Hay quienes, en el preciso momento en que las cosas ocurren, ven más hondo y más lejos. Quienes además, no bastando con verlas, las denuncian públicamente.
Por supuesto que semejantes hombres reciben el descrédito del mundo. Incluso de aquellos que supuestamente son afines.
Un caso es el de Alejandro Sosa Laprida. Quien en exacto y
viril castellano, en el artículo que sigue, define a Bergoglio como “uno
de los mayores herejes de la historia del cristianismo, uno de los más
encarnizados enemigos de Dios y de la Iglesia, uno de los hombres más impíos de
los que se tenga memoria, uno de los más locuaces blasfemadores que hayan
existido desde que Nuestro Señor fundara su Iglesia hace dos milenios.” Y,
teniendo en cuenta ello, de resultas concluye: “desearía aprovechar esta
ocasión para declarar pública y solemnemente, teniendo plena conciencia de la
extrema gravedad que revisten mis palabras, que Jorge Mario Bergoglio, el
actual ocupante del trono petrino, se halla poseído por espíritus maléficos que
le inspiran todas estas abominables blasfemias contra Dios, contra Nuestra
Señora y contra la Santa Iglesia.”
Algunos, ante esto, se escandalizarán y rasgarán sus vestiduras,
como el sumo sacerdote del sanedrín al oír, de boca de Cristo, que Él era el Hijo
de Dios.
Nosotros felicitamos a Alejandro, quien “se niega a si mismo”
(Mateo 16,24) y proclama la Verdad; recordando que “muchos primeros serán
postreros, y (muchos) postreros, primeros” (Mateo, 19, 30).
BRUNO ACOSTA
Francisco junto a una estatua de Lutero en el Vaticano
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Por
ALEJANDRO SOSA LAPRIDA
Jorge Mario Bergoglio, alias “Papa Francisco”, ha muerto. Lo primero que hice al enterarme de su deceso fue orar por él. Pedir al Señor que le conceda la gracia del arrepentimiento de sus pecados, su sincera conversión y la salvación de su alma. La caridad obliga, obviamente. Por otra parte, rezar por estas intenciones ha sido una constante en mi vida durante estos últimos doce años. Aclaro esto para disipar suspicacias inadecuadas acerca de la naturaleza de mi actitud crítica hacia él, que he mantenido invariable durante su prolongado pontificado. Cristo nos ha enseñado a amar a nuestros enemigos, y yo siempre intento llevar a la práctica sus enseñanzas, con éxito variable, naturalmente; pero, en este caso, doy fe de que lo he hecho sin solución de continuidad, gracia de Dios mediante.
Dicho
esto, corresponde decir ciertas cosas que pocos expresan -al menos, en
Argentina y en el mundo hispánico-, y de las que la inmensa mayoría de los
feligreses no se da por enterado. Aclaro que no busco escandalizar a nadie, y
desde ya pido disculpas por anticipado si pudiera herir la sensibilidad de
algún lector. He aquí, muy brevemente, una caracterización franca y directa del
personaje.
Bergoglio
ha sido uno de los mayores herejes de la historia del cristianismo, unos de los
más encarnizados enemigos de Dios y de la Iglesia, uno de los hombres más
impíos de los que se tenga memoria, unos de los más locuaces blasfemadores que
hayan existido desde que Nuestro Señor fundara su Iglesia hace dos milenios.
Consignar por escrito sus innumerables fechorías, sus incontables maldades y
sus recurrentes acciones escandalosas llevaría un tiempo inimaginable y el
fruto de dicha encuesta contaría con dimensiones enciclopédicas, amén de que su
lectura sería larguísima, tediosa y por demás mortificante. Yo mismo he
confeccionado varios catálogos de sus dichos y hechos durante su interminable e
insufrible “pontificado” -que están lejos de ser exhaustivos-, a los que doy
enlace en nota a pie de página, para los desprevenidos que pudieran desear investigar el asunto.[1]
Para
resumir, digamos que Bergoglio encarna la quintaesencia del liberalismo, del
modernismo, del ecumenismo, del naturalismo, del laicismo y del indiferentismo
religioso condenados por la Iglesia desde la “Revolución Francesa” hasta el
CVII. En esto no se distingue en absoluto de
sus predecesores conciliares -a no ser por un mayor énfasis y claridad en su
postura en ciertos tópicos-, pero añade, en cambio, como especificidad propia,
su apoyo a las más repulsivas y decadentes iniciativas morales de la post modernidad:
feminismo, homosexualismo, transexualismo, aborto, etc.
