OLIVERA RAVASI, EL MAQUIAVÉLICO

Por BRUNO ACOSTA

La Real Academia Española no ha sucumbido, al menos denominativamente, a la borrasca del siglo. Sigue llamándose, monárquicamente, “Real”. Quizás llegue un tiempo oscuro en que se le bautice “Democrática Real Academia”. Dios no lo permita.

La Real Academia -decíamos- en la primera acepción de la palabra “maquiavélico”, dice “de [perteneciente o relativo a] Nicolás Maquiavelo (político y escritor italiano, 1469-1527)”. Es en este sentido que adjetivamos al Padre Javier Olivera Ravasi. Con el respeto que merece su dignidad y su jerarquía.

Puesto que el Padre, rápidamente, reaccionó a las críticas hechas desde el numantino nacionalismo católico argentino. Gloriosamente numantino. Aquí están sus palabras: https://www.infocatolica.com/blog/notelacuenten.php/2408051029-iviva-la-derecha-fest-pues-no#more45798

Nosotros seguimos sin entender cómo se puede colaborar con el enemigo. No comprendemos cómo se puede estrechar lazos con el error, sin que mengue en esa adúltera coyunda la verdad. Con el Estagirita, no lo entendemos.

Pero el Padre Olivera sí. Y en ese sentido, trae a colación el viejo argumento del florentino:

Por eso nos mezclamos con estas personas: no para predicarles la verdad, ni el verdadero sentido de la libertad o de la virtud católica frente al error del liberalismo doctrinario. Por eso buscamos (y logramos, por la gracia del Gran Arquitecto), y sólo con el objeto de despistar, bautizar cada tanto a judíos y recibir a pastores o predicadores protestantes en la Iglesia o readmitir a nuestros hermanos masones que, aparentemente, desean regresar al seno de la Iglesia Católica.

Es de Maquiavelo aquella expresión: “cuando se trata de la salvación de la patria, no caben consideraciones sobre lo justo y lo injusto”. Esto es: cuando el fin es bueno (la salvación de la patria), no importa si los medios utilizados son malos (no caben consideraciones sobre lo justo y lo injusto). El vulgo lo ha traducido gráficamente: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS. Tal, en apretada síntesis, la enseñanza de Maquiavelo, que destruyó los cimientos de la Política separándola de la Ética y cuyos libros, por lo mismo, fueron incluidos en el Index Librorum Prohibitorum de Pablo IV en 1559. A más, “tras la condena definitiva en 1564 en el Concilio de Trento, se llegó a acusar a Maquiavelo de haber preparado la Reforma y ser ministro de Satán” (Dalmacio Negro).

Graves asertos. Pero no lo intimidan al Padre Olivera: sigue el mismo razonamiento. Puesto que si el fin es bueno, esto es, convertir protestantes, judíos y masones, como él declara, no importa que el medio sea malo, esto es, colaborar con el liberalismo y el sionismo. “Mezclarse con esas personas”, como él mismo admite, mas sin denunciar esa mezcla, sin horrorizarse ante la misma, es un error. Hay más: tristemente, el Padre ha tenido gestos motivantes o estimulantes hacia esa “mezcla”. Nos consta que, verbigracia, muchos argentinos votaron a Milei por su prédica.

Si el fin que yo busco es loable, eso no me permite utilizar medios malos. No le está permitido al Padre utilizar medios malos, confundirse con sionistas y liberales (sin denunciar paladinamente esa confusión; sin procurar que esa confusión cese) con la intención o el fin bueno de salvar almas.

Se nos ocurre, para finalizar, una analogía. Los predicadores españoles se “mezclaron” con los indígenas. Es cierto. Incluso, adoptaron su lengua, por ejemplo. Su fin era convertirlos al catolicismo (es el mismo fin que se atribuye Ravasi); mas estaba bien claro quién era uno y quién era el otro. Quién era el catequista y quién el catecúmeno. Quién el que aprendía y quién el que enseñaba. Dónde estaba el error y dónde estaba la verdad. Mal que le pese al Padre, eso no ocurre en su caso. Para muchos, él no se diferencia sustancialmente de Laje o de Márquez. No está clara la distinción. Repetimos que muchos apoyaron, gracias a él, al orate Milei. Que es como decir que por la prédica de un franciscano, un azteca siguió adorando a Quetzalcóatl.

Algo no anda bien, Padre.

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