“Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la
Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado; le han dado a beber ajenjo, han puesto
sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más sagrado. Donde fueron
establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las
naciones, ahí, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de
suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey” (del exorcismo del Papa
León XIII)
Por BRUNO ACOSTA
Ha muerto Jorge Mario Bergoglio, sedicente Papa. Nosotros, lejos de poner cara de compungidos como lo hacen otros -por temor servil a la írrita jerarquía eclesiástica- lo decimos descarnadamente: ha muerto un enormísimo enemigo de Cristo y de Su Iglesia.
Ya, por fin, es hora de la Verdad; ya, por fin, es hora
del sí sí, no no evangélico. No se admiten más medias tintas ante la
destrucción que, desde dentro, están produciendo a la Iglesia sus enemigos.
Callar o disimular es ser cómplices del Mal.
Es del año 1907 esta sentencia del Papa San Pío X,
extraída de su capital encíclica Pascendi: “hoy no es menester ya
ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se
ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno y
gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto
lo son menos declarados”. Esos enemigos que estaban en el corazón de la
Iglesia por 1907 treparon posiciones y, desde 2013, tuvieron a uno de los suyos
fungiendo como Papa: Bergoglio. Omitimos en este caso, adrede y por no abundar,
a sus inmediatos predecesores.
¿Qué misterio hay, pues, si es que ya en 1907 se denunciaban
estas acechanzas? ¿Cuál es el prurito que existe para gritar desde los tejados
que Bergoglio fue un heresiarca?
Son tantísimos, tantísimos los hechos que lo demuestran
que si una persona medianamente instruida no lo admite es fruto de una abisal “ceguera
espiritual”, como insiste nuestro amigo Alejandro Sosa Laprida. O porque prioriza
situaciones de confort a las “hipótesis de conflicto” que le podría acarrear
decantarse por la Verdad; o dado que antepone el sentimentalismo o el magister
dixit a la razón.
Insistimos: es un rosario de pruebas que podrían darse
para demostrar que Bergoglio fue un declarado enemigo de Cristo; que fue uno de
esos “modernistas” denunciados por San Pío X, quienes infiltraron a la Iglesia.
Mas vayamos, nada más, a un ejemplo.
A la muerte de Bergoglio, la Masonería italiana sacó un comunicado, que dice en substancia lo que sigue:
“En estos momentos de duelo, nuestra Comunión desea
rendir homenaje a la visión del Papa Francisco, cuya obra guarda una
profunda resonancia con los principios de la Francmasonería: la
centralidad de la persona, el respeto a la dignidad de cada individuo, la
construcción de una comunidad solidaria y la búsqueda del bien común. Su
encíclica «Fratelli tutti» constituye un manifiesto. «Libertad, Igualdad,
Fraternidad» es el triple eje del sistema de valores de la Francmasonería.
Superar las divisiones, las ideologías y el pensamiento único dominante para
reconocer la riqueza de las diferencias y construir una humanidad unida en la
diversidad: este fue el ferviente deseo de Francisco, y es el mismo
designio que persigue la Gran Logia de Italia.
El Papa Francisco supo reconciliar la fe y la razón, dimensiones complementarias de la experiencia humana, renovando el principio anselmiano de credo ut intelligam [creo para comprender]. Una fe capaz de cuestionarse, de acoger la duda y del diálogo, que también encontramos en el método iniciático masónico, fundado en un camino libre de dogmas y sustentado por la búsqueda incesante de la verdad.
El reinado de Francisco puso en el centro a los pobres y
olvidados, junto con el cuidado del planeta y una ética del desarrollo basada
en la dignidad humana. Esto también se refleja en la construcción masónica del ‘Templo
interior’, cimentada en la tolerancia, la solidaridad y la resistencia contra
el odio y la ignorancia, y encuentra una profunda correspondencia en la labor
pastoral de Bergoglio, quien con su ‘revolución suave’ demostró que la humildad
y el diálogo son instrumentos de auténtica fuerza. En la línea de la ‘Economía
de Francisco’ y la visión de una ‘casa común’, la masonería apoya el compromiso
con un futuro sostenible, justo y solidario.”
