Nuestras charlas sobre la “Nueva Derecha” divulgadas en el canal TLV1 (CLIC AQUÍ) tuvieron, a Dios gracias, buena repercusión. Es con ese motivo que creo oportuno dar publicidad a este capítulo del libro de Antonio Caponnetto “El Último Gobierno de Sancho” (Bella Vista Ediciones, 2022), titulado “El disidente controlado”. Están allí retratados, con donaire y gracejo, los principales referentes neoderechistas.
No es necesario realizar aquí una semblanza
de Antonio, principal maestro del nacionalismo católico coevo. Basten, a esa
sazón, las melifluas palabras inspiradas en no sé qué musa (¿Polimnia, quizás?)
de un comentarista de nuestras mentadas conferencias:
¡Aguante Caponnetto, manga de forros! ¡Viva Cristo Rey!
¿Será posible decirlo mejor?
BRUNO ACOSTA
El
DISIDENTE CONTROLADO
Apenas
supo la gran candela cósmica, enemiga de la penumbra cual promesa electoral de
la verdad, desligarse de un eclipse apocalíptico de aquellos que habían
anunciado desde el Palmar de Troya, tomó altura, ganó verticalidad, y paseó su
capa dorada por el empíreo, para no
defraudar a los fabricantes de lugares comunes.
Estaba
Sancho tomando unos amargos con el Capellán, en la Sacristía, mientras éste
procuraba enseñarle la diferencia entre el Cardenal Suenens y que
suenen los Cardenales, cuando arribó el Alguacil, con su circunspección
habitual e hízole exclamar al Gobernador:
-¡Usté
siempre tan circunciso, Don Algua!
-Circunspecto,
debe querer decir usted, Su Luminiscencia; que para lo otro no me agarran, qué
va... Tendrá que acompañarme al Salón del Detector de Mentiras.
-No
sé que le habrá contado mi esposa Teresa, pero yo no peco contra el Octavo,
casi siempre contra el Noveno; sí, es cierto; mea culpa. Que “el largo perdón
da osadía al pecador”; “a quien come bien el pan, pecado es el ajo que le dan”;
”amargar y no dar es pecado mortal”; y al fin, como decía el Ubaldinense,
“llorar es un sentimiento, pero mentir es un pecado”.
-Su
Semaforidad, nadie lo someterá al Detector de Patrañas; es usted el que deberá
examinar a quién allí lo aguarda.
-En
ese caso estoy presto,y siguió al Alguacil unos cuantos metros.
Al
llegar al Salón del Detector de Mentiras, el panorama era más o menos
como sigue. De pie se hallaba un pipiolo algo crecido ya, de melenita de oro, angelface
y un celular en la mano ante su vista, frente a cuya pantalla iba contando en
voz alta y excitada la cantidad de seguidores que tenía por segundo en las
redes sociales y los best sellers que vendía. Hablaba un argot
incomprensible para todo buen cristiano, pero se notaba que el conteo febril de
adhesiones virtuales lo inflaba como pavo en el Día de Acción de Gracias de los
yankis.
El
de rubiales crines no estaba solo. Tras sí se ubicaban, como formando una
especie de equipo, algunos allegados difíciles de describir para este pobre
cronista. Uno estaba en pleno tránsito de la lampiñez a la chiva, y buscaba con
ansiedad una cámara ante la cual dirigirse. “¡Me filman, luego existo,
farfullaba!”. Otro, de quien se decía que había sido folklorista en su
pubescencia, practicaba equilibrio, caminando sobre una soga, con sendas
zapatillas de baile, cada una de las cuales llevaba el signo del ying y el yang.
Un tercero –que controlaba lo movimientos del volatinero, dándole la mano-
vestía remera con inscripción gringa que decía “liberalism is a divine
commandment”; y cuando quiso saludar, su voz oscilaba entre la de Farinelli
y un contestador automático. Algo avergonzado y reticente por ser parte de la
comitiva, se dejaba ver, mondo y lirondo, un señor vestido mitad de verde
oliva, mitad de homme d'affaires, flameando un banderín que rezaba: Las
alícuotas son argentinas.
Antes
de que Sancho pudiera sentirse perplejo frente al cortejo, y con él
aperplejizarse los cortesanos todos, respetuosos de la sinodalidad, hizo uso de
su palabra erudita el Dr. Wikipedia, aunque –como siempre- supo ser lacónico,
que no es lo mismo que lacaniano.
