miércoles, 7 de diciembre de 2022

A VUELTAS CON EL BOZAL

En la vía pública montevideana, a Dios gracias, el bozal había desaparecido. Lo había hecho en todos los ámbitos de la vida, salvo en los hospitales: claro, allí es el reducto de los médicos y de las farmacéuticas, los que más han lucrado con el curro y la mentira del covid.

¿Cuál fue la razón por la que el bozal, repentinamente, desapareció? Fácil: los medios masivos de desinformación abandonaron su campaña de terror.  Sencillamente, se dejó de hablar del tema. Y, mientras antes existía un parte de guerra diario que informaba sobre las presuntas muertes por covid, ese parte pasó a ser semanal; y éste, a veces, ni siquiera era publicado.

La histeria del covid fue una histeria mediática. Tal cual hemos insistido desde las ignotas páginas de esta revista, la masa aborregada que conforman los habitantes del Uruguay y del mundo, es por definición pasiva, receptiva, e incapaz de pensar por sí misma. Si mañana los grandes medios venales amenazaran con una invasión extraterrestre, la masa lo creería y se aterraría. Tan ficticia como una amenaza marciana fue la mentira del covid.

Ahora bien: en las últimas horas, nos hemos sorprendido ingratamente al ver unos muy pocos tarados portando bozal en la vía pública. Si bien eran poquísimos, esto hace dos días era impensable: nadie llevaba el maldito trapo. Investigando la razón,  encontramos, verbigracia, que en el portal de “El Observador” un infectólogo, a quien no nombraremos por razones de higiene, está amenazando con la “suba de casos” y reclamando… ¡la quinta dosis! Allí, pues, está de nuevo: si los medios lo dicen, la masa lo cree. Su poder es inconmensurable, y peligroso.

No obstante, el fuego de la plandemia parece haberse apagado. Ya se logró lo que se quería lograr. Pero…

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