Por
supuesto, no siempre lo ha hecho desde una toma de posición explícita a través
de declaraciones oficiales -algunas de las cuales, en ocasiones, retoman
escuetamente la doctrina de la Iglesia al respecto-, pero sí de manera
frecuente mediante dichos informales en reportajes o en cartas, vínculos
humanos chocantes, palabras ambiguas en homilías o audiencias, omisiones
incomprensibles, gestos significativos, fotografías altamente simbólicas, nombramientos
sintomáticos, sanciones arbitrarias, indulgencias escandalosas, silencios
estruendosos en momentos clave -por ejemplo, con motivo de la sanción de la ley
del aborto en Argentina y del “matrimonio igualitario” en Italia-, etc.
A lo
largo de estos últimos doce años hemos presenciado el accionar metódico de un
maestro consumado en el arte de implementar la propaganda ideológica, hemos
tenido que codearnos con un agitador experto en la manera de generar confusión
doctrinal, moral y espiritual, hemos asistido durante más de una década a una
lección magistral e inédita -en vivo y en directo-, acerca de cómo obrar
maquiavélicamente, con un cinismo a toda prueba y sin escrúpulos de ningún tipo
-en una demostración de habilidad mediática apabullante, rayana en la
perfección-, por parte de quien ha sido, desde el momento mismo de su elección,
un maestro del engaño, un estafador espiritual, un eminente discípulo del padre
de la mentira.
A modo de testimonio, y para ilustrar lo que digo, brindo a continuación el texto de un artículo viejo de ocho años, en el que expongo algunas de las incontables afrentas sacrílegas y blasfematorias perpetradas por Bergoglio contra Nuestro Señor, la Santísima Virgen María y la Iglesia durante su ominoso pontificado.
[1] 1. “Ceguera espiritual y negación de la realidad”: https://gloria.tv/post/71b7ppgmGGvm3kTJHjWGmCVYF - 2. “Apostasía vaticana”: https://gloria.tv/post/7ynAG7ZfxBvK1MBD4MqN3aMxn - 3. “Doce años con Francisco”: https://gloria.tv/post/ieoTehkBJwGs2ZzAN2EoqDkRJ - 4. “Misterio de iniquidad”: https://gloria.tv/post/22LiQpWbFdAaCuCR7XXdRReph - 5. “El falso profeta del Vaticano”: https://gloria.tv/post/Ndcp7fLSFSaC39yMJzduDLyVt - 6. “La apostasía en la Iglesia”: https://gloria.tv/post/Y1EvK2hAbLye2MtbUMTjzM3jX - 7. “Diez años con Francisco”: https://gloria.tv/post/UEqqVjZCCVLQ6g89ps67irXSM
Las blasfemias de Bergoglio
contra María Santísima y Jesucristo
15/08/2016
Los más astutos enemigos han llenado
de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado
Papa
León XIII [1]
Si hay un rasgo distintivo en el pontificado de
Francisco, una marca de fábrica que lo caracterice adecuadamente, un común
denominador que dé coherencia a sus palabras y a sus gestos, un telón de fondo
siempre presente en todo lo que dice y hace, se trata, sin lugar a dudas, de la
blasfemia. En efecto, Francisco las profiere con la misma naturalidad con la
que respira, eructa sus improperios contra todo lo sagrado con una habilidad
prodigiosa, una delectación diabólica y una impudicia prodigiosa. Van a continuación
algunas piezas escogidas de las incesantes y multiformes expectoraciones
bergoglianas:
«Yo creo en
Dios, no en un Dios católico; no existe un Dios católico, existe Dios[2].»