-Su
Claraboyez, estos que aquí véis, rampantes y pimpantes, se han presentado para
cubrir el cargo de Director General de la Disidencia Controlada, de
nuestra Ínsula.
-Yo
no he llamado a tal concurso de antecedentes, no he creado ese cargo y ni sé
siquiera en qué consiste. Expliquensén ya, exigía Sancho, mientras
simulando el gesto de que quería librarse de alguno que lo agarraba, hacía
fuerza en el aire con los mondongos sueltos, gritando: “¡Sueltenmén que les
rompo el alma!”.
No
creyó oportuno el Dr. Wikipedia explicarle en la ocasión al Gobernador que el
alma –según inconcusa enseñanza Del de Estagira- al no tener partes materiales,
no puede romperse, y cual adolescente con acné, fue directamente al grano.
-Su
Colosolidad, le ruego que me escuche unos instantes. Toda república, reyno,
estado o nación moderna que se tenga por tal, está obligada, por un lado, a
asegurar la homogeneidad del pensamiento de sus ciudadanos o súbditos. Es lo
que suele llamarse “el pensamiento único” o lo “políticamente correcto”, de
cuyo control y actualización se ocupan los gacetilleros, gacetistas,
reporteros, chivatos, soplones, distribuidos hábilmente en todos los medios,
con rentas y ganancias espeluznantes. Un Ojo Cosmovisional Absoluto,
invisible al ojo humano, monitorea día y noche, todas las jornadas, para que
nadie haga saltar el “Correctómetro”, porque de lo contrario, Los Amos del
Sistema Mundial podrían tomar crudelísimas represalias al que osara.
Algunos estudiosos del pretérito élfico lo llaman “El ojo de Saurón”, otros
–los más salados o quevedianos- le dicen secamente: “El Ocelo Hideputa”. Lo
cierto es que tal control absoluto y omnímodo existe. Pero para que sea creíble
debe fabricarse hábilmente un montaje social. Consiste el mismo en hacerle
creer a la población que hay entre los dirigentes hombres que se resisten a ese
pensamiento único, que son <de derecha>; chupacirios, gorilas, contreras,
como se decía en tiempos del General Jotapé.
-Hablando
de Generales, acotó Sancho, ¿qué se sabe de Martín Paquebote (a) El Ñangotado?
¿Él está al tanto de este montaje? ¿Es verdad que sigue conspirando contra mi
gobierno?
-A
él, en principio, le resulta funcional este consorcio farsesco; como al sistema
todo. Ellos tienen que probar que son pluralistas, y que la democracia nos
cobija a todos por igual en su amoroso seno. Pero, cuidado, si tal pluralismo
se quebrara, no quedaría otra alternativa que la de reponer el orden alterado,
así sea con la fuerza, como dice el Ponja Fukuyama. Por eso se necesita la Disidencia
Controlada, Gobernador. Yo simulo, tú simulas, él simula, nosotros
simulamos...
-¡No
y no!, mandoneó Sancho. Nosotros no simulamos. Nosotros insulanos, y la verdad
debe ser dicha siempre, porque “cuando el oro habla la verdad calla; no
decir la verdad a enteras es mentir a medias; el espejo y la amistad siempre
dicen la verdad, y dirás la verdad siempre o serás el presidente...”
Antes
de que le agarrara al Gobernador una nueva cepa de paremiología, se le acercó
el Alguacil, a hurtadillas, y con la mayor gracilidad posible, haciendo con la
mano una parecita sobre su boca, le dijo:
-¡Gordo,
cortala! Tenés que tomarles examen a los Disidentes Controlados. No
podés declarar vacante el concurso. Tené un poco de tacto o no lo tendrán con
vos.
Se
aplacó lo suficiente Sancho al oír lo del tacto con él; y llevándose
instintivamente las manos hacia la botonadura de su zamarro, resolvió con
fastidio examinar al adalid de los Disidentes Controlados. Para lo cual,
el Dr. Wikipedia le pasó una nómina de preguntas.
-¡Acérquese
el Pipiolo!
-¿Seré
yo, señor, se preguntaba el equilibrista?
-¡Quién
sea, isofato ante mí, sentáos en este pupitre que conservo de la escuela
de mis primeras y únicas letras.
Y
arrancó el cuestionario:
-¿Creéis
en la democracia?
-Sí;
claro; de lo contrario no estaríamos formando partidos, alianzas y
contemporizaciones, que son la eyencia del Régimen.
-¿Y
si alguien os dice que la democracia es perversa?
