Carta abierta del Profesor Doctor en Filosofía Josef María Seifert
Kartäuserstraße
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Gaming, N.Ö., Austria
A Su Eminencia el Cardenal Decano Gian Battista Re
Gaming, 24 de abril de 2025
Sobre la necesidad de examinar antes del próximo Cónclave la acusación formal de herejía lanzada por el Arzobispo Viganò (y apoyada por muchos teólogos, juristas y filósofos distinguidos de todo el mundo) contra el Papa Francisco
Su Eminencia, querido y muy venerado Cardenal
Decano Giovanni Battista Re:
Con el más cordial saludo en Cristo, me dirijo a
usted, querido y altamente respetado Cardenal Decano Re, porque usted solo
posee ahora la autoridad para permitir que se lleve a cabo una investigación
sobre la acusación de herejía presentada contra el Papa Francisco antes del
próximo Cónclave.
Usted que ostenta, hasta la elección del próximo
Papa, la máxima autoridad en la Iglesia Católica, invitará, en unión con el
Camarlengo Kevin Joseph Cardenal Farrell, a los Cardenales calificados de todo
el mundo menores de 80 años a elegir al nuevo Papa y puede determinar la fecha
del próximo Cónclave.
Hago de mi carta una carta abierta debido al poco
tiempo que queda para resolver asuntos de extrema importancia y urgencia.
Descubrí a través del texto J'accuse del
Arzobispo Viganò [CLIC AQUÍ PARA LEERLO] dos documentos pontificios
—probablemente dogmáticos y sin duda de suma autoridad— sobre el tema de
“obispos, cardenales y papas heréticos” emitidos por el Papa Pablo IV y San Pío
V. Estos textos me parecen de suma importancia para la Iglesia en el momento
presente. Exigen solemnemente que la Iglesia proceda con un examen de las
acusaciones de herejía papal.
Simplemente haber excomulgado a un arzobispo por
actuar exactamente como un Papa santo y prominente demandó solemnemente que se
actuara ante un Papa que abrazara herejías antes, durante y después de su
elección al papado, es, creo, gravemente erróneo e injusto. Estas acusaciones
debieron haberse examinado primero y, de ser verdaderas, absolutamente ningún
castigo es apropiado por haberlas presentado.
Creo que la Iglesia le debe tanto al arzobispo
excomulgado como a al menos otras cuatro personas excomulgadas por la misma
razón, y a los fieles, les debe abordar con seriedad la firme insistencia
del Papa Pablo IV de que un Papa que profesa herejía ya no es Papa y no puede
exigir obediencia, tal como dijo el arzobispo Viganò, con el importante
aviso de que la improcedencia de que cualquier autoridad juzgue a un Papa no
se aplica a un Papa herético que solo usurpa la Sede de Pedro, pero que, en
virtud de su herejía, no es verdaderamente Papa y tiene menos autoridad en la
Iglesia que cualquier cardenal u obispo ortodoxo.
La importancia crucial de ordenar y completar esta
investigación antes de convocar el próximo Cónclave reside en lo siguiente:
El resultado de la próxima elección papal depende
en gran medida del resultado de esta investigación, porque San Pío V y el Papa
Pablo IV decretan que todas las nominaciones de cardenales hechas por un Papa
herético son nulas. Por lo tanto, si la acusación de herejía anterior a la
elección del Papa Francisco, durante y después de la misma, resulta ser cierta,
dos tercios del actual Colegio de Cardenales quedarían excluidos de participar
en el Cónclave.
Por tanto, es necesario llegar a una conclusión
sobre esta cuestión antes del próximo Cónclave porque, de lo contrario, la
próxima elección papal será inválida de antemano si no se determina antes si la
mayor parte de los miembros del Colegio de Cardenales son electores legítimos o
no, y si el futuro Papa elegido pertenece al Colegio de Cardenales o no.
Además, deben clarificarse antes del próximo
Cónclave dos cuestiones estrictamente relacionadas:
I) Si los cambios que el Papa Francisco hizo a las
normas que regulan las elecciones papales, decretadas por San Juan Pablo II
[nota de la Revista Verdad: es un error considerar santo a Wojtyla], son
válidos o no (si no fue un Papa válido), y
II) Si alguno de los documentos papales del Papa
Francisco deben permanecer en los Acta Apostolicae Sedis o ser
eliminados de ellos (como decretaron los Papas San Pío V y Pablo IV para los
documentos emitidos por un Papa herético).
Los Papas San Pío V y Pablo IV decretaron y fijaron
para tiempos perpetuos: que todas las decisiones, nombramientos y elevaciones
de obispos y cardenales, y que todos los escritos de un Papa herético, deben
ser declarados nulos.
Según estos documentos papales y conforme a la ley
natural, los cardenales elegidos por el Papa Francisco no pueden seguir siendo
electores si se demuestra que la acusación de herejía o apostasía es verdadera.
Me dirijo a usted, querido y muy respetado Cardenal
Re, porque usted, en unión con el Camarlengo Kevin Joseph Cardenal Farrell, es
el único que actualmente tiene la autoridad para permitir que esta
investigación se realice antes del próximo Cónclave.