Luciano Romoli
Gran Maestro de la Gran Logia de Italia de los Antiguos,
Libres y Aceptados Masones
Roma, 22 de abril de 2025
Es tan cristalino el mensaje que no es necesario
glosarlo. La obra de Bergoglio guarda
una profunda resonancia con los principios de la Francmasonería. Ahora
bien, contrastemos eso con lo que sigue. Contrariamente, el Papa León XIII
escribió en su encíclica Humanun Genus:
“El humano linaje, después que, por envidia del demonio,
se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los
bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de
ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto
es contrario a la virtud y a la verdad.
El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual
quien quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación,
necesita servir a Dios y a su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda
su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo cuyo imperio y
potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su
caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer a la ley divina y
eterna, y obran sin cesar o como si Dios no existiera o positivamente contra
Dios. Agudamente conoció y describió Agustín estos dos reinos a modo de dos
ciudades contrarias en sus leyes y deseos, compendiando con sutil brevedad la
causa eficiente de una y otra en estas palabras: ‘dos amores edificaron dos
ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios edificó la ciudad
terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial.’
En el decurso de los siglos, las dos ciudades han
luchado, la una contra la
otra, con armas tan distintas como los métodos, aunque no siempre con igual
ímpetu y ardor. En nuestros días, todos los que favorecen la peor parte
parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, bajo la guía y
auxilio de la sociedad que llaman de los Masones, por doquier dilatada
y firmemente constituida. Sin disimular ya sus intentos, con la mayor audacia se
revuelven contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en público la
ruina de la Santa Iglesia, y esto con el propósito de despojar, si
pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los beneficios conquistados
por Jesucristo, nuestro Salvador.”
“Los Romanos Pontífices Nuestros antecesores, velando
solícitos por la salvación del pueblo cristiano, conocieron muy pronto quién
era y qué quería este capital enemigo, apenas asomaba entre las tinieblas de su
oculta conjuración; y como tocando a batalla les amonestaron con previsión a
príncipes y pueblos que no se dejaran coger en las malas artes y asechanzas
preparadas para engañarlos.
Dióse el primer aviso del peligro el año 1738 por el papa
Clemente XII cuya Constitución confirmó y renovó Benedicto XIV. Pío VII siguió
las huellas de ambos, y León XII, incluyendo en la Constitución apostólica Quo
graviora lo decretado en esta materia por los anteriores, lo ratificó y
confirmó para siempre. Pío VIII, Gregorio XVI y Pío IX, por cierto repetidas
veces, hablaron en el mismo sentido.”
“[…] No puede el árbol bueno dar malos frutos, ni el
árbol malo dar buenos frutos. Y los frutos de la secta masónica son, además de
dañosos, muy amargos. Porque de los certísimos indicios antes mencionados resulta
claro el último y principal de sus intentos, a saber: destruir hasta los
fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo,
y levantar a su manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las
entrañas del naturalismo.”
Es decir: a Bergoglio lo felicitan y declaran tener un
mismo propósito los masones, a
quienes León XIII (en acuerdo con sus predecesores) identificó como partidarios
del “reino de Satanás”, aquellos que “se revuelven contra la majestad de Dios, maquinan
abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia”, quienes “tienen como el último y principal de sus
intentos, a saber: destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y
civil establecido por el cristianismo”.
Discúlpenos, pero: ¿puede ser TAN HONDA Y PATENTE LA
CONTRADICCIÓN? ¿Puede ser Papa quien esté afín con aquellos que PERTENECEN AL “REINO
DE SATANÁS”? ¿Con aquéllos que “tienen como el último y principal de sus
intentos […] destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil
establecido por el cristianismo”?
La respuesta negativa se impone. Y, a quien no se le imponga, deberá analizar su doctrina, sus sentimientos o su vida. La Verdad es que Bergoglio fue un Antipapa. Será cuestión de un milagro que un futuro concilio lo declare así; o, lo más probable, será cuestión de tiempo tras la Pasión y Muerte de la Iglesia y la ansiada Segunda Venida.
Que todo lo que este pecador ha escrito sea para la mayor gloria de Dios y de su Iglesia.
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El sucesor saldra de ese conclave lleno de elegidos por todos estos reformadores, no quedan cardenales consagrados por yradicionales
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