-Es
fácil. Sacamos una declaración acusándolo de que dogmatiza lo prudencial.
-¿Y
si respondiera que no son lo mismo lo dogmático que lo doctrinal, lo revelado
que lo fundado, y que la prudencia se sostiene en principios inamovibles?
-Diremos
que poetiza la realidad, y que los poetas no están preparados para gobernar la
polis. Es más, diremos que quienes así piensan son puritanos e inmovilistas,
incapaces de hacer malabarismos éticos y funambulismos casuistas, tan
necesarios en la praxis política.
-¿Creéis
en la República y en la Constitución de nuestros padres tutelares?
-Por
cierto, hasta nos fascina que el preámbulo de la Constitución empiece con un
pronombre.
-¿Sostenéis
que el liberalismo es pecado?
-No
somos militantes contra el pecado, como dice el portento Arriguín Lija; además,
el liberalómetro inventado por el Dr. Peregrino Chicharrón nos señala el
camino del justo-medio- pastel.
-¿Cuándo
fue la última vez que votásteis?
-Cuando
lo mandó la ley, estrictamente.
-¿Lo
hicísteis solos o con otras personas? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿Cuántas
veces? Si a solas ¿con qué mano? ¿Habéis inducido a otros a colocarse en
situación de tamaña impureza o pecado?
-El
voto es secreto, obligatorio e individual. Votan todos los géneros construidos
y autopercibidos. Cada quien usa la mano que le resulta más cómoda. No hay
impureza en sufragar universalmente. Eso es un invento del ultramontano Pío IX.
-Pero
es beato...
-Sí;
pero ahora el cielo es democrático, con Escribanía y todo.
-¿Qué
opinión os merecen los judíos?
-Cada
uno de nos, aquí presentes, y aún los que no han podido venir, tenemos un amigo
judío. Es condición sine qua non de Nosotros los representantes de la
disidencia controlada.
-Y
qué opinión os merecen los masones.
-Paso;
ya fue bastante provocativa la pregunta anterior.
-Quienes
conforman vuestro partido, ¿estáis identificados con un ideario común?
-¡Eso
sería formar una secta, no un partido! Somos conciliadores de opuestos. Tomamos
lo bueno del liberalismo, de la economía de mercado, del conservadurismo
anglosajón, del capitalismo, de la derecha... ¡Coincidentia Oppositorum o
muerte!
-Y
del Nazismo?
-El
Nazismo no tiene nada bueno. Lo dicen
las películas de Metro-Goldwyn-Mayer, los artículos de Armando Ribas, y
hasta el alemán Gábor Heilige Otti, postulador de la causa de
canonización de Jacobo Maritain.
-¿Qué
váis a hacer con la homosexualidad?
-Casi
todos nosotros, en lo personal, tenemos los papeles en regla. Aunque no meteríamos
la mano en el fuego por algunos de ellos (lo de la mano en el fuego, se
entiende, es metáfora). Pero mientras el mariconerismo sea un proyecto de vida
privado y personal, no nos oponemos. Y hasta lo tenemos al padrecito Robert
Sirico –mentor del precitado Gábor- por si se quieren casar, como manda la
ley... 26.618/10
-¿Y
con la ley del aborto?
-Sabrá
usted que hicimos muchas Marchas por la Vida, como consta en actas.
Llevamos escarpines, pañalitos, embrioncitos, pastores, imanes, gurúes, ex
curas, curas en serio, señoros gordos, meretrices famosas, hicimos la ola,
pasamos música rockera, gritamos “hay gorro, bandera y vincha”. Pero perdimos
la votación, y hay que respetar a los ganadores electorales. Cuando seamos
gobierno derogaremos esa ley y listo. Por eso necesitamos que nos voten.
-¿Quién
es para vosotros el mejor de estos tres, Lord Acton, Juanito Rusó o Álvaro Alsogaray?
-Son
tres personas distintas y una sola libertad verdadera. Si se prefiere a uno
sobre los otros, se desarma el triángulo equilátero de nuestra evolución
ideológica hacia el sincretismo derechoso.
-¿Quién
os resulta el peor de estos cuatro: Rosas, Maurras, Julio de Versalles o
Militis Militúm?
-Forman
una mesa cuadrada. Preferimos las tablas redondas. Somos caballeros, como los
rosacruces. O los baños públicos.
-¡Basta
para mí!, dijo Sancho. ¡Suficiente!
