sábado, 12 de abril de 2025

CARTA DE MARC WINCKLER A JEAN VAQUIÉ (ACERCA DE LA “PASIÓN” DE LA IGLESIA)

Mañana comienza la Semana Santa. Actualmente no es posible vivir corrientemente la semana litúrgica más importante del año, dado que la Iglesia atraviesa su Pasión. Pero es menester santificarla de algún modo, verbigracia, procurando entender dicha Pasión.

En ese sentido, ofrezco aquí, por vez primera en español, el testimonio de Mark Winckler, intérprete de italiano en el Vaticano en el álgido período 1944-45. Este hombre conoció muy de cerca a Montini (Pablo VI) y a otros prelados que tomaron parte activa y planificada en la destrucción de la Iglesia. Su testimonio es demoledor; pero hay un pasaje que quiero resaltar: “Todavía hay mucho que decir sobre Montini, pero lo esencial está ahí. Este nuevo Anacleto II, al no tener un San Bernardo que lo denunciara, ni una Cristiandad que lo combatiera, pudo aplicar impunemente (aquí abajo) el plan del Anticristo.” Quienes quieran ver en Lefebvre un San Bernardo moderno, están equivocados. Lefebvre, con su heterodoxa doctrina de la obediencia, con sus sinuosidades, esterilizó la reacción del tradicionalismo. Por su culpa y de sus erróneas e inéditas enseñanzas, durante 50 años se han visto como Papas a quienes no lo son, frustrándose una verdadera reacción.

BRUNO ACOSTA

 

Estimado señor:

Atenderé con gusto su demanda. La mayoría de los sacerdotes a quienes ofrecí mi testimonio gentilmente respondieron que no me creyeron. Muy mal para ellos.

Yo era intérprete en el Estado Mayor de junio en Italia (1944-1945) y había sido invitado a formar parte del "grupo de amistad del patriarcado romano", cuyo capellán, el Obispo Sergio Pignedoli (hecho cardenal por Pablo VI y por un momento en equilibrio con Luciani, después de la muerte del mencionado Pablo VI), trabajó para preparar los espíritus de los príncipes para un cambio de orientación. De hecho, algunos se convirtieron en masones, como Giulio Sacchi, actual Gobernador de la Ciudad del Vaticano. Dado que mi nombre me hizo pasar por judío (pues varias familias judías lo adoptaron para pasar inadvertidas), fui invitado a asistir a la primera reunión de la "alta judería" romana post fascista. Después de eso, los marranos del Vaticano me presentaron a Montini, judío por parte de madre, convertida en ocasión del matrimonio y también por parte de la familia paterna (cf. "Libro de Oro" de la nobleza italiana). Pignedoli, íntimo de Montini (se convirtió en su coadjutor en Milán), fue encargado por él de sondearme y prepararme para ser su corresponsal en París. Fue el 2 de enero del 45, en ocasión de una recepción, cuando Pignedoli me presentó al Príncipe de Napoli-Rampolla, sobrino-nieto del Cardenal y Venerable de la Logia Masónica Rampolla, filial de la Logia de Zúrich de la "Ordo Templi Orientis" a la que pertenecieron tanto el Cardenal Rampolla como su sucesor Gasparri. Montini, a quien todo lo predisponía a ser tomado por la masonería, no sólo por su familia, sino por sus especiales costumbres (numerosos escándalos tapados), ingresó en la Secretaría de Estado bajo Gasparri. Su afiliación a la logia Rampolla me fue claramente afirmada por Pignedoli, quien era miembro y deseaba que yo fuera iniciado. La futura elección de Montini, el cambio de orientación de la Iglesia, la apertura al mundo, la democratización y la sovietización de las estructuras, el ecumenismo, todo esto me fue dicho con un tono de voz un poco alterado, pero sin demasiados rodeos, mientras caminábamos hacia [la casa] del Príncipe de Nápoles, dignatario, por otra parte, de la Orden de Malta, donde los FM se han infiltrado en gran número desde el siglo XVIII.

Todavía hay mucho que decir sobre Montini, pero lo esencial está ahí. Este nuevo "Anacleto II", al no tener un San Bernardo que lo denunciara, ni una Cristiandad que lo combatiera, pudo aplicar impunemente (aquí abajo) el plan del Anticristo. Te certifico este testimonio al pie del tabernáculo (la capilla está encima de mi escritorio) para el honor de la Verdad; y le ruego que crea, querido señor, en mi mejor devoción.

Mark Winckler (24 de abril de 1982)

 

Pd: Al no haber seguido las propuestas de Montini y Pignedoli, Montini encargó a Maritain, entonces embajador ante la Santa Sede (gracias al miserable G. Bidault), que interviniera ante mi general (Le Coulteux de Caumont) para enviarme de regreso a Francia…

 

Fuente: La voix des Francs Catholiques, n°21, julio de 2011.

Enlace al original francés: https://ledoctrinaire.blogspot.com/2014/02/lettre-de-marc-winckler-jean-vaquie.html

Nota: Jean Vaquié fue un autor francés, católico tradicionalista, cercano, por ejemplo, al escritor León de Poncins.

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