Por BRUNO ACOSTA
“Decía el gran Thomas Carlyle
que los grandes hombres del pasado nos llaman afectuosamente”. Así comienza su artículo “Herrera: Hidalgo y Caudillo” el profesor de Historia Don Luis
Alfredo Andregnette Capurro. Escrito que fuera publicado en “Azul y Blanco” a principios de los
setenta; y, más acá en el tiempo, en la revista argentina “Gladius”. Ahora, se puede leer en la recopilación de artículos del
profesor, “Vista a la Derecha”
(2022), publicada por la editorial argentina “Vórtice”.
Los Arquetipos, pues, los referentes, los varones
egregios, nos “llaman afectuosamente”,
con cariño. Nos invitan a ahondar en sus vidas para conocer el Bien y la
Verdad.
Es el caso del Jefe Blanco Don Luis Alberto de Herrera, de cuyo nacimiento en los días que corren se cumplen 150 años. Excusa perfecta para trazar una semblanza de su vida y de su obra, basados en aquél escrito de Don Luis Alfredo al cual hacíamos referencia.
Son tres los puntos que queremos subrayar de la obra
de Herrera; tres las notas que, nos parece, lo vuelven un “Caudillo e Hidalgo” del nacionalismo.
Un adalid de la verdad
histórica
Parrafadas masónicas y liberales habían oscurecido la
verdad de los hechos y de los protagonistas históricos del Río de la Plata. Así
que “levantar y pulverizar la pesada
lápida puesta sobre Oribe y Rosas fue su tarea fundamental”, nos cuenta Don
Luis Alfredo Andregnette. “Los
veintinueve volúmenes de su obra son de definición y compromiso con
Hispanoamérica, en especial con las personalidades de la Ecumene Platense. [En
los] excelentes tomos titulados ‘Seudo Historia para el Delfín’, […] llama a
Don Juan Manuel de Rosas el Luis XI criollo; […] La comprensión de Manuel Oribe
[…] significó además descorrer la Leyenda Negra, mostrando al Estadista y al
Estratega ‘cuya espada cansó a la Victoria’ y selló, en la batalla de Arroyo
Grande, la Unidad Argentina. Después, desde Villa Restauración, en alianza con
Don Juan Manuel, enfrentó al cañón de Inglaterra y de Francia”.
Sigue Andregnette: “Al
Crimen de la Triple Alianza contra el Paraguay y la epopeya del Mariscal
Francisco Solano López le dedicó varios y muy importantes estudios. La base
incuestionable: los archivos de su padre, Ministro de Relaciones Exteriores del
Presidente Berro. En ‘El Drama del 65’, como en ‘Antes y Después de la Triple
Alianza’, dio plena demostración de la ‘íntima concordancia de intenciones
existentes entre las dos cancillerías: la que asintió el atentado y la que lo
consumó’ […] Ante la labor de Herrera, primer Revisionista de esa trágica
etapa, el Paraguay, reconocido, lo hizo en 1912 Ciudadano de Honor,
concediéndole el grado de General de su Ejército”.
Promotor de una sana filosofía,
contra el iluminismo francés
A principios del siglo pasado Luis Alberto de Herrera
publicó “La Revolución Francesa y Sud
América”, valiente alegato contra la nefanda influencia del iluminismo
francés en estas nuestras tierras. Aquí algunos de sus párrafos, extraídos del
texto de Andregnette:
“Siempre el evangelio de Juan
Jacobo inspiraba el derrumbe total.”
Se refiere a la obra de Juan Jacobo Rousseau, creador
del mito de la “voluntad general”, que ha hecho estragos en Occidente. Las
tumultuosas y tiránicas mayorías, por el mero hecho de serlo, erigen en ley las
más grandes injusticias.
“En nombre de esa
retrogradación a la fraternidad pura, se llevó contra la sociedad el ataque más
pavoroso que registra la Historia. Con locura sectaria se persiguió hasta en
sus raíces más hondas al orden establecido, legitimando, a pretexto de
beneficio final, los más increíbles atentados. Sólo se quiso la propaganda de
la muerte, de la confiscación y el saqueo”.
“Los absolutismos igualitarios
de 1789 atacaron en su base el concepto de disciplina social. De ahí nace la
persecución vulgar a todos los elementos representativos de la sociedad y la
irritación sorda contra las clases dirigentes que está a la vista de cualquier
observador […]”
El reconocimiento de los
grandes hombres de la Europa nacional
Herrera estuvo del lado de los buenos. A tiempo y a
destiempo, oportuna e inoportunamente. Así lo cuenta Andregnette:
“Caballero de estirpe
hispánica, nunca desconoció su ascendencia. Sin dudar se pronunció favorable a
la Cruzada de 1936. La fuerte afinidad con el pensamiento de José Antonio Primo
de Rivera, afirmada en la “unidad de destino en lo universal”, lo hizo integrar la Falange como
simpatizante hispanoamericano. […] Y así habló en 1939, en momentos en que
visitaba Burgos: ‘El Generalísimo Franco
realiza el destino de los hombres providenciales. Está haciendo historia.
Saldré de España con un íntimo goce filial. Está sí es España. Esta sí que es
la España concebida por los mejores ensueños de sus buenos hijos”.
“Afirmando su racial latinidad
estaba consustanciado con la itálica progenie que, civilizando, siempre
derramara su sudor y sangre en el trabajo y el combate desde el Septentrión al
Austro. La luz de estos valores marcaron
la simpatía que mostró por Benito Mussolini. La posición del Caudillo
Oriental ante la Italia del Lictóreo la señaló de frente y sin cortapisas.
Decía en julio de 1937 en discurso público: ‘En ninguna parte de Europa he
presenciado más convincente un espectáculo. Los ideales ya hechos polvo, y
dispersados como los mármoles del Foro mutilado, reocupan su puesto ostentando
otra vez el broncíneo vigor de una epopeya civil, grande, maravillosa. Se trata
de un nuevo ‘Risorgimento’, puesto que en lugar de la lucha entre facciones es
la Comunidad marchando hacia nuevos destinos. Al centro de ese formidable
movimiento de almas, civil, patriótico y social, como propulsor de la inmensa
obra, se destaca la figura
extraordinaria de Benito Mussolini, que llena la época contemporánea”.
Síntesis
Don Luis Alberto de Herrera (22 de julio de 1873- 8 de abril de 1959) puede considerarse uno de los grandes hombres del nacionalismo rioplatense. Este Caudillo se puso del lado de la Verdad y del Bien, y le costó no pocos sinsabores. Del lado de la Verdad, puesto que la reivindicó en el plano histórico, siendo uno de los promotores del “revisionismo histórico” nacionalista. También, porque pulverizó las falsas premisas del iluminismo revolucionario. Del lado del Bien, dado que estuvo con los grandes Jefes del Occidente Cristiano, como José Antonio, Franco y Mussolini. Esos varones que hoy no están en “olor de popularidad” –Luis Alfredo Andregnette dixit- pero que, Dios mediante, pronto lo estarán. Porque el tiempo –dice el vulgo- “pone cada cosa en su lugar”.
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