Los tupamaros y revolucionarios marxistas en general, inmediatamente después de ser derrotados en el plano militar por las Fuerzas Armadas en 1973, largaron, fieles a la guerra por las mentes que libran, una campaña de calumnias, interna y externa, carente de todo fundamento. A esas calumnias, oponen dialécticamente los hechos objetivos de la historia uruguaya.
Los parásitos
políticos se plegaron, desde el vamos, a esa campaña mendaz y antinacional;
ellos mismos, que por sus omisiones y complicidades con el terrorismo tupamaro,
provocaron ineluctablemente el golpe de 1973. Su lema era, es y será: “¡no
importa la Nación, salvemos el sillón!” Era, es y será, repetimos. Prueba de
esa vil complicidad, son las pancartas que colgó hoy el Partido Nacional en su
sede.
Los militares deben
considerar seriamente, de una vez, si los políticos son sus amigos y si la
partidocracia realmente conforma sus intereses. La respuesta negativa se
impone. Los parásitos políticos desde siempre, desde la Constitución de 1830
que les impidió participar en política, han mancillado su honor.
La prensa liberal
también se plegó a la mentira. Por ignorancia y estolidez, unas veces: pensamos
en los periodistas más jóvenes. Por directa afinidad con la izquierda, otras: ha
dicho Bolsonaro en entrevista reciente, que los periodistas brasileños son casi
todos marxistas. Finalmente, por inconfesables intereses económicos, como tienen
los directores de los grandes medios.
Ni los políticos
parásitos, ni la prensa liberal –y ni que hablar, la marxista- defienden el
honor del cuerpo militar. El sistema en pleno, pues, no lo defiende. No lo ha
defendido, ni lo hace ni lo hará. La prueba más elocuente se vio estos días, y
la hemos exhibido en la revista “Verdad”: ni una sola mención a los caídos del
18 de mayo, y mucha publicidad a la “Marcha del Silencio” de los
“desaparecidos”, que no eran sino un reducido número de fanáticos, aventureros
y delincuentes.
A los honorables integrantes de las Fuerzas Armadas les preguntamos: ¿de qué lado les conviene estar?
Estimado: Además de la batalla cultural y política, la Iglesia en la Arquidiócesis de Montevideo hizo un comunicado por Facebook pidiendo verdad y justicia, como el resto de la izquierda y los liberales del país, allí también tenemos una batalla, no puede ser que la Iglesia apoye y colabore con estos reivindicadores de figuras que promovían los ideales Soviéticos y e internacionalistas.
ResponderBorrarEstimado: Muchísimas gracias por su comentario. Es muy revelador, no sabíamos que la Arquidiócesis de Montevideo también se había plegado a la mentira y a la humillación. Tampoco nos sorprende: desde aquí hemos catalogado al impresentable de Sturla de "impostor", y la Iglesia uruguaya está infiltrada por la subversión desde hace décadas. Podríamos escribir algo al respecto. Gracias nuevamente, Ud. amplió nuestra información. Cordial saludo.
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