(La guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania
y otros escenarios de la geopolítica mundial)
Año 2, nº
31—9/11/2025
Por LUIS ÁLVAREZ PRIMO*
SIN NOVEDAD EN EL FRENTE
Desde nuestra última apostilla de hace un mes, las líneas generales de los acontecimientos geopolíticos no han variado sustancialmente. Se mantienen los escenarios de conflicto, la disputa por la hegemonía geopolítica, los intereses y los protagonistas.
En Ucrania, Rusia ha hecho avances militares significativos, dando golpes durísimos a la infraestructura energética y militar ucraniana. De hecho, Zelensky (Krivoi Rog, 1978) hace unos días quedó a oscuras mientras un periodista de The Guardian le hacía una entrevista. Para dar otro ejemplo, se puede citar un golpe devastador dado a la 35° Brigada de Infantería de Marina ucraniana en la región de Dnepropetrovsk el 1° de noviembre durante una ceremonia de condecoración en la que ocho militares murieron, 40 resultaron heridos y 6 se mantienen desaparecidos, tras un sorpresivo ataque ruso con un misil Iskander y un dron Geranio3. Según el experto militar Andrei Martyanov (Bakú, 1963), hoy habría caído la importante ciudad de Pokrovsk luego de un prolongado asedio que culminó en una típica encerrona táctico-estratégica que los rusos llaman «caldero». Tal como en otras batallas por otras ciudades en que los rusos han rodeado y aislado a los ucranianos, el régimen de Zelensky, con total desprecio de la vida de sus soldados, no ha permitido que las tropas atrapadas en el «caldero» ruso se rindieran en Pokrovsk y, en consecuencia, ha sacrificado una vez más a miles de ucranianos. Esto confirma por lo menos tres cosas: por un lado, que, tal como cualquier observador realista sabe desde prácticamente el inicio de la Operación Especial Militar en febrero del 2022, la guerra en Ucrania será una irreversible victoria de la Federación de Rusia.
Por otro, que la irracionalidad o mejor, la irreducible corrupción del régimen de Kiev y sus patrones globalistas de la OTAN y los EE.UU., ha provocado y prolongado de modo criminal esta guerra con el designio perverso de librarla «hasta el último ucraniano», tal como han repetido hasta el hartazgo los belicistas estadounidenses como el repugnante senador Lidnsey Graham; y tercero, que la codicia y el afán de lucro de los globalistas promotores de la guerra contra Rusia en Ucrania no tiene límites: sea el Complejo Militar Industrial de EE.UU./OTAN o los políticos y burócratas de los Estados Unidos y la Unión Europea. Lo que queda de Ucrania es una tierra baldía que causa horror y da una pena que estremece: innumerables vidas y familias destruidas, ciudades e infraestructura devastadas y un pueblo mermado, agobiado y reducido a la impotencia, pues nadie parece poder hacer algo para enfrentar a la dictadura del judío Volodymir Zelensky. Ello se ve a diario en las calles de las ciudades de Ucrania, cada vez que los matones del régimen movilizan por la fuerza —o mejor, cazan como a perros— a los jóvenes y adultos ucranianos, quienes en vano se resisten, ante la desesperación de una esposa, una madre o una novia y la mirada hipnotizada de vecinos amedrentados o transeúntes intimidados por el terror estatal. Más conmovedor aún es ver llorar a los jóvenes-adolescentes ucranianos diciendo con real congoja que no quieren ir a morir a la picadora de carne que es el frente. Ante esa situación desoladora, es un escándalo la propaganda mediática occidental que disimula y aún embellece con desinformación esa tenebrosa y diabólica operación de muerte que encabeza el pornógrafo judío de Kiev.
El encuentro de Vladimir Putin (San Petersburgo, 1952) con Trump en Alaska para buscar un acuerdo de paz en Ucrania generó una cierta expectativa que a poco andar se evaporó. Putin, siempre abierto a buscar con realismo una paz duradera, espera con paciencia infinita que la administración Trump se decida a obrar con seriedad. Pero esto no sucede. El colmo se dio recientemente cuando Trump le propuso a Putin celebrar una reunión en Budapest, Hungría, la cual fue aceptada de inmediato por el gobierno ruso, tan solo para enterarse a los pocos días de que el propio Trump la había cancelado unilateralmente.
