Por BRUNO ACOSTA
Se comprenderá que el título de esta nota es, en buena medida,
irónico. Ahora bien: no en toda. Y ello, fundamentalmente, por dos razones.
I) No sería la primera vez que un criptojudío haya usurpado la sede petrina. Así lo hizo el año 1130 el judío Pierleoni, quien tomó el nombre de “Ancleto II”. Contra él se alzó San Bernardo, quien “prescindiendo del problema de que la mayoría de 23 cardenales habían votado por Anacleto en contra de 6 que votaron por Inocencio […] consideró la cuestión desde el punto de vista en que había que considerarse. En carta dirigida al emperador Lotario de Alemania, decía entre otras cosas: ‘Es una afrenta para Cristo que un vástago judío ocupe el Trono de San Pedro’” (“Complot Contra la Iglesia”, p. 512). Anacleto II, el “Pontífice Judío” como lo llama el historiador rabino Louis Israel Newman, usurpó el papado hasta su muerte en 1138 y, tras ésta, fue declarado Antipapa en el Segundo Concilio Ecuménico de Letrán (año 1139).
Curiosamente, y a similitud de Bergoglio, Anacleto “fingía
aparatosa piedad y disfrazaba sus proyectos reformistas con la idea de pugnar
por devolver a la Iglesia a la pureza de sus primeros tiempos […] Había empezado
por adoptar el nombre del primer sucesor de San Pedro, es decir, del Papa
Anacleto I”. Bergoglio, en una línea parecida, tomó el nombre del Poverello
de Asís.
Y considérese hasta qué punto lo siguiente aplica a Bergoglio:
“Nos encontramos, pues, al parecer, delante de una de las primeras
manifestaciones de esa bestia apocalíptica, cubierta con las apariencias del Cordero,
es decir, de Cristo Nuestro Señor, pero que actúa como el dragón. Por algo fue común
en esa época entre los santos, obispos, clérigos y seglares, considerar a
Anacleto como Anticristo, o, en el más benévolo de los casos, como precursor
del Anticristo” (“Complot Contra la Iglesia”, p. 514-15).
Es decir: la primera razón para no tomar tan a la ligera
esto del “rabino” Bergoglio es de carácter histórico: la usurpación del Trono
de San Pedro por parte de un criptojudío no es nueva.
II) Como segundo argumento, hay un documento incontrastable, extrañísimo por lo descarnado, en el cual el rabino Sergio Bergman, otrora Ministro de Ambiente de Macri, entre declaraciones de neto cuño globalista y acompañado por simbología masónica, dice textualmente: “Y como dice MI RABINO DE REFERENCIA BERGOGLIO, hoy Francisco, en Laudato Si’ […]”. A continuación el video:
Que cada quien juzgue; no es preciso aclarar más.
El cuadro preferido de Bergoglio
Si, en este sentido, cabría agregar algo, aunque sea a
modo anecdótico, podría referirse a la siguiente información que trae a
colación el Dr. Antonio Caponnetto en su libro “La Iglesia Traicionada”. El tema
viene a cuento tratando sobre el martirio y la crucifixión. Bergoglio, pictóricamente,
“se inclina por ‘La Crucifixión Blanca’, de Chagall, que era un creyente
judío; no es cruel, es esperanzadora. A mi juicio -dice Bergoglio- es
una de las cosas más bellas que se pintó” (“El Jesuita”, p. 41; referencia
en la p. 50 de “La Iglesia Traicionada”). “Esta ‘cosa más bella’ -escribe
Caponnetto-, según declaró el mismo artista en 1938, es un Cristo rodeado de
ornamentos, personajes, objetos y simbolismos judaicos en homenaje a las
víctimas de los nazis, quienes expresamente aparecen como los verdugos del Señor,
por ser judío. En la línea de otros dogmáticos de la Shoa, el cuadro de
Changall desplaza el centro del holocausto, de Jesucristo a las presuntas víctimas
de Hitler. Se trata, pues, de una profanación hebrea del Santo Sacrificio de la
Cruz. Pero para Bergoglio es “La” pintura” [como lo dice en la p. 120 de “El
Jesuita”] (“La Iglesia Traicionada”, p.50-1).
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Puede resultarle de interés la siguiente nota: “Jorge
Mario Bergoglio, Antipapa: Partidario del ‘Reino de Satanás’”. CLIC AQUÍ
La masonería infiltrada y en lucha contra la Ley Natural Católica.
ResponderBorrarLos siervos de satán andan tras de nosotros.