domingo, 26 de junio de 2022

27 DE JUNIO DE 1973


“La Mañana”, 29 de junio de 1973:

“La crisis política desatada desde las elecciones de 1971 culminó en la madrugada del miércoles con la disolución, por el Poder Ejecutivo, de las cámaras de Senadores y de Representantes.

[…] Debemos decir con entera franqueza que estimamos que no es solamente la lógica consecuencia de un largo desarrollo político, sino también la inevitable y única salida posible del mismo.

Al Presidente de la República no le quedaba otro camino para salvar la esencia de las instituciones y la integridad nacional de la paz interna.

La decisión no sorprendió a nadie porque es la conclusión lógica e inevitable del deliberado enfrentamiento organizado por diversos centros de maniobra política contra el Poder Ejecutivo desde el día en que se conoció el resultado de las inobjetables elecciones de 1971. Los derrotados de entonces no perdonaron nunca ese resultado.

El Presidente de la República, en su alocución del miércoles por la noche, al recordar sus insistentes esfuerzos para alcanzar la realización de un gobierno nacional que el país tanto necesitaba, recuerda cómo ‘subió las escaleras y ofreció sin reticencias y sin condicionamientos, la oportunidad de trabajar todos juntos, los uruguayos que deseaban el bien del país, en la gran obra de la reconstrucción nacional’. Todos conocen la verdad de este esfuerzo, que por pasión, por ambición o por ceguera, fue sistemáticamente rechazado.”

“Azul y Blanco”, 8 de agosto de 1973:

Verdadero acto de preservación institucional

“El Presidente de la República Don Juan María Bordaberry ha dado el paso trascendental de disolver las Cámaras.

Todo el pueblo, el verdadero Pueblo Oriental, el que rechaza con indignación tanto la traición de la Antipatria como la traición de los políticos descastados y corruptos, está con el Presidente Bordaberry y aplaude con calor y entusiasmo la medida difícil pero indispensable, que acaba de tomar.

En nuestro siglo y medio de vida institucional muchas veces han sido disueltos por el Poder Ejecutivo los cuerpos constituyentes o legislativos del Estado, y nunca antes y muy difícilmente en el futuro, habrá estado tan plenamente justificada esta medida.

Porque pese a las apariencias primerias, el paso dado no sólo no constituye un avasallamiento de las instituciones, sino que constituye, por el contrario, un verdadero acto de preservación institucional. Es con entera veracidad y exactitud que el Presidente Bordaberry ha dicho: “Las instituciones, compatriotas, las estamos salvando hoy”.

Quien no conozca la personalidad de Juan María Bordaberry; quien no conozca su natural de hombre sencillo, sin ambiciones, excelente esposo y padre de una numerosa y bien constituida familia; quien sólo piense en la imagen de los tantos que en América han sabido erigirse “salvadores” de sus respectivos países, podrá pensar que esas palabras constituyen la cínica expresión de un nuevo “mandamás”. Y nada tan contrario a la realidad como ese pensamiento […]

Cómplice y encubridor de la sedición antinacional

La disolución de las Cámaras y luego de las Juntas Departamentales “constituyen una reafirmación de la institucionalidad” porque “si se trata de medidas absolutamente excepcionales” lo son precisamente “porque así lo imponen circunstancias también absolutamente excepcionales”.

Circunstancias absolutamente excepcionales y absolutamente graves que ningún ciudadano honesto y consciente puede negar. Esas circunstancias fueron perfectamente reseñadas por el Presidente tanto en el mansaje a la Asamblea General en que expuso la grave violación cometida por el Parlamento en el caso de Erro, así como también en los fundamentos del Decreto de disolución de las Cámaras y en el discurso radiotelevisado dirigido a la Nación en la noche del mismo 27 de junio.

Todo lo ocurrido con motivo del pedido de desafuero del senador Erro, elevado por la Justicia Militar, fue algo tan bochornoso que si los políticos no se avergüenzan de ello –y todo indica que no se avergüenzan- es porque han perdido toda sensibilidad, todo espíritu crítico, todo pudor, todo respeto por sí mismos.

EL PARLAMENTO Y EN SUS DOS RAMAS, SE CONVIRTIÓ EN CÓMPLICE Y ENCUBRIDOR DE LA SEDICIÓN ANTINACIONAL, EN CÓMPLICE Y ENCUBRIDOR DE LA ANTIPATRIA, al proteger y sustraer de la justicia competente a Enrique Erro, uno de los jefes políticos de los criminales complotados para entregar al país a la esclavitud marxista y comunista.