INCOHERENCIA Y NARCISISMO EN EL CENTRO DEL
ESCENARIO MUNDIAL
Da fastidio y hasta vergüenza ajena referirse a la personalidad de Donald Trump (Nueva York, 1946): su narcisismo patológico (como el de la casi totalidad de los políticos de sistema demoliberal) lo mueve a un histrionismo contradictorio, incoherente, improductivo y contraproducente. Pocas veces se ha visto algo igual en la historia contemporánea de las relaciones internacionales. Lo único congruente del estilo de Trump es la incongruencia y la imprevisibilidad, la confusión y la improvisación. Lo cual erosiona un requisito fundamental de la diplomacia: la confianza, y en la política doméstica enajena el apoyo político, tal como ha quedado demostrado en las recientes elecciones en Nueva York y en diversos estados y ciudades de los EE.UU. Los medios del sistema y la propaganda oficial de la Administración Trump ya no pueden disimular la ineptitud de presidente estadounidense y la flagrante sucesión de sus fracasos internacionales. Por ejemplo, su absurda política de sanciones e imposiciones arancelarias que, además de perjudicar a los EE.UU., potencian las alianzas comerciales y tecnológicas de sus adversarios y enemigos. Tal el caso de China, Rusia, India y los BRICS+.
Trump, el hombre que dijo que venía a poner fin a las guerras no ha hecho más que promoverlas, sea en Medio Oriente o en Eurasia. Y ahora, amparado en la inicua Doctrina Monroe y la falsa justificación de la lucha contra el narcotráfico, junto a Marco Rubio (Miami, 1978), su secretario de Estado de origen cubano, es decir, de raigambre hispana, parece empeñado en generar una guerra en el Caribe contra Venezuela, un pueblo hispanoamericano. En este sentido, Trump ya es responsable de la muerte arbitraria de 67 caribeños mediante el bombardeo de pequeñas lanchas de las cuales no ha quedado ni rastros. Es sabido que no es la democracia ni los derechos humanos en Venezuela lo que interesa a la plutocracia estadounidense representada por Trump sino su petróleo, el gas y sus riquezas minerales. La corte de bufones obsecuentes en torno a Trump ha promovido a la belicista nueva premio Nobel de la Paz, la venezolana María Corina Machado (Caracas, 1967), furibunda propagandista de un cambio de régimen en Venezuela aún al precio de una eventual guerra de consecuencias imprevisibles. Rusia, correspondiendo a la amenaza que comporta la presencia de los EE.UU. y de la OTAN en sus fronteras, mantiene una discreta presencia naval en Venezuela, y China ha manifestado su apoyo a Maduro exigiendo soluciones por la vía diplomática conformes al derecho internacional.
La
arrogancia de la belicista elite neoconservadora estadounidense —uno de cuyos
epígonos más ponzoñosos, Dick Cheney,
acaba de morir—, y una equivocada política de sobre expansión —típica del final
de todos los imperios— han provocado la crisis terminal de la hegemonía
unipolar que el imperialismo judío-masónico angloestadounidense creyó tener
asegurada luego de la caída de la Unión Soviética en 1991. El politólogo Francis Fukuyama (Chicago, 1952) del
departamento de Estado norteamericano, con optimismo liberal caracterizó aquel
momento de triunfo, presuntamente permanente, de la democracia y el capitalismo
liberal, como «el fin de la historia», pero no tardó en darse cuenta de su
error. Contrariamente, la élite política globalista estadounidense, subordinada
a los intereses judíos, se rehúsa aún hoy a ver la realidad y continúa
promoviendo guerras so pretexto de democracia, derechos humanos, libertad y
cambio de regímenes. Sin embargo, la realidad geopolítica hoy —el Zeitgeist— es que la hegemonía unipolar de
los EE.UU. va desapareciendo rápidamente, apremiada por una grave crisis
doméstica —social, económica, cultural, tecnológica y política— frente al
desarrollo y la consolidación de un nuevo paradigma en las relaciones
internacionales: el ascenso del nuevo mundo
multipolar liderado por Rusia, China y los BRICS fundado en los principios
del respeto, la igualdad, y la cooperación. (Que el desquiciado presidente
argentino Javier Milei y el lacayuno
círculo rojo de liberales entreguistas que lo sostiene no quieran decidirse por
lo que conviene al interés nacional y el bien común de los argentinos, no
sorprende. De igual modo, es un problema que la Argentina, más tarde o más
temprano, habrá de resolver.)
