miércoles, 12 de febrero de 2020

DESTACADOS: EDITORIAL DE "LA MAÑANA"


UNA ECONOMÍA A ESCALA HUMANA.

Lo que parecía imposible hasta hace poco, esto es, que una publicación del Uruguay más o menos masiva defendiera principios católicos y de Derecho Natural, lo ha hecho el semanario “La Mañana” en el día de hoy: ¡enhorabuena!

En efecto, compartimos a continuación extractos de su sección editorial que, en pocas palabras, da lineamientos conformes con la Doctrina Social de la Iglesia:

“La constitución alemana define el domingo como un día de descanso y edificación espiritual […] Los intereses de los grandes centros comerciales intentan desde hace años derogar esta ley, pero por ahora los alemanes continúan fieles a su tradición de salir [los domingos] a caminar con su familia y amigos por las calles de sus ciudades [...] esto fomenta la construcción del tejido social. Todo lo contrario es lo que ocurre cuando los ciudadanos se internan como pollos en moles de cemento con luz artificial [los centros comerciales][…]”

“Estados Unidos ha sido la cuna de estas modernas ‘catedrales del consumo’, como las llama el sociólogo George Ritzer. Sin embargo, la tendencia se viene revirtiendo, y la recuperación de barrios enteros abandonados al control de los narcotraficantes se cimentó en el retorno de los pequeños comerciantes de barrio, que con su variedad y especificidad alegran la vida de una ciudad. Esto, a su vez, invita a que las familias retornen a circular tranquilamente por las calles, mejorando así la seguridad de la ciudad. Además, los pequeños comercios generan más empleo y desarrollan un vínculo con su vecino –antes que cliente- que es mucho más profundo que el meramente transaccional.”

“En Uruguay, el entramado social se viene deteriorando a pasos agigantados. El Estado debería analizar si el aplicar normas que penalizan a los pequeños comerciantes no está indirectamente avivando el fuego de la inseguridad […] Mano a mano que los ciudadanos se convierten en consumidores, y los industriales en importadores, la tan mentada república se va degradando en una mera mediadora de intereses comerciales que alejan a la Nación de la sagrada protección al trabajo. Con el tiempo, el productor que vende su propio producto o el de su comunidad se va extinguiendo de a poco. Los panaderos se convierten en empleados de panificadoras industriales, pasando de un producto hecho en casa a uno industrial […] proceso que, a su vez, justifica la presencia del Estado […]”

“Todos los días vemos desaparecer un quiosco, una panadería y una carnicería. Ni que hablar de los míticos canillitas, que se ganaban un empleo ayudando a vender los diarios entre los vecinos y en el transporte colectivo. Si antes trabajaba en un quiosco con la supervisión de un adulto que hacía las veces de padre, el canillita de hoy es un adolescente que probablemente cayó presa de una banda de narcotraficantes barriales. ¿Dónde está el verdadero progreso de esta ‘innovación’? […]

“La libertad no es plena si asistiendo pasivamente a una ruptura de la solidaridad, no aseguramos la digna existencia de los ciudadanos”.

Suscribimos y saludamos lo expuesto por el semanario “La Mañana”.

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