Esta única frase, lanzada seis meses después de su
elección, y que fuera objeto de una cobertura mediática planetaria, debería
haber bastado para suscitar una condena inapelable del prodigioso insultador
argentino. Ahora bien, condena no la hubo, ni nada que pudiera asemejársele. No
hubo ni tan siquiera un tibio pedido de rectificación o, cuando menos, de
aclaración semántica. Al fin y al cabo, era la primera vez en la historia de la
Iglesia que un papa negaba la existencia del Dios católico: convengamos que no
nos encontramos ante una aseveración anodina…
Esta cruel ausencia de reacción prueba
fehacientemente el estado de descomposición espiritual, intelectual y moral de
los católicos, es un indicio cierto de la indiferencia pasmosa en la que se
halla sumido el mundo católico con respecto a la fe, y esto ante una frase
explosiva como pocas y cuya comprensión no presenta la menor dificultad. Y si a
alguien le pareciese que dicha sentencia sería susceptible de recibir una
interpretación benigna y ortodoxa, en conformidad con el magisterio, y no fuese
capaz de percibir en ella una colosal impiedad, el odio a Dios y a su Iglesia
manifestados en un grado paroxístico, con toda la malicia del demonio
expresándose por la boca de este hombre insensato, me vería en la rigurosa
obligación de decirle que se encuentra en un problema muy serio, y que más le
valdría sacudirse la somnolencia espiritual profunda que padece antes de que
fuera demasiado tarde.
Prosigamos.
Según Francisco, Jesús tuvo que pedir perdón a sus padres a causa de su
«travesura» en el Templo de Jerusalén. Y sus padres, naturalmente, le
significaron su desaprobación. Manifiestamente, Francisco tiene el sentido de
la oportunidad, ya que tuvo la delicadeza de hacer este «cumplido» a Jesús,
María y José con motivo de la homilía de la fiesta de la Sagrada Familia, el 27
de diciembre de 2015, en la basílica de San Pedro. Sepan disculpar la extensión
de la cita, pero es necesaria para poder captar plenamente la gravedad que
revisten las palabras del formidable blasfemador argentino:
«Al
final de aquella peregrinación, Jesús volvió a Nazaret y vivía sujeto a sus
padres (cf. Lc 2,51). Esta imagen tiene también una buena enseñanza para
nuestras familias. En efecto, la peregrinación no termina cuando se ha llegado
a la meta del santuario, sino cuando se regresa a casa y se reanuda la vida de
cada día, poniendo en práctica los frutos espirituales de la experiencia
vivida. Sabemos lo que hizo Jesús aquella vez. En lugar de volver a casa con
los suyos, se había quedado en el Templo de Jerusalén, causando una gran pena a
María y José, que no lo encontraban. Por su aventura[3], probablemente también Jesús tuvo que
pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos
suponer. La pregunta de María, además, manifiesta un cierto reproche, mostrando
claramente la preocupación y angustia, suya y de José. Al regresar a casa,
Jesús se unió estrechamente a ellos, para demostrar todo su afecto y
obediencia. Estos momentos, que con el Señor se transforman en oportunidad de
crecimiento, en ocasión para pedir perdón y recibirlo y de demostrar amor y
obediencia, también forman parte de la peregrinación de la familia[4].»
Es ésta
una versión distorsionada de la Pérdida y el Hallazgo del Niño Jesús en el
Templo. Bien sabemos que la respuesta de Nuestro Señor a la Virgen y a San José
fue muy distinta y que, lejos de serle necesario pedir disculpas, recordó su
deber de «ocuparse de las cosas de Su Padre». Sabemos igualmente que la Virgen
«guardaba estas cosas en su corazón». Esta ocurrencia bergogliana, sin
precedentes en los anales cristianos, de pretender presentar a Jesús como si
hubiese sido un niño «travieso», es de una impiedad tal que hiela la sangre…
El 15
de agosto de 2013 Francisco visitó la comunidad de Clarisas contemplativas del
monasterio de Albano. Allí explicó a las religiosas, en un tono pretendidamente
humorístico, que María se había rebelado contra San Pedro, le había
desobedecido y, a hurtadillas, durante el transcurso de la noche, sin nadie que
pudiera verla, había conseguido que todo el mundo se salvara:
«Radio Vaticana[5] conversó con
dos de las religiosas [clarisas, del monasterio de Albano] que estuvieron en el
encuentro de casi 45 minutos con el Santo Padre. La Madre Vicaria, Sor María
Concetta, dijo que el Papa “estaba tranquilo, distendido como si no tuviera
nada que hacer o como si no pensara en alguna cosa. Nos ha hablado -de un modo
que nos tocó mucho- de María, en esta Solemnidad de la Asunción, porque la
mujer consagrada es un poco como María. Nos ha contado una bella historia que
nos ha hecho reír a todos, incluso a él mismo: María está en el Paraíso; San
Pedro no siempre abre la puerta cuando llegan los pecadores y por eso María
sufre un poco, pero se queda quieta. Y en la noche, cuando se cierran las
puertas del Paraíso, cuando nadie ve u oye nada, María abre la puerta del
Paraíso y hace entrar a todos[6].”»