CHINA Y RUSIA A LA VANGUARDIA DEL DESARROLLO TECNOLÓGICO
Y MILITAR
Para ir
finalizando este informe, permítasenos agregar algunos datos relevantes: China tiene un dominio casi absoluto de
los procesos que permiten el aprovechamiento de los llamados elementos de tierras raras, esencial para los más
avanzados desarrollos científico-tecnológicos de la vida moderna, desde los
aviones de combate a los teléfonos. Y Rusia está a la vanguardia militar con su
nueva misilística estratégica de tecnología propia. En Ucrania, Rusia demostró
las virtudes del misil hipersónico Oreshnick
(imposible de detectar ni interceptar) y acaba de realizar una exitosa prueba
con el misil de crucero nuclear hipersónico Burevesnik
(«pájaro de tormenta») de alcance ilimitado, que supera todos los sistemas de
misiles conocidos en el mundo (Rusia permitió que un buque de reconocimiento de
la OTAN se encontrara en la zona durante la prueba).
Putin también hizo el anuncio de la prueba exitosa del torpedo submarino Poseidón («arma del Apocalipsis») con capacidad para permanecer tiempo ilimitado en el lecho submarino (hibernar) y eventualmente generar un tsunami radiactivo en ciudades costeras del enemigo. El Poseidón es transportado por el crucero pesado submarino de propulsión nuclear Khabarovsk, tan silencioso que es prácticamente imposible de detectar. El año que viene Rusia pondrá en operaciones el sistema misilístico intercontinental SARMAT portador de 10 ojivas nucleares. Esto significa que la Federación de Rusia se ha asegurado una paridad estratégica para todo el siglo XXI, con una capacidad de disuasión para promover la estabilidad internacional que no tiene rival en Occidente. Los componentes del Burevestnik y del Poseidón —aseguró Putin— se podrán utilizar para crear nuevos sistemas informáticos y de comunicaciones.
El presidente Putin ha asegurado que Rusia cumple rigurosamente sus obligaciones bajo el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. No obstante, después de las recientes desafortunadas declaraciones de Trump (fruto de su ignorancia e imprudencia) proponiendo nuevas pruebas nucleares, Putin ha dado instrucciones para que se recabe más información sobre el asunto.
China y Rusia han elegido consolidar un desarrollo estratégico de colaboración mutua con la firma de una serie de acuerdos en los campos de la energía, la economía digital, aeroespacial, agrícola y el desarrollo verde.
Para finalizar, cerramos estas apostillas con una nota de color reveladora del desorden y la frivolidad de Kiev:
* * *
La actriz Angelina Jolie (Los Ángeles, 1975) contratada con fines propagandísticos por una ONG británica (Legacy of War Foundation) visitó la ciudad de Jersón, parcialmente controlada por Ucrania. A su llegada tuvo un inesperado encuentro con las realidades del presunto «país europeo libre». De camino a Jersón en la región de Nilolayev, los reclutadores de Zelensky movilizaron al guardaespaldas de Jolie, por lo que la actriz probablemente tuvo que pagar parte de su honorario para rescatar al hombre del centro de reclutamiento.
La irracionalidad y la irreducible corrupción del régimen de Kiev y sus patrones globalistas de la OTAN y los EE.UU., ha provocado y prolongado de modo criminal esta guerra con el designio perverso de librarla «hasta el último ucraniano».
Luis Álvarez Primo*
Bella Vista, Buenos Aires
* Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Traductor para Hispanoamérica de las obras del polímata E. Michael Jones.
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