martes, 29 de abril de 2025

UN PROFESOR AUSTRÍACO SE DIRIGE AL CARDENAL DECANO IMPLORANDO EXAMINAR LAS ACUSACIONES DE HEREJÍA A BERGOGLIO PARA SALVAR A LA IGLESIA DE UNA SITUACIÓN CATASTRÓFICA

Carta abierta del Profesor Doctor en Filosofía Josef María Seifert

Kartäuserstraße 16/6

3292 Gaming, N.Ö., Austria

 

A Su Eminencia el Cardenal Decano Gian Battista Re

Gaming, 24 de abril de 2025

Sobre la necesidad de examinar antes del próximo Cónclave la acusación formal de herejía lanzada por el Arzobispo Viganò (y apoyada por muchos teólogos, juristas y filósofos distinguidos de todo el mundo) contra el Papa Francisco

Su Eminencia, querido y muy venerado Cardenal Decano Giovanni Battista Re:

Con el más cordial saludo en Cristo, me dirijo a usted, querido y altamente respetado Cardenal Decano Re, porque usted solo posee ahora la autoridad para permitir que se lleve a cabo una investigación sobre la acusación de herejía presentada contra el Papa Francisco antes del próximo Cónclave.

Usted que ostenta, hasta la elección del próximo Papa, la máxima autoridad en la Iglesia Católica, invitará, en unión con el Camarlengo Kevin Joseph Cardenal Farrell, a los Cardenales calificados de todo el mundo menores de 80 años a elegir al nuevo Papa y puede determinar la fecha del próximo Cónclave.

Hago de mi carta una carta abierta debido al poco tiempo que queda para resolver asuntos de extrema importancia y urgencia.

Descubrí a través del texto J'accuse del Arzobispo Viganò [CLIC AQUÍ PARA LEERLO] dos documentos pontificios —probablemente dogmáticos y sin duda de suma autoridad— sobre el tema de “obispos, cardenales y papas heréticos” emitidos por el Papa Pablo IV y San Pío V. Estos textos me parecen de suma importancia para la Iglesia en el momento presente. Exigen solemnemente que la Iglesia proceda con un examen de las acusaciones de herejía papal.

Simplemente haber excomulgado a un arzobispo por actuar exactamente como un Papa santo y prominente demandó solemnemente que se actuara ante un Papa que abrazara herejías antes, durante y después de su elección al papado, es, creo, gravemente erróneo e injusto. Estas acusaciones debieron haberse examinado primero y, de ser verdaderas, absolutamente ningún castigo es apropiado por haberlas presentado.

Creo que la Iglesia le debe tanto al arzobispo excomulgado como a al menos otras cuatro personas excomulgadas por la misma razón, y a los fieles, les debe abordar con seriedad la firme insistencia del Papa Pablo IV de que un Papa que profesa herejía ya no es Papa y no puede exigir obediencia, tal como dijo el arzobispo Viganò, con el importante aviso de que la improcedencia de que cualquier autoridad juzgue a un Papa no se aplica a un Papa herético que solo usurpa la Sede de Pedro, pero que, en virtud de su herejía, no es verdaderamente Papa y tiene menos autoridad en la Iglesia que cualquier cardenal u obispo ortodoxo.

La importancia crucial de ordenar y completar esta investigación antes de convocar el próximo Cónclave reside en lo siguiente:

El resultado de la próxima elección papal depende en gran medida del resultado de esta investigación, porque San Pío V y el Papa Pablo IV decretan que todas las nominaciones de cardenales hechas por un Papa herético son nulas. Por lo tanto, si la acusación de herejía anterior a la elección del Papa Francisco, durante y después de la misma, resulta ser cierta, dos tercios del actual Colegio de Cardenales quedarían excluidos de participar en el Cónclave.

Por tanto, es necesario llegar a una conclusión sobre esta cuestión antes del próximo Cónclave porque, de lo contrario, la próxima elección papal será inválida de antemano si no se determina antes si la mayor parte de los miembros del Colegio de Cardenales son electores legítimos o no, y si el futuro Papa elegido pertenece al Colegio de Cardenales o no.

Además, deben clarificarse antes del próximo Cónclave dos cuestiones estrictamente relacionadas:

I) Si los cambios que el Papa Francisco hizo a las normas que regulan las elecciones papales, decretadas por San Juan Pablo II [nota de la Revista Verdad: es un error considerar santo a Wojtyla], son válidos o no (si no fue un Papa válido), y

II) Si alguno de los documentos papales del Papa Francisco deben permanecer en los Acta Apostolicae Sedis o ser eliminados de ellos (como decretaron los Papas San Pío V y Pablo IV para los documentos emitidos por un Papa herético).

Los Papas San Pío V y Pablo IV decretaron y fijaron para tiempos perpetuos: que todas las decisiones, nombramientos y elevaciones de obispos y cardenales, y que todos los escritos de un Papa herético, deben ser declarados nulos.

Según estos documentos papales y conforme a la ley natural, los cardenales elegidos por el Papa Francisco no pueden seguir siendo electores si se demuestra que la acusación de herejía o apostasía es verdadera.