Tienen un muy-bien-diez
–felicitado en Disidencia Controlada. Pero ahora, antes de sentenciar,
escuchadme bien:
Inspirado
estaba el Gobernador para discursear, pero lo interrumpieron maleducadamente los
de la barra del Pipiolo, que celebrando el “muy-bien-diez-felicitado”,
empezaron a entonar las estrofas del Himno a la Disidencia Controlada:
Nosotros
los pasteleros
Nosotros
los franeleros,
sincretistas
y fulleros
irenistas
y muleros
somos
nomás la derecha.
Los
demás son pura endecha
inmovilistas
sin mecha.
En
viendo que habíanse atrevido a interrumpir al Gobernador con tamaño autoloor, la
Guardia Real Mazorquera dióse a los abucheos contra la recua:
-¡Felones,
bellacos, chaqueteros, olfas, funambulistas, saltimbanquis, bipolares,
atorrantes, anfibólogos, bustrofedistas...!
-Después
de “atorrantes” me perdí, le dijo Sancho a Wikipedia. ¿Siguen siendo insultos?
-Le
aseguro que sí, Su Refulgencia. Pero sólo se comprenden teniendo un cacho de
cultura, como Romano Amerio.
Retomó
Sancho la palabra que le había sido quitada irrespetuosamente por los coreutas
de la New Right, y dijo:
-¡Padre!: Háblales
a tus hijos de que fuimos parte de un Imperio. La primera y la última avanzada.
Háblales de que fuimos reyno de una Monarquía Católica y no electorados de partidocracias
crapulosas. Háblales de los Evangelizadores, Misioneros, Conquistadores y
Mártires, que cubrieron todos los espacios de esta tierra originada y a la vez
nutricia.
Háblales
de los esposos abnegados, del patriarcado servicial, oblativo y amoroso; de las
mujeres bravías, maternalmente orgullosas; de los hogares preñados de hijos y
de nuevos retoños. La Santa Tradición. Háblales de los héroes y de los santos,
de los poetas y artistas, de los que construyeron nuestros templos, libraron
nuestras batallas, forjaron nuestras ciudades, cimentaron las universidades y
los claustros.
Háblales
de la gloriosa Confederación Argentina, de los crímenes del liberalismo, de los
abusos capitalistas, del oro extranjero con que se financió nuestra ruina.
Háblales de los caídos en la guerra justa contra el terrorismo marxista. Que
conozcan uno a uno sus nombres y su epopeya. Háblales, no te olvides, de los
muertos honrosos en la Gesta de Malvinas. De todas las armas, de todos los
grados, cubriendo todos los puestos. Los guerreros piden guerra no despachos
bursátiles.
Háblales
de la pureza, de la importancia de valorar la castidad y de reconocer y
practicar siempre el Orden Natural. Háblales de los Mandamientos, del Credo,
del Padrenuestro y del Decálogo. Del deber de reaccionar airadamente cada vez
que ofenden a Dios y a lo que es de Dios. Cada vez que conculcan la obligación
de no tomar en vano el nombre del Señor, no nuestros sentimientos religiosos.
¡Educador!: Háblales a tus alumnos de Isabel de
Castilla y de Fernando de Aragón. De Hernandarias de Saavedra, Juan de Garay,
Pedro Ortíz de Zárate, el Padre Castañeda. Háblales de Don Santiago de Liniers
y de cada ejecutor de hazañas durante la Reconquista y la Defensa de Buenos
Aires, cuando sucedieron las invasiones inglesas. Háblales de los orígenes
marianos de los colores de nuestra bandera. De Belgrano entregando su bastón de
mando a la Virgen de la Merced. De San Martín nombrando Generala del Ejército a
la Virgen del Carmen, y castigando con dureza ejemplar a los blasfemos.
Háblales de la guerra gaucha, ejemplo de fortaleza criolla. De lo que significa
levantar en armas una tierra entera para custodiar la soberanía.
Háblales
de los Caudillos Federales, con sus tacuaras en vilo, pingos al descampado,
pendones en alto. Pronúnciales con altivez los nombres de Pancho Ramírez,
Estanislao López, Pascual Echagüe, Felipe Ibarra, Ciriaco Cuitiño, y el del
Ilustre Restaurador de las Leyes, Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas.
Háblales de aquella insignia guerrera que desafiaba gritando ¡Religión o
Muerte!, de las cadenas de la Vuelta de Obligado, de los últimos resistentes a
la barbarie liberal y masónica, tras las huestes del Chacho Peñaloza o de Felipe Varela.
