¿En algún momento los orientales lo comprenderán y “patearán el tablero”?
Por BRUNO ACOSTA
El próximo domingo 24 de noviembre dará lugar, en nuestro querido Uruguay, el balotaje, que habrá de definir el próximo presidente y su respectivo vicepresidente. Como en una “timba” -se me perdonará la expresión- el futuro mandamás oriental se dejará a criterio del azar -que eso es la circunstancial “mitad más uno”- como si algo tan trascendental como el gobierno de la polis pueda dejarse librado al arbitrio.
Se enfrentarán Yamandú Orsi por el Frente Amplio y Álvaro Delgado por el
Partido Nacional. Sus respectivas candidatas a vicepresidente son Carolina
Cosse y Valeria Ripoll -cubriendo disciplinadamente la “cuota de género”-.
Ahora bien: no es necesario, para cualquier persona bien nacida y con un
mínimo de formación, explicar por qué no es correcto votar al Frente Amplio
marxista. Sirvan como pretexto las más de 100 millones de personas asesinadas
por el comunismo durante el siglo XX. Recuérdese que la creación del Frente
Amplio en 1971 fue idea del Partido Comunista, y dentro de sus filas, aún hoy,
ese partido tiene mucha ascendencia. La candidata a vicepresidente le
pertenece. Ha colocado 3 senadores (Andrade, Moreira y Cosse -en su defecto,
Nane-) y 6 diputados. El comunismo es “intrínsecamente perverso”, según el Papa
Pío XI: ateo, materialista, destructor del alma y del cuerpo.
Repito: ninguna persona de buena voluntad con un mínimo de formación votará
al Frente Amplio marxista. Va de suyo. Mas el problema se suscita con la
fórmula Álvaro Delgado – Valeria Ripoll. Siempre ocurre lo mismo, elección tras
elección. El argumento de mucha gente es que, por evitar la llegada del Frente
Amplio al poder, votarán -aunque sin demasiado convencimiento- al candidato del
Partido Nacional. “Lo menos malo”: trillado ardid.
En ese sentido, verbigracia, y con cierta hondura y lógica, Rodolfo Fattoruso
esgrimió que es preferible votar al Partido Nacional para evitar que el Frente
Amplio obtenga la totalidad del poder público. Ya lo tiene en los sindicatos, en
la educación, etc.; sería peligrosísimo, dice, que también obtuviera el Ejecutivo
y sus derivaciones.
Estas personas, presentando estos sofismas, no se dan cuenta de que LA
TRAMPA ES EL SISTEMA.
Ensayando esa clase de argumentos, no comprenden que le dan vida al
sistema, lo refrendan elección tras elección, sin comprobar que ALLÍ ESTÁ LA
TRAMPA. Ambos candidatos, Orsi y Delgado, representan a la REVOLUCIÓN. Son el
manido “MISMO PERRO CON DISTINTO COLLAR”. Ambos son revolucionarios, quieren la
destrucción de la civilización cristiana, aunque con distintas formas y
tiempos. De haber alguna diferencia entre ellos, es meramente de carácter
ACCESORIA, COSMÉTICA. No esencial.
Puedo conceder, por ejemplo, que Delgado sea un revolucionario cuyos
tiempos sean más lentos que los de Orsi. Que de ganar, quizás, no profundice
tanto la revolución como aquél, o tan rápidamente. Pero, justamente, allí está
LA TRAMPA: en no comprender que, votando a uno u a otro, se está votando por la
REVOLUCIÓN.
¿Hasta cuándo tolerarán los orientales de bien esta trampa perversa que es
la democracia, que siempre termina fomentando la revolución, la decadencia, la
subversión?
Pasando a un plano menos abstracto, y como pocas veces, esta falsa
oposición entre Orsi y Delgado es fácil de probar:
1) En primer lugar: ¿qué tanto hizo el actual gobierno de Lacalle Pou -del
cual Delgado será, eventualmente, su continuación- contra el marxismo
revolucionario? Los sindicatos siguen en manos del comunismo, la educación
también; en 5 años procesaron a más militares y policías, defensores de la
patria, que en 15 años de frenteamplismo, algo absolutamente inconcebible. Le
han hecho el juego al progresismo en ese tema, con la falacia de los
“desaparecidos”, y en otros, como el feminismo. Económicamente, siguieron los
mismos lineamientos fondomonetaristas que el Frente Amplio. También UPM sigue
explotando nuestros recursos, si bien Lacalle Pou tuvo ocasión de retirarla. A
la vez, están vigentes las leyes inicuas del aborto, la legalización de la
marihuana y el seudo matrimonio homosexual, de la época de Mujica. Y un largo
etcétera.
2) En segundo lugar, el propio Álvaro Delgado, con absoluta trasparencia,
demuestra cuán progresista es. ¿Qué más quieren como prueba, los orientales de
buena voluntad, para verificar que ambos SON LO MISMO, que la TRAMPA ES EL
SISTEMA? Álvaro Delgado:
A) Ha dicho que “no es ni será jamás la derecha del Partido Nacional”
(https://www.elobservador.com.uy/nota/alvaro-delgado-no-soy-ni-sere-la-derecha-del-partido-nacional--2023424143218);
B) Ha elegido como su candidata a vicepresidente (tenemos sospechas de que
por intermediación de la masonería) a Valeria Ripoll, quien fuera MIEMBRO DEL
PARTIDO COMUNISTA DEL URUGUAY hasta 2017 (¡!) y SECRETARIA GENERAL DE ADEOM,
sindicato marxista, hasta agosto de 2023. Es decir, eligió a una comunista como
su candidata a vice, sin rodeos. Quienes voten a Delgado, pues, votarán para
presidir el parlamento a una comunista; y votarán para ser presidente -en
ausencia de Delgado o por su muerte (hubo dos casos en el siglo XX)- a una
comunista.
C) Sostuvo este 19 de noviembre que “NO DESCARTO TENER MINISTROS DEL FRENTE
AMPLIO, en temas en que haya acuerdo”. ¡Vote a Delgado, señor! ¡Vote a Delgado
que es votar, también, al Frente Amplio! Ya no es ni siquiera disimulado…
(https://www.montevideo.com.uy/Noticias/-No-descarto-tener-ministros-del-FA-en-temas-donde-haya-acuerdo--dijo-Delgado-uc907017)
Por todo lo dicho: ¿Llegará un momento en que los orientales despierten y
se den cuenta de que el problema ES EL SISTEMA, de que el problema es la democracia?
¿O seguirán jugando, eternamente, al juego del “mal menor”, mientras que la
revolución va tomando posiciones? ¿PATEARÁN, ALGUNA VEZ, EL TABLERO?
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