Visiblemente, Francisco se complace y se regocija
intensamente injuriando a la Madre de Dios. Para él, Nuestra Señora se habría
arrogado el carácter de una especie de «tribunal de apelación» subrepticio a
las sentencias divinas. Estamos ante otra blasfemia inaudita, maliciosamente
disfrazada de humor, y que hizo un daño enorme a las almas de las religiosas,
como puede verse por el comentario de la Madre Vicaria.
Además, según Bergoglio, Nuestra Señora, al pie de
la Cruz, se habría sublevado contra Dios, tildándolo de mentiroso. Éstas son
sus declaraciones, efectuadas el 20 de diciembre de 2013, con motivo de una
homilía dada en la Casa Santa Marta:
«Ella estaba silenciosa, pero en su corazón, ¡cuántas
cosas le decía al Señor! ¡Tú, aquel día, me dijiste que sería grande; me
dijiste que le darías el trono de David, su padre, que reinaría para siempre y
ahora lo veo aquí! ¡La Virgen era humana! Y tal vez tenía ganas de decir:
¡Mentiras! ¡Me han engañado![7]»
Francisco reiteró esta
odiosa afrenta hacia la madre de Jesús en numerosas ocasiones. Veamos lo que
dijo el 29 de mayo de 2015, nuevamente durante un sermón pronunciado en Santa
Marta:
«Muchas veces pienso en la Virgen,
cuando le dieron el cuerpo muerto de su Hijo, tan destrozado, escupido,
ensangrentado, sucio. ¿Qué hizo la Virgen? ¿Lleváoslo? No, lo abrazó, lo
acarició. Tampoco la Virgen lo entendía. Porque, en aquel momento, se acordaría
de lo que el Ángel le había dicho: Será Rey, será grande, será profeta, y
dentro de sí, con aquel cuerpo -tan herido, que había sufrido tanto antes de
morir- en sus brazos, por dentro seguramente tendría ganas de decir al Ángel:
“¡Mentiroso! ¡Me has engañado!”[8].»
Procuremos descifrar el mensaje que Francisco nos
transmite a propósito de la Madre de Dios y Reina de los Ángeles. De acuerdo
con su visión, María no comprende lo que sucede a Jesús, María no entiende el
sentido de su sufrimiento, María al pie de la Cruz se rebela contra Dios en su
corazón, piensa que ha sido engañada por el ángel Gabriel en la Anunciación, no
consiente libre y lúcidamente el sacrificio redentor de su Hijo; por
consiguiente, María no es Nuestra Señora de los Siete Dolores ni la Reina de los
Mártires. María, evidentemente, no comprendió la profecía de Simeón durante la
Presentación del Niño Jesús en el Templo, no sabe por qué está allí y desconoce
el sentido de su misión. En definitiva, María ignora cuál es el papel que le
corresponde en el plan de la salvación…
Ésta es la versión bergogliana del rol desempeñado por
Nuestra Señora el Viernes Santo, en el Calvario, al pie de la Cruz, cuando se
realizaba la Redención del género humano. Esta versión inaudita del papel que
le correspondió a María en la Pasión de Jesús es sencillamente luciferina. Y me
atrevo a decir que el hecho de no percatarse de ello constituye un signo
inequívoco de ceguera espiritual.
