Estados Unidos y para 1938 pagó toda la deuda externa
de Uruguay, que constituía 61.000.000 de pesos contraídos desde la Guerra
Grande en el siglo XIX hasta 1933. Se redujeron impuestos, se anuló todo
impuesto a quien ganaba menos de 100 pesos mensuales; entre 1934 y 1938 la
gestión tuvo importantes superávits, como uno de 9,65% de 1935. En definitiva
el gobierno de Gabriel Terra pagó toda la deuda externa uruguaya y no pidió
créditos. En 1937 el BROU tenía el doble de capital; en 1934 se creó el Fondo
de Divisas que tenía 37.000.000 en divisas extranjeras y el BROU tenía más oro
del que existía antes del 31 de marzo. Todo por las políticas nacionalistas
aplicadas después del 31 de marzo de 1933. Son hechos innegables que los
enemigos de la Patria intentaron ocultar durante 90 años de oscuridad hasta ahora
que nuestra generación se ha quitado el velo de años de política mediocre,
castrante y patética que había defenestrado a la Nación Oriental a la Nación
del “Río Central” (significado real de “Uruguay”) con el mote ridículo de
“paisito”, tan pequeño como el ímpetu, la mente y el espíritu de esos parásitos
político-partidarios.
Represa de Rincón del Bonete y la Ciudad Industrial
No podía concluirse este artículo sin mencionarse
la mayor obra en la historia nacional: la Represa Rincón del Bonete, también
conocida como Represa Gabriel Terra, se erige como un símbolo del ingenio y la
ambición de Uruguay. Considerada la primera gran central hidroeléctrica de
Sudamérica, esta obra monumental transformó el paisaje energético del país y
marcó un precedente en la región. Desde su concepción en 1904 hasta su
reconocimiento como hito mundial en 2011, su historia refleja una combinación de
visión técnica, voluntad política y esfuerzo colectivo. A continuación, se
desarrolla en detalle su trayectoria, características y legado. La idea de
aprovechar el potencial hidroeléctrico del Río Negro nació en 1904 de la mente
del ingeniero uruguayo Víctor Sudriers. En un país donde la energía dependía
principalmente de fuentes térmicas y combustibles importados, Sudriers
vislumbró una solución innovadora: utilizar los recursos naturales del río más
importante del interior uruguayo para generar electricidad a gran escala. Su
propuesta, aunque adelantada a su tiempo, sentó las bases para un proyecto que
tardaría décadas en materializarse debido a limitaciones técnicas y
financieras. No fue hasta 1925, bajo la gestión de Gabriel Terra como consejero
nacional, que la iniciativa cobró forma concreta, atrasada por los mismos
elementos nocivos de siempre; pero una vez en el poder, Terra, decidido a
modernizar Uruguay tras la crisis de los años 30, contrató al ingeniero alemán
Adolf Ludin para diseñar la represa, a quien ya conocía desde 1927 y con quien
mantenía una amistad; incluso le presentó al Presidente un prototipo de
vehículo con motor de hidrógeno. Era un experto de renombre internacional;
elaboró un plan detallado que combinaba precisión técnica con una visión
ambiciosa: construir una central capaz de abastecer al país. El diseño se
aprobó rápidamente, y el 18 de mayo de 1937 se colocó la piedra fundamental en
un acto que simbolizó el inicio de una nueva era.