Y esto lo hizo el Parlamento en momentos en que la guerra subversiva con que el comunismo ataca nuestro país está en pleno curso y el enemigo, contenida de momento la violencia externa del sector castro-maoísta, tiene intacto su aparato militar del sector moscovita y domina con gran poder amplios y numerosos ambientes de la vida nacional y ejerce una incontrastable influencia psicopolítica que arrastra a gran parte de las generaciones jóvenes. Por consiguiente, tan grave comportamiento del Poder Legislativo en momentos de peligro para el país comporta un verdadera traición, un verdadero crimen de lesa Patria.

… No consagra la impunidad de los delincuentes

Como señaló el Presidente en los documentos citados, “las mayorías parlamentarias acaban de consumar un hecho de indudable gravedad: han rechazado la acción de la justicia en un caso en que la propia patria había sido agredida”.

“Para ello, el Poder Legislativo usó de sus potestades con un fin ilegítimo; so pretexto de defender los fueros pretendió impedir con motivos políticos el curso de un proceso penal. El Poder Legislativo no está facultado para ello. El Poder Legislativo no está facultado para denegar la petición formulada, no por el Poder Ejecutivo sino por la justicia competente […]”

Pero fue el caso, como lo recuerda el Presidente en su exposición, que legisladores que pesaron decisivamente el resultado, expresaron que existía mérito suficiente para el procesamiento del senador Erro, pero que igualmente no se iba a votar afirmativamente el desafuero solicitado por el justicia; otros ya anunciaron su voto negativo aún antes de leer el expediente remitido por el juez militar, antes de informarse, de interiorizarse si el pedido era razonable o no. Para todo eso no está facultado el Poder Legislativo, para eso no tiene discrecionalidad […]

Como muy bien dijo el Presidente en su discurso, “la independencia de poderes no consagra la impunidad a los delincuentes. No significa tampoco una valla que detenga la justicia a las puertas del Palacio Legislativo, desde cuyo interior transgresores de las leyes se burlen de la acción de los poderes públicos”.

“No es posible imaginar que el fuero de excepción de los legisladores conferido sólo para desarrollar su gestión como tales, se transforme en régimen de privilegio. No es posible aceptar que el hecho de ocupar un cargo electivo de a su titular la posibilidad de quedar al margen de la autoridad de los magistrados, de acometer cualquier empresa delictiva sin temor a sufrir el castigo que le imponen los jueces, de coligarse con los enemigos […]”

Las reticencias del Parlamento en la lucha antisubversiva y el símbolo del enemigo infiltrado

Destaca el Presidente que Erro, fuera de la responsabilidad penal que le pueda caber a juicio de la justicia competente, es “el símbolo del enemigo infiltrado”, representó para quienes estaban en el frente de la lucha antisediciosa “el traidor que los tiroteaba desde la retaguardia”. Sostiene que la importancia de este episodio “va más allá de la pura relación entre el ciudadano acusado y la justicia que lo reclama ya que él, el 1 de marzo de 1972, antes de que el gobierno hubiera dictado sus primeras medidas […] ya elevaba su puño airado contra el Presidente de la República. Y para ese entonces había manifestado públicamente también que ese era el año del triunfo de la revolución armada y que el nuevo Presidente no pasaría del mes de agosto”.

Recalca que “desde el punto de vista del pueblo uruguayo, la negativa de la mayoría de los legisladores, representa el decaimiento del espíritu de lucha contra la sedición”. Este párrafo hay que interpretarlo como que tal actitud del Parlamento propendía al decaimiento del espíritu de lucha en general, del espíritu de lucha en aquellos que realmente luchaban; no del espíritu de lucha del Parlamento que nunca tuvo… Que tal interpretación refleja fielmente lo que en realidad quiso decir el primer mandatario, se comprueba en un pasaje posterior en el que señala que los uruguayos “hemos contemplado con asombro las reticencias (del Parlamento) en la lucha contra la sedición”.

Ejemplo y culminación de un proceso de larga data

El Presidente Bordaberry, aún cuando da al lamentable episodio del desafuero de Erro toda la importancia que merece, no por eso deja de advertir que él se inserta en un contexto mucho más extenso y mucho más grave del cual no es más que “ejemplo y culminación” […] “no es un episodio aislado fruto de una coyuntura circunstancial sino más bien es ejemplo y culminación de un proceso de larga data que corroe sin pausa las instituciones nacionales”.