Sin embargo, la obsesión blasfemadora de Francisco no
se detuvo ahí. ¿Y por qué tendría que haberlo hecho? Puesto que nadie lo
enfrenta y que visiblemente este hombre carece de todo temor de Dios. En
efecto, de acuerdo con su peculiar exégesis bíblica, la Santísima Virgen María
no habría sido la única que habría blasfemado contra Dios: su divino Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo en persona, no se habría quedado atrás. Éstos son sus
dichos del 30 de septiembre de 2014 durante un sermón en Santa Marta:
«Jesús, cuando se lamenta -“Padre,
¡por qué me has abandonado!”- ¿blasfema? El misterio es
éste. Tantas veces yo he escuchado a personas que están viviendo situaciones
difíciles, dolorosas, que han perdido tanto o se sienten solas y abandonadas y
vienen a lamentarse y hacen estas preguntas: ¿Por qué? ¿Por qué? Se rebelan
contra Dios. Y yo digo: “Sigue rezando así, porque también ésta es una
oración”. Era una oración cuando Jesús dijo a su Padre: “¡Por qué me has
abandonado!”[9]»
Así pues, de acuerdo con Francisco, Jesús y María se
sublevaron contra Dios. Y en su desamparo, blasfemaron. Pero eso, no obstante,
fue una verdadera plegaria de su parte, a no dudarlo. Por lo cual Francisco
estimula a la gente angustiada por el sufrimiento a seguir el ejemplo de Jesús
y de María, sublevándose ellos también contra Dios, blasfemando ellos también
contra Dios, contra ese ser malvado y cruel que se desentiende del sufrimiento
humano, el cual es, obviamente, absolutamente gratuito e incomprensible…
Francisco nos explica así que, en el preciso momento
en el cual nuestro divino Salvador realizaba la redención del género humano por
el sacrificio voluntario de su vida en el altar de la Cruz, Él habría
blasfemado contra su Padre, rebelándose contra su designio salvífico. Y que, al
mismo tiempo, Nuestra Señora, en vez de asociarse de manera lúcida y libre al
sacrificio redentor de su Hijo, también habría blasfemado contra la voluntad de
Dios, estimándose engañada por la promesa que el ángel Gabriel le había hecho
en la Anunciación acerca de la misión de Jesús.
El momento crucial de la
historia de la salvación se vuelve así, de acuerdo con el relato inaudito que
nos propone Francisco, un acto de revuelta y de blasfemia contra Dios, de modo
tal que el nuevo Adán y la nueva Eva en el Calvario no se habrían conducido
mejor que nuestros primeros padres, quienes actuaron bajo el influjo del
demonio en el Paraíso terrenal cuando consumaron la falta original. La
salvación, entonces, no se habría distinguido esencialmente de la caída, dado
que la revuelta contra la voluntad divina habría constituido el común
denominador y que Satanás habría estado presente en el origen de esos dos
momentos decisivos de la historia de la humanidad.
Ésa es la doctrina que
Francisco propone a los creyentes: luciferianismo en estado puro. Ése es el verdadero rostro de
este falso profeta que la muchedumbre de los católicos continúa considerando
con una ingenuidad pasmosa como el Vicario de Nuestro Señor Jesucristo. Hay que
frotarse los ojos. Lamento ser reiterativo, pero me siento en la obligación de
repetirlo: el hecho de no percatarse del carácter diabólico de este individuo
es un claro indicio de ceguera espiritual.
Esto podrá parecer excesivo
a algunos, pero, habida cuenta de sus incesantes herejías y de sus espantosas
blasfemias, me parece que no queda otro calificativo disponible. Además, ¿acaso
Nuestro Señor en persona no nos advirtió, en su discurso escatológico, que el
poder de engaño del que dispondrán los falsos profetas que precederán su
segunda venida será tal que, de ser posible, engañarán aun a los elegidos?
Durante la Audiencia
general del 11 de septiembre de 2013, Francisco dijo que María y la Iglesia
«tienen defectos», pero que debemos «comprenderlos» y «taparlos», e incluso,
«quererlos». Éstas son sus palabras:
«La Iglesia y la Virgen María son
madres, ambas; lo que se dice de la Iglesia se puede decir también de la
Virgen, y lo que se dice de la Virgen se puede decir también de la Iglesia. […]
¿Amamos a la Iglesia como se ama a la propia mamá, sabiendo incluso comprender
sus defectos? Todas las madres tienen defectos, todos tenemos defectos, pero
cuando se habla de los defectos de la mamá nosotros los tapamos, los queremos
así. Y la Iglesia tiene también sus defectos: ¿la queremos así como a la mamá,
le ayudamos a ser más bella, más auténtica, más parecida al Señor?[10]»
En la conferencia de prensa durante el vuelo a
Manila, el 15 de enero de 2015, Francisco explicó impertérrito que, gracias al
«Pentecostés» conciliar, la Iglesia finalmente consiguió desterrar su antiguo
obscurantismo, ya que ahora se ha vuelto «respetuosa» de las demás religiones:
«Pero me parece que la Iglesia ha
crecido mucho en la conciencia del respeto -como les dije en el Encuentro
Interreligioso, en Colombo-, en los valores. Cuando leemos lo que dice el
Concilio Vaticano II sobre los valores en las otras religiones -el respeto-, ha
crecido mucho la Iglesia en esto. Y sí, ha habido tiempos oscuros en la
historia de la Iglesia, tenemos que decirlo, sin vergüenza[11].»
