El verdadero militar, ¿debe contemplar indiferente
cómo se va demoliendo la nacionalidad? ¿Debe ser un mercenario, el
guardaespaldas del régimen de turno? ¿Debe servir también de guardaespaldas a
los especuladores y a los marxistas?
Quiere decir que si el poder público se entrega a la
antipatria, ¿el verdadero militar debe quedar indiferente? Un tal evento,
que significa desvirtuar los principios fundamentales de nuestra Constitución y
de nuestra convivencia política, ¿debería tener vía libre en virtud de tal o
cual articulejo de la letra escrita? ¿No es que “la letra mata y el espíritu
vivifica”?
Podrá quedar indiferente ese engendro, aberrante y
contradictorio, que es el llamado “militar civilista”; pero el auténtico
militar, el que posee verdadero espíritu militar, no quedará indiferente.
Quien realmente es militar sabe cuál es su deber personal,
sagrado, ineludible, insoslayable; asegurar en todo momento y aún a costa de su
propia vida el cumplimiento de la misión de las Fuerzas Armadas de preservar la
soberanía nacional contra cualquier enemigo.
Un militar “con espíritu militar” (no “civilista”)