Puesto que usted, querido Cardenal, hasta la
elección de un nuevo Papa, ostenta la suprema autoridad en la Iglesia, podría
actuar de inmediato, determinar los miembros del jurado entre los cardenales
nombrados por Papas anteriores a Francisco, quienes emitirían un juicio sobre
la cuestión de la herejía y la validez del Papa Francisco.
Por esta razón, humildemente le ruego, querido
Cardenal Decano, que ejerza su autoridad en un momento tan dramático en la
historia de la Iglesia y actúe conforme a la autoridad de dos Papas que exigen
tal acción.
Pienso que, en este momento, usted podría ser
comparable con San Atanasio, quien, aún siendo diácono, cuando enfrentó la
crisis arriana y un Papa vacilante, fue capaz (a pesar de sus dos excomuniones
durante el proceso) de preparar el camino para algunos Concilios que condenaron
la herejía arriana, la cual, de haber sido aceptada, habría sido mortal para la
fe cristiana.
Pero la herejía de que Dios quiere la pluralidad de
religiones, incluyendo las no cristianas, y otras atribuidas al Papa Francisco,
son incluso más antitéticas a la verdadera fe cristiana que lo fue el
arrianismo.
Por tanto, sugiero e imploro humildemente que
ordene, antes del inminente Cónclave, un examen justo y equitativo de las
múltiples acusaciones de herejía y, en vista de la declaración de Abu Dabi,
según la cual Dios quiso desde la creación la pluralidad de religiones, y del
culto a la Pachamama en el Vaticano, también de posible apostasía del Papa
Francisco.
Creo que, con esta acción, usted podría salvar a
la Iglesia de una confusión histórica de proporciones catastróficas.
Usted se apoyaría en la firme base de los
documentos de Pablo IV y San Pío V, ambos enseñando solemnemente que, incluso
si TODOS LOS CARDENALES HUBIERAN ELEGIDO LIBREMENTE AL PAPA, SU ELECCIÓN SERÍA
NULA si él defendía herejías antes y después de su elección.
Esto no tiene nada que ver con actuar contra la
Iglesia o contra el Papa: al contrario, es un acto de amor supremo hacia la
Iglesia y hacia Francisco: porque SI la acusación de herejía, ya lanzada formal
e informalmente por altas autoridades doctrinales y teológicas contra
Francisco, se demostrara verdadera en un debido proceso eclesiástico, la
Iglesia presentaría a los fieles la verdad (y ya Sócrates decía en el Gorgias)
de que no hay mayor don que liberar a alguien del error.
La oportunidad de liberar a Francisco durante su
vida de errores ya ha sido perdida, dado su fallecimiento. Pero si el Papa
Francisco revocó, esperanzadamente, algún error antes de su muerte y
ciertamente los reconoce ahora, condenarlos y liberar la doctrina de la Iglesia
de ellos, seguiría siendo un acto de amor hacia el Papa Francisco y, sobre
todo, hacia la Esposa de Cristo, la Iglesia, librándola del tremendo mal de las
herejías.
Estoy seguro de que actuará con profunda devoción
hacia Dios y con sabiduría para prevenir un error catastrófico e invalidante de
toda la elección papal que se avecina.
Me atrevo a afirmar —a pesar de ser solamente un
fiel laico y filósofo católico— que sería, desde un punto de vista humano,
una tragedia histórica de proporciones inimaginables si una investigación como
esta no se realizara ahora, cuando todavía puede tener consecuencias reales
para la validez del próximo Cónclave y la unidad y santidad de la Iglesia.
También rogaría que un juicio justo de este tipo
incluya la opinión de expertos teólogos y filósofos (algunos de los cuales ya
han sido excomulgados por expresar públicamente sus juicios, sin que se
examinara adecuadamente el contenido teológico de sus declaraciones), ya que
estos podrían ofrecer un análisis más claro y profundo sobre las afirmaciones
heréticas imputadas al Papa Francisco.
Me atrevo a citar las palabras de San Pablo:
“Examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21), y también aquellas
del mismo apóstol: “Pero si aun nosotros o un ángel del cielo os predicase un
evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8).
Le agradezco profundamente su atención a esta
apelación, y le aseguro mis oraciones constantes por su sabiduría, fortaleza y
fidelidad en este momento decisivo para nuestra Iglesia.
Con el más profundo respeto filial y en comunión en
Cristo,
Prof. Dr. Josef Seifert
Kartäuserstraße 16/6
3292 Gaming, NÖ, Austria
FUENTE (en inglés): AQUÍ
La carta pública que antecede, no
hace falta decirlo, es de enorme importancia. Lo que nos queda a nosotros es
darle la mayor difusión posible; aquí, por primera vez, se ofrece en español. Solamente
un milagro -dijimos en una publicación anterior (VER AQUÍ)- podría hacer que la
Iglesia, como lo pide el profesor Seifert, juzgue a Bergoglio (y a sus
predecesores) y los declare herejes. Pues bien: colaboremos con la providencia
divina en ese sentido (“a Dios rogando y con el mazo dando”, decían los buenos
criollos). Pero admitamos que es tremendamente difícil. La mirada que se impone
es la parusíaca.
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