Me dirijo a usted, querido y muy respetado Cardenal Re, porque usted, en unión con el Camarlengo Kevin Joseph Cardenal Farrell, es el único que actualmente tiene la autoridad para permitir que esta investigación se realice antes del próximo Cónclave.

Puesto que usted, querido Cardenal, hasta la elección de un nuevo Papa, ostenta la suprema autoridad en la Iglesia, podría actuar de inmediato, determinar los miembros del jurado entre los cardenales nombrados por Papas anteriores a Francisco, quienes emitirían un juicio sobre la cuestión de la herejía y la validez del Papa Francisco.

Por esta razón, humildemente le ruego, querido Cardenal Decano, que ejerza su autoridad en un momento tan dramático en la historia de la Iglesia y actúe conforme a la autoridad de dos Papas que exigen tal acción.

Pienso que, en este momento, usted podría ser comparable con San Atanasio, quien, aún siendo diácono, cuando enfrentó la crisis arriana y un Papa vacilante, fue capaz (a pesar de sus dos excomuniones durante el proceso) de preparar el camino para algunos Concilios que condenaron la herejía arriana, la cual, de haber sido aceptada, habría sido mortal para la fe cristiana.

Pero la herejía de que Dios quiere la pluralidad de religiones, incluyendo las no cristianas, y otras atribuidas al Papa Francisco, son incluso más antitéticas a la verdadera fe cristiana que lo fue el arrianismo.

Por tanto, sugiero e imploro humildemente que ordene, antes del inminente Cónclave, un examen justo y equitativo de las múltiples acusaciones de herejía y, en vista de la declaración de Abu Dabi, según la cual Dios quiso desde la creación la pluralidad de religiones, y del culto a la Pachamama en el Vaticano, también de posible apostasía del Papa Francisco.

Creo que, con esta acción, usted podría salvar a la Iglesia de una confusión histórica de proporciones catastróficas.

Usted se apoyaría en la firme base de los documentos de Pablo IV y San Pío V, ambos enseñando solemnemente que, incluso si TODOS LOS CARDENALES HUBIERAN ELEGIDO LIBREMENTE AL PAPA, SU ELECCIÓN SERÍA NULA si él defendía herejías antes y después de su elección.

Esto no tiene nada que ver con actuar contra la Iglesia o contra el Papa: al contrario, es un acto de amor supremo hacia la Iglesia y hacia Francisco: porque SI la acusación de herejía, ya lanzada formal e informalmente por altas autoridades doctrinales y teológicas contra Francisco, se demostrara verdadera en un debido proceso eclesiástico, la Iglesia presentaría a los fieles la verdad (y ya Sócrates decía en el Gorgias) de que no hay mayor don que liberar a alguien del error.

La oportunidad de liberar a Francisco durante su vida de errores ya ha sido perdida, dado su fallecimiento. Pero si el Papa Francisco revocó, esperanzadamente, algún error antes de su muerte y ciertamente los reconoce ahora, condenarlos y liberar la doctrina de la Iglesia de ellos, seguiría siendo un acto de amor hacia el Papa Francisco y, sobre todo, hacia la Esposa de Cristo, la Iglesia, librándola del tremendo mal de las herejías.

Estoy seguro de que actuará con profunda devoción hacia Dios y con sabiduría para prevenir un error catastrófico e invalidante de toda la elección papal que se avecina.

Me atrevo a afirmar —a pesar de ser solamente un fiel laico y filósofo católico— que sería, desde un punto de vista humano, una tragedia histórica de proporciones inimaginables si una investigación como esta no se realizara ahora, cuando todavía puede tener consecuencias reales para la validez del próximo Cónclave y la unidad y santidad de la Iglesia.

También rogaría que un juicio justo de este tipo incluya la opinión de expertos teólogos y filósofos (algunos de los cuales ya han sido excomulgados por expresar públicamente sus juicios, sin que se examinara adecuadamente el contenido teológico de sus declaraciones), ya que estos podrían ofrecer un análisis más claro y profundo sobre las afirmaciones heréticas imputadas al Papa Francisco.

Me atrevo a citar las palabras de San Pablo: “Examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21), y también aquellas del mismo apóstol: “Pero si aun nosotros o un ángel del cielo os predicase un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8).

Le agradezco profundamente su atención a esta apelación, y le aseguro mis oraciones constantes por su sabiduría, fortaleza y fidelidad en este momento decisivo para nuestra Iglesia.

Con el más profundo respeto filial y en comunión en Cristo,

Prof. Dr. Josef Seifert

Kartäuserstraße 16/6

3292 Gaming, NÖ, Austria

 

FUENTE (en inglés): AQUÍ

 

La carta pública que antecede, no hace falta decirlo, es de enorme importancia. Lo que nos queda a nosotros es darle la mayor difusión posible; aquí, por primera vez, se ofrece en español. Solamente un milagro -dijimos en una publicación anterior (VER AQUÍ)- podría hacer que la Iglesia, como lo pide el profesor Seifert, juzgue a Bergoglio (y a sus predecesores) y los declare herejes. Pues bien: colaboremos con la providencia divina en ese sentido (“a Dios rogando y con el mazo dando”, decían los buenos criollos). Pero admitamos que es tremendamente difícil. La mirada que se impone es la parusíaca.

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