El 10 de octubre de 2014
Francisco se dirigió a miembros de la Comunión
de Iglesias Evangélicas Episcopales que habían venido a verlo al Vaticano.
Hay que destacar que Bergoglio no tuvo mejor idea que comenzar su discurso ante
los evangélicos, seguramente para distender el ambiente y congraciarse con
ellos, haciendo una broma de pésimo gusto, difamatoria y terriblemente
ultrajante hacia la Iglesia y que deja entrever el formidable desprecio que el
inquilino de Santa Marta abriga hacia la Esposa Inmaculada de Jesucristo:
«Primero de todo, les felicito
por el coraje. Ayer me encontré en la puerta del aula del Sínodo con un obispo
luterano y le dije: “¿Usted está acá? ¡Qué coraje!”. Porque, en otra época, a
los luteranos los quemaban vivos [risas][12].»
Cabe resaltar que la visita de los evangélicos
tenía por objetivo honrar al «obispo» episcopaliano Tony Palmer, poco antes
fallecido en un accidente de tránsito, gran amigo de Francisco, y que
consideraba convertirse al catolicismo pero que había sido disuadido de hacerlo
por aquel que en ese entonces era el Cardenal Bergoglio, por la razón que, al
decir de éste último, sería de mayor utilidad para la causa ecuménica
permaneciendo en el anglicanismo. Tras el deceso de Palmer, el Cardenal Primado
argentino dispuso que le fuesen concedidos funerales episcopales católicos,
pese a que ni se había convertido al catolicismo ni era en modo alguno obispo,
puesto que la cuestión de la validez de las consagraciones anglicanas había
sido dirimida negativamente por León XIII en su encíclica Apostolicae Curae del 13 de septiembre de 1896[13].
El 9 de julio de 2015 Francisco renovó sus insultos
en dirección a la Iglesia con ocasión de su discurso en Bolivia a los Movimientos Populares, caterva de
organizaciones izquierdistas y anticlericales de la peor calaña. He aquí sus
declaraciones:
«Y aquí quiero detenerme en un
tema importante. Porque alguno podrá decir, con derecho, que, cuando el Papa
habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia. Les digo,
con pesar: se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos
originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo
ha dicho el Celam, el Consejo Episcopal Latinoamericano, y también quiero
decirlo. Al igual que san Juan Pablo II, pido que la Iglesia “se postre ante
Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos”. Y
quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue san Juan Pablo II: pido
humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los
crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América[14].»
Se habrá reparado en el hecho que, además de la
blasfemia intolerable lanzada contra la Iglesia y de la mentira notoria acerca
de los «muchos y graves pecados» que Ella habría cometido en perjuicio de los
indígenas «en nombre de Dios», Francisco se erige en portavoz de los
adversarios de la Iglesia, apropiándose la leyenda negra anticatólica y
antiespañola, fabricada enteramente por los enemigos jurados del catolicismo y
de la España católica, a saber, los protestantes, los «filósofos» y la masonería…
El último ejemplo de blasfemia que he escogido es
el de la negación del milagro de la multiplicación de los panes. Conviene
señalar que se trata de un lugar común del «magisterio» bergogliano, sostenido
en múltiples ocasiones desde el día de su elección. Comparto con ustedes tres,
el primero de ellos con motivo de un discurso pronunciado ante el Comité
Ejecutivo de Caritas Internationalis
el 16 de mayo de 2013:
«Respecto a los panes y los peces
quisiera agregar un matiz: no se multiplicaron, no, no es verdad. Simplemente
los panes no se acabaron. Como no se acabó la harina y el aceite de la viuda.
No se acabaron. Cuando uno dice multiplicar puede confundirse y creer que hace
magia, no. No, no, simplemente es tal la grandeza de Dios y del amor que puso
en nuestros corazones, que si queremos, lo que tenemos no se acaba. Mucha
confianza en esto[15].»