La construcción de la Represa Rincón del Bonete
comenzó en un contexto de adversidad global: la Segunda Guerra Mundial
interrumpió el suministro de materiales y complicó la logística. A pesar de
esto, el proyecto avanzó gracias a un esfuerzo conjunto entre ingenieros
uruguayos y técnicos extranjeros, liderados inicialmente por el consorcio
alemán que ejecutó la obra junto a empresas uruguayas, tras un convenio sin
interferencia de la banca internacional o el sistema financiero global; fue un
trueque bilateral entre ambos Estados. La represa, ubicada en el departamento
de Río Negro, requirió la creación de un lago artificial de 1.240 km², una
hazaña que en su momento la convirtió en el embalse más grande del mundo. La
obra eliminó el desempleo en Uruguay y producía 3 veces más de lo que consumía
el país, dando un ahorro millonario y ganancias radicales, convirtiendo a
Uruguay además en el primer país con autosuficiencia energética; en 2011 fue
considerada un hito en la historia de la ingeniería mundial por el I.E.E.E. y
el 13 de enero de 1938 se firmó la creación de una Comisión Técnica para la
creación de la aún más potente represa de Salto Grande y sentó las bases para
construir las otras centrales hidroeléctricas: represa de Baygorria y represa
de Palmar. Todo correspondía a un plan futurista y avanzado de Gabriel Terra
planteado en un libro de 1928 llamado “La energía hidroeléctrica de Río Negro”.
Decía Terra: “Para exponer lo que la inteligencia
del hombre puede hacer en el gran río que atraviesa la República en su centro,
lleno de bellezas que han sabido inspirar a poetas y pintores, lento y
majestuoso en su marcha, llevando en su corriente el secreto del porvenir
industrial, el ensueño realizable de la grandeza económica de la República,
cuando sea convertida la fuerza que desenvuelve en sus caídas y en sus grandes
desniveles en la iluminación de las ciudades, en la creadora de fábricas; cuando
los vehículos y ferrocarriles electrificados y de hidrógeno lleguen a
Montevideo, atravesando una campaña fecundizada por el riego que multiplica la
cosecha generosa, y dignificado por el pequeño taller instalado en todos los
hogares de los campesinos, evitándoles que sean atraídos, como son hoy, por las
ciudades absorbentes y convertidos en los asalariados mártires de la
promiscuidad del aire enviciado de las fábricas que provocan, con el
hacinamiento de los hombres y las mujeres, el mayor malestar de las sociedades
modernas, sensibles, cada vez más, a las reivindicaciones de los que sufren, de
las multitudes víctimas de dolor y del sacrificio en las crueles luchas por la
vida. Y la Asociación Patriótica ha comprendido que en este momento histórico
es indiscutiblemente el primer problema de gobierno: el desenvolvimiento de la
energía eléctrica en un país que, como el nuestro, tiene ansias de progreso y
bienestar y no cuenta ni con minas de carbón ni con pozos de petróleo, debiendo
pagar el combustible al extranjero, desprendiéndose de parte principal de sus
riquezas, del veinte por ciento del producto del trabajo nacional, que lo vemos
salir año por año, dándonos el triste espectáculo de un organismo que se
desangra para pagar carbón, fuel oil, bencina, en sumas millonarias que crecen
de una manera tan alarmante que solamente por inconciencia podríamos permanecer
impasibles ante la magnitud de ese drenaje que nos condenará si no se toman
iniciativas." Gabriel Terra, el 17 de mayo de 1927, "La energía
hidroeléctrica de Río Negro" (pág. 7).
Pero fue interrumpido por la injerencia
angloamericana con el golpe de Estado de 1942. Momentáneamente, patriotas como
Oscar Gestido, quien defendió al gobierno de Terra como aviador militar en
1935, trajeron de nuevo el sistema y la estructura de la Constitución de 1934
que hoy está en nuestra actual Constitución, que es única en el mundo.
En 1934, para un esfuerzo menor al ya requerido
para la represa, se proyectó una ciudad para 100.000 personas en Rincón del
Bonete orientada a la producción industrial, con viviendas, parques y jardines
para obreros, con un urbanismo basado en la eficiencia, el acceso al sol y al
aire puro, en un proyecto muy detallado, preciso y concreto que iba a transformar
la matriz del país trasladando el centro de gravedad al corazón de la Nación
con vías, carreteras y una organización hacia las aguas del río.