Predominio de la ambición política y de la guerra contra las instituciones

Historia luego el Presidente todos sus esfuerzos para aunar las voluntades dentro de su propio partido y con los otros grupos tradicionales […]

Habiendo conseguido que un “importante sector del partido que no puedo llamar adversario, aceptara integrarse en la gran tarea nacional […] desde dos extremos se hizo fuego a esta actitud patriótica de quienes habían comprendido que la hora era de unión y no de divergencias”; desde el extremo de los enemigos de la patria y desde el otro extremo desde donde “hubo quien, ciego por su frustración y movido sólo por la ambición personal, denostó desde el primer momento, disminuyó, rebajó la conducta de los hombres que habían resuelto deponer sus diferencias partidarias en la hora en que así lo reclamaba el supremo interés nacional”. Clara alusión al “Güilson” cuya última ‘’performance” es la disparada con el “Toba Gutiérrez” para Buenos Aires, donde se entrevistaron con los tupafrentistas Erro y Michelini y gestionaron el refuerzo de las subvenciones extranjeras para la nueva “lucha” a emprender.

Recuerda como […] se empleó “la calumnia como arma disolvente, el vilipendio de las instituciones como instrumento de deterioro, el no cumplimiento de los cometidos legislativos por intereses subalternos, paralizando, enervando la acción del gobierno […]”.

“Las instituciones las estamos salvando hoy”

Y de todo este cuadro significativo el Presidente sacó sus conclusiones […]: “no seré yo, compatriotas, quien asista inerme y pasivo, en nombre de una hipócrita defensa de las instituciones, a este proceso de desintegración nacional”.

No creerá haber cumplido con su deber si se conforma con entregar, al cabo de su mandato, “un país sin esperanza, un país sin felicidad, un país sin desarrollo, un país tal vez sin libertad, a cambio de poder decir que se han salvado las instituciones. Las instituciones, compatriotas, las estamos salvando hoy”.

[…] “No era posible detenerse sólo en defensa de la exterioridad, de la cáscara de las instituciones, mientras su contenido era corroído por la ineficacia, la demagogia, la pequeña política. Era necesario asumir la responsabilidad de detener ese proceso, que ya tan profundamente anidado en el sistema mismo, no era capaz de producir su propia purificación. Caminábamos así hacia el desastre en la apariencia de la institucionalidad cuando en rigor ésta había desaparecido sofocada entre ambiciosos y traidores”.

Puerta abierta hacia la salvación

El paso dado por el Presidente de la República Juan María Bordaberry está perfectamente justificado por la situación de nuestro país e impuesto por el Derecho Natural del que el derecho positivo es una aplicación; una aplicación que no puede agotarse en la mera formalidad, sino que tiene que cumplir los objetivos que el Derecho Natural supone. En el positivismo jurídico, acorde con la ideología liberal, el derecho no es más que una mera formalidad que se agota en el culto de lo formal, sin que sean lícitas actitudes como las del Presidente Bordaberry que se aparta de la formalidad institucional para salvar la esencia de las instituciones en peligro.

El gesto presidencial es una puerta que se abre hacia el camino de la salvación que debe ser recorrido con tesón y voluntad.

Momento de enfrentar a la CNT y a la psicopolítica comunista

La consecuencia inmediata de este gesto ha sido despejar el campo de elementos indeseables y de enemigos emboscados en las instituciones […] lo importante es la eliminación del nido de demagogos, antinacionales y políticos de profesión  y de afición que era el Parlamento; especialmente, la eliminación de los representantes del siniestro frente Antipatria.

Ahora, sin perjuicio de la eliminación de los emboscados que todavía queden, lo principal es enfrentar a los enemigos más amenazadores: la CNT y la psicopolítica comunista.

Estas constituyen amenazas gravísimas contra las que hasta ahora no hubo oportunidad de librar el combate decisivo por su eliminación total. Se está aproximando el momento en que ese combate será insoslayable, impostergable. Combate a muerte y sin cuartel.

1 comentario:

  1. Será muy interesante poder intercambiar con usted personalmente, si es que el número de celular que figura en el canal de youtube, ya que viví esos años como jovencita y recibí las opiniones de mis mayores, en ese sentido, también.
    Y "los males del comunismo" se desparramaron por el mundo, por no consagrar a quien había que hacerlo, cuando debió hacerse.

    Saludos.

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