Ésta es la segunda cita, tomada del Angelus del 2 de junio de 2013:
«Luego toma los panes y los peces,
eleva los ojos al cielo, pronuncia la bendición -es clara la referencia a la
Eucaristía-, los parte y comienza a darlos a los discípulos, y los discípulos
los distribuyen... los panes y los peces no se acaban, ¡no se acaban! He aquí
el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la
oración. Comieron todos y sobró: es el signo de Jesús, pan de Dios para la
humanidad[16].»
Finalmente, he aquí la tercera, extraída de su homilía
en Santa Cruz de la Sierra del 15 de julio de 2015:
«Es una invitación que resuena con
fuerza para nosotros hoy: “No es necesario excluir a nadie. No es necesario que
nadie se vaya, basta de descartes, denles ustedes de comer”. Jesús nos lo sigue
diciendo en esta plaza. Sí, basta de descartes, denles ustedes de comer. La
mirada de Jesús no acepta una lógica, una mirada que siempre “corta el hilo”
por el más débil, por el más necesitado. Tomando “la posta” Él mismo nos da el
ejemplo, nos muestra el camino. Una actitud en tres palabras, toma un poco de
pan y unos peces, los bendice, los parte y entrega para que los discípulos lo
compartan con los demás. Y éste es el camino del milagro. Ciertamente no es
magia o idolatría. Jesús, por medio de estas tres acciones, logra transformar
una lógica del descarte en una lógica de comunión, en una lógica de comunidad[17].»
Francisco niega así explícitamente el carácter
milagroso de la multiplicación de los panes, que él llama blasfematoriamente
«magia», y niega también, de manera implícita, la divinidad de Nuestro Señor
Jesucristo, dando a entender que creer en ella sería una manifestación de
«idolatría», lisa y llanamente…
Para
terminar, me gustaría compartir con ustedes un pasaje tomado de un sermón en
Santa Marta del 15 de junio de 2013, esto es, apenas tres meses después de su
elección:
«Y
cuando vamos a confesarnos, por ejemplo, no es que decimos el pecado y Dios nos
perdona. No, ¡no es esto! Nosotros encontramos a Jesucristo y le decimos: “Esto
es tuyo y yo te hago pecado otra vez. Y a Él le gusta eso, porque ha sido su
misión: hacerse pecado por nosotros, para liberarnos. […] ¡Cristo se ha hecho
pecado por mí! ¡Y mis pecados están allá, en su Cuerpo, en su Alma! Esto es de
locos, pero es bello, ¡es la verdad![18]»
¿Qué
puede decirse de semejante insania? A ningún cristiano piadoso se le ocurriría
decir algo así refiriéndose a Nuestro Señor. Eso es evidente. No,
decididamente, palabras de este tenor no pueden provenir más que de un espíritu
infernal vomitando su odio definitivo e irrevocable hacia nuestro adorable
Redentor. En razón de las espeluznantes blasfemias proferidas sin solución
de continuidad por Francisco, me veo compelido a concluir que este individuo
presenta un severo estado de posesión diabólica. En efecto, me
parece que ninguna otra explicación da cuenta del fenómeno extraordinario que
consiste en ultrajar sin cesar todas las realidades sagradas durante cuatro
años consecutivos, con la circunstancia particularmente agravante de hacerlo en
tanto que supuesto Vicario de Nuestro Señor Jesucristo…
Soy de
la opinión de que ya es sobradamente tiempo de alzar la voz y de atreverse a
llamar las cosas por su nombre. Si me lo permiten, desearía aprovechar esta
ocasión para declarar pública y solemnemente, teniendo plena conciencia de la
extrema gravedad que revisten mis palabras, que Jorge Mario Bergoglio, el
actual ocupante del trono petrino, se halla poseído por espíritus maléficos que
le inspiran todas estas abominables blasfemias contra Dios, contra Nuestra
Señora y contra la Santa Iglesia.
En el
libro del Apocalipsis, el apóstol San Juan evoca una bestia que tenía «dos
cuernos semejantes a los de un cordero, mas hablaba como un dragón», a la que
llama también «falso profeta», cuya
misión será la de hacer que el poder espiritual desvirtuado se ponga al
servicio del Anticristo, a los efectos de legitimarlo a los ojos del mundo.
