Publicado originalmente el 23 de noviembre de 2020.
Y si lo que está ocurriendo en realidad es una gran puesta en escena, una mentira, un montaje, y si ese montaje ha sido preparado para lograr determinado fin, no hay dudas de que estamos ante un PLAN, una PLANdemia, y no ante un auténtico azote virológico.
Hace ya diez años, en un libro que tituló “Los amos del mundo están al acecho”, la ensayista española Cristina Martín Jiménez escribió acerca de la utilización de las “pandemias” y del miedo irracional como estrategias para forzar cambios estructurales en las sociedades de todo el planeta. A esa conclusión arribó tras investigar exhaustivamente la llamada “pandemia” de la gripe A (2009-2010). El objetivo esencial de esta “táctica de la pandemia” era la imposición de un gobierno mundial. La fórmula es sencilla: atemorizando con un virus global que afecte a todos, se consigue que las mismas medidas se adopten en todos y cada uno de los países del mundo. Cosa que –los hechos lo comprueban- está ocurriendo con precisión milimétrica.
En los medios de comunicación, el miedo sustituyó al análisis y a la investigación. Al día de hoy, son refinadísimas las técnicas psicopolíticas con las que cuentan los hombres más poderos del mundo para machacar e imponer un mensaje en los atrofiados cerebros de los habitantes de la Tierra. Son, por otra parte, harto conocidos los testimonios de los plutócratas (Gates, Soros, Kissinger, Rockefeller) en el sentido de establecer un gobierno global para controlar, entre otras cosas, la población mundial, que ellos ven amenazante a medida que crece. El “Informe Kissinger” (1974) lo establece claramente: para apropiarse de las riquezas de las naciones, una población numerosa es un estorbo; lo mismo que los gobiernos fuertes y soberanos. Por ello, se da máxima importancia a las medidas de control demográfico y a la promoción de métodos anticonceptivos.
¿Y qué son las supuestas vacunas contra el coronavirus, sino solapados métodos anticonceptivos? A través de su fundación, Bill Gates sufraga desde hace décadas un programa de vacunas en los países menos estructurados. Como es obvio –escribe la mentada autora española en su nuevo libro, “La Verdad de la Pandemia”- las denuncias no llegaron a los medios de comunicación de masas, pero, tras años de implementación, las mujeres africanas han observado una relación directa entre las vacunas y las dificultades que han sufrido posteriormente para quedar embarazadas. A su vez, en 2014, la OMS y UNICEF fueron acusadas por médicos católicos por haber administrado productos esterilizantes a las mujeres kenianas, engañándolas con vacunas contra el tétanos. En noviembre de ese mismo año, en diversas publicaciones católicas, se afirmaba que en Nigeria y en México se estaba utilizando una vacuna abortiva como profiláctico contra el tétanos.
¿Qué es, entonces, está PLANDEMIA, sino una eficaz táctica para implementar medidas uniformes en todas las naciones, tendientes, entre otras cosas, a reducir la población mundial?
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