El final
Revisar el camino recorrido a veces es la mejor guía para conocer el destino y saber por dónde avanzar, por eso no quieren que conozcamos nuestra historia, pero nuestra sangre e instinto nos hace ver a nuestro heroico pasado, que será el cimiento indestructible y eterno, como una milenaria roca de granito gris de las sierras que sostiene la Casa Matriz del BROU, que hacen erguir en su interior 32 hermosas columnas estriadas con capiteles corintios en etérea e inmortal belleza. Quiero ser muy breve y directo con esto. Sobre como liberar la Patria, sobre la lucha política, sobre los partidos, se me ha preguntado y yo he contestado, en un inicio, que “nuestro objetivo es desarrollar el individuo y luego buscar nuestros propios potenciadores como comunidad”, en el caso de Uruguay no hay futuro posible si no se recuperan las ideas que construyeron, sea reiterado el verbo, construyeron, a la Nación. No digo que no participen o no voten, pero en lo que respecta a Gabriel Terra y la verdad histórica de nuestra Patria, hasta hace 1 año era algo completamente desconocido incluso para la minoría que hoy lo conoce y he podido recopilar información y archivos extraordinarios de otra Nación muy alejada de la idea de “paisito” colonia agroexportadora subdesarrollada, yo no quiero participar en política ni nada, las masas humanas me dan asco, son irracionales y volátiles como perros hambrientos en jauría, no obstante reconozco deben identificar el principio de autoridad para su desarrollo. Ahora digo, a cualquiera que se considere un individuo libre, adelanto que debes hacer lo mejor que puedas con lo que tengas, Dios marca el destino y el hombre marca el camino, no es justo ni digno una vez alcanzada cierta madurez responsabilizar a otros de tu situación, uno debe ser en el interior como un templo imperturbable que se proyecta hacia afuera con sus acciones, debes rodearte de estímulos positivos. Los eternos principios helénicos que rigieron la época dorada de Grecia, Roma y de toda la humanidad: Bien, Verdad y Belleza. Cada uno debe tener su espacio privado para uno mismo, un lugar desde donde digas “desde aquí podría dirigir el mundo”, bienaventurado porque ese es tu mundo. Construye tu propio paraíso a tu alrededor. Aprende un oficio, especialízate en algo, produce más de lo que consumes. Crea belleza. Y mientras tengas techo, alimento y paz, nada puede estar tan mal, el que entra en desesperación y frustración antes de la batalla, ya la perdió. Como en la guerra lo más importante es mantener la moral alta. Eso en líneas generales. El hombre debe ser aguerrido. Deportes, carne y cero estrés. Como bien supo expresar José Enrique Rodó en Ariel, cuando llamó a la juventud americana a preservar su espíritu elevado frente a la amenaza del utilitarismo deshumanizante. Si la memoria es la capacidad de almacenar, codificar y recuperar información, la Revolución de Marzo de 1933, liderada por Gabriel Terra, fue el acto supremo de un pueblo que, al recuperar su pasado glorioso, forjó un presente de esplendor. En la línea de Rodó, Terra (quien fue el único que intentó ayudar a Rodó antes de morir en 1917 y durante su gobierno renació su espíritu) no solo combatió el caos económico y social, sino que encarnó esa lucha por un ideal superior, un Uruguay que, como el divino Ariel, ascendiera ligero, puro y noble sobre las ruinas de la crisis y la inmundicia, guiando a la Nación Oriental hacia su destino, como Parsifal. Somos un pueblo históricamente joven con solo pocos siglos y además con una población envejecida, lo que nos hace pueriles y a la vez decadentes; solo la gente joven, ambiciosa y transgresora puede salvar nuestra nación. Necesitamos el espíritu de un Francisco Piria, Antonio Lussich, Víctor Sudriers, Gabriel Terra, Julio Vilamajó, Mauricio Cravotto, Domingo Giribaldo, Alfredo Navarro o un José Belloni. Hoy, aquellos que quieran salvar a su pueblo de la extinción y eliminar a los enemigos de la Patria solo pueden gritar una cosa: ¡Viva Gabriel Terra, viva la Revolución de Marzo!
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