Estas palabras proféticas del vidente de Patmos, ¿podrán aplicarse literalmente
al actual ocupante del trono petrino? Debo confesar que lo ignoro. Pero también
debo reconocer que contemplo esta eventualidad cada vez más seriamente…
PARA MÁS INFORMACIÓN:
“Diez
años con Francisco”
https://gloria.tv/post/UEqqVjZCCVLQ6g89ps67irXSM
“Apostasía vaticana”
https://gloria.tv/post/7ynAG7ZfxBvK1MBD4MqN3aMxn
MIS BLOGS
Miles Christi
https://gloria.tv/Miles%20-%20Christi
Super Omnia Veritas
https://gloria.tv/user/uCZ9iiNQ3eKS1zgLg6MSCmbjY
Miles Christi English
https://gloria.tv/Miles%20-%20Christi%20-%20English
MIS
PUBLICACIONES
Impresas
https://saint-remi.fr/fr/35-livres?q=Filtre%20Auteur-MILES%20CHRISTI-MARIE%20Alexandre
Digitales
[1] https://www.aciprensa.com/recursos/las-oraciones-de-leon-xiii-a-san-miguel-arcangel-por-la-iglesia-1268
[2] Entrevista
con Eugenio Scalfari el 24 de septiembre de 2013, publicado el 1 de octubre en La Repubblica.
[3] Francisco empleó el término italiano scappatella, cuyo significado es desliz, travesura. La definición del diccionario italiano es la siguiente: «Lieve trasgressione ai doveri morali e di
fedeltà, soprattutto a quelli coniugali», es decir, que la noción de
transgresión moral y de ruptura de la confianza es inherente al sentido de este
vocablo: http://dizionari.corriere.it/dizionario_italiano/S/scappatella.shtml
También conlleva la idea de falta de reflexión y de
ligereza: «Trasgressione temporanea e non
grave di principi comunemente accettati; azione compiuta con leggerezza e
sventatezza: scappatelle da ragazzi»: http://dizionario.internazionale.it/parola/scappatella.
Huelga decir que aplicar tales nociones al
comportamiento de Nuestro Señor es algo completamente inaceptable y
escandaloso. Y que quien lo haga sea nada menos que el supuesto Vicario de
Jesucristo en la tierra y Sucesor de San Pedro, es algo sencillamente
inconcebible y manifiestamente diabólico…
[4] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2015/documents/papa-francesco_20151227_omelia-santa-famiglia.html
[5]http://it.radiovaticana.va/storico/2013/08/15/il_papa_alle_clarisse_se_pietro_chiude_le_porte_del_paradiso%2C_maria/it1-719819
[6] https://www.aciprensa.com/noticias/si-san-pedro-cierra-puertas-del-cielo-maria-las-abre-dice-el-papa-a-religiosas-de-clausura-17043
[8] http://caminocatolico.org/home/papa-francisco/15437-papa-francisco-con-ninos-gravemente-enfermos-por-que-sufren-los-ninos-es-un-misterio-se-debe-llamar-a-dios-como-el-nino-llama-a-su-papa-y-dice-por-que-por-que
[9] http://www.news.va/es/news/evitar-lamentos-teatrales-y-rezar-por-quien-sufre - https://w2.vatican.va/content/francesco/it/cotidie/2014/documents/papa-francesco-cotidie_20140930_preghiere-al-buio.html
[10] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2013/documents/papa-francesco_20130911_udienza-generale.html
[11] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/january/documents/papa-francesco_20150115_srilanka-filippine-incontro-giornalisti.html
[14] https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/july/documents/papa-francesco_20150709_bolivia-movimenti-popolari.html
[15]http://es.radiovaticana.va/storico/2013/05/16/hoy_d%C3%ADa_est%C3%A1_en_peligro_el_hombre%2C_la_persona_humana%2C_la_carne_d/spa-692879
[16] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2013/documents/papa-francesco_angelus_20130602.html
Estimado Bruno: Le agradezco mucho la publicación, así como sus amables y reconfortantes palabras introductorias. Un cordial saludo en Cristo y María.
ResponderBorrarAmigo Bruno: Realmente te felicito por tan brillante trabajo y como siempre digo: Siempre con la verdad aunque duela. Sigue adelante y nunca calles haciendo silencio cómplice porque a la hora de cantar verdades el silencio no es nuestro idioma. ¡Abrazo y bendiciones!
ResponderBorrarRoberto: Muchas gracias por tus generosos y afectuosos conceptos. Este trabajo, en concreto, no es mío, sino de Alejandro Sosa Laprida -salvo las palabras introductorias-. Un fuerte abrazo.
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