Háblales de cómo la miserable propaganda aliada, judeo masónica marxista, hizo
trizas la verdad histórica sobre los Movimientos Nacionales Europeos y de sus
respectivos Caudillos.
Háblales
de los maestros universales, de cuyo magisterio nos nutrimos con provecho. Pero
no omitas las figuras de los grandes pedagogos argentinos: Estrada, Castellani,
Genta, Sacheri, García Vieyra o Petit de Murat. Háblales de que el liberalismo
es pecado, de que el marxismo es intrínsecamente perverso, de que el sufragio
universal es una mentira, de que la soberanía no radica en el pueblo sino en
Dios.
Háblales
de San Martín de Tours, Patrono de esta Ciudad Trinitaria. “Si mi fe se
interpreta como miedo –le dijo al emperador Constante- que mañana me coloquen
sin armas delante de las avanzadas. En el nombre del Señor, y con el signo de
la cruz por toda defensa, atravesaré sin temores los batallones adversarios”.
En
cuanto a los enemigos, zurdos, tuertos, bizcos, patilludos, derechoides,
neoderechizantes, ambiguos, populistas, demagogos, anarcolibertarios,
ambidestros, acomodaticios, votopartidócratas, tomad nota. ¡Os estamos
esperando! Nos inspiráis cólera, no miedo; bríos no retrocesos; pugilatos, no
contubernios.
Agathaura
no olvida sus raíces. Y nosotros somos La Agathaura de la memoria fiel. ¡Aquí
no se rinde nadie!, como gritó Hermindo Luna. Y completó después el Perro
Cisnero: No sé capitular, no sé rendirme. Después de muerto hablaremos.
-Padres,
Docentes, Jóvenes: ¡cada cual en su puesto! ¡Viva Agathaura! ¡Mueran los
salvajes, asquerosos e inmundos Disidentes Controlados!
Aquellas
palabras inspiradas (o robadas a algún paleofacho, según las malas lenguas), lo
habían transfigurado a Sancho. El aplauso fue unánime, prolongado, manoseador y
estentóreo. Su figura tomó por instantes las formas estilizadas de El Caballero
de los Espejos o de El de la Blanca Luna. No se le vieron durante esos momentos
mágicos ni las mortadelas que solían colgarle de las faltriqueras, ni las
ristras de ajo que hacían de carcaj, ni las alpargatas con restos de alpiste y
popó de bataraza. Suspiraban por sus palabras Casildea de Vandalia, prometida
de Sansón Carrasco, la pastora Marcela, Quiteria la Hermosa, novia de Camacho
el rico; y hasta Teresa lo besó tiernamente en las comisuras, como si no fuera
su marido.
Todos
asintieron que en tamaña e impar ocasión no hacía falta Sentencia. La Secretaría
de la Disidencia Controlada fue disuelta de facto, los postulantes a dirigirla
fueron desterrados; varias fundaciones gringas se apresuraron a darle cobijo, y
se les advirtió a los simpatizantes, artífices y cómplices de este Montaje, que
se les venía la noche de proseguir en sus trece.
Y ahinomás se dio la señal de los festejos, los cuales consistieron en una caída del sistema, un apagón intencional de internet, una marcha sobre Roma, dos recuperaciones de La Bastilla, y una sobredosis de regalismo, por la cual se canonizó súbitamente al Gaucho Rivero, a Sardá y Salvany y al Sargento Cruz.
ANTONIO CAPONNETTO
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El
libro de Antonio, “El Último Gobierno de Sancho”, está a la venta en la Argentina en la
librería “Santiago Apóstol”- La Plata 1721- Bella Vista. Contacto: 11 3782 8582
o +54 9 11 3782-8582.
Por su parte, mi nueva novelletta, “Agustín”, está a la venta en Buenos Aires en el “Centro Guadalupano- Libraría Don Quijote”- Bartolomé Mitre 1721- Zona Congreso. Contacto: 11 2536 7640 o +54 9 11 2536-7640. En Montevideo, en la librería "Diomedes", sita en Blvr. España esquina Salterain. Contacto: +598 92 415 616.
Para
leer el primer capítulo de “Agustín”: CLIC AQUÍ.
Muy bueno! La verdad me hizo reír y pensar sobre la realidad con esta gente de la llamada "Nueva Derecha" Me gustaría tener ese libro del Prof. Caponnetto. Vale la pena tener un material de calidad como ese, pero no puedo lamentablemente viajar a Buenos Aires. Ojalá algún día lo pueda tener. Gran abrazo y siempre con la verdad aunque duela. Los felicito!
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