sábado, 21 de marzo de 2020

REFLEXIONES EN TORNO AL CORONAVIRUS

CONVERGENTES “COINCIDENCIAS”.

La pandemia del coronavirus ha desatado, a más de una histeria social (o deberíamos decir: de masas) efectos colaterales que se prestan a la suspicacia. Enumeremos cuatro:

1) Abolición del efectivo. Es sabido que a nivel global se procura abolir el papel-moneda a través de mecanismos tan coercitivos como la “bancarización obligatoria”. De tal forma, el dinero queda totalmente en manos de los bancos, que tendrán más capital para especular y que se llevarán un porcentaje con cada una de las operaciones del individuo, mero usufructuario de su propio dinero. El virus –se sostiene- se propaga más con el uso del dinero-papel; por tanto, hay desestimularlo.

2) El virus ataca a los ancianos. La supuesta “sobrepoblación” mundial preocupa a los “filántropos” desde hace décadas. Hay que reducirla, o no habrá recursos para todos. A más, la seguridad social es un gravísimo problema sin resolver, fruto de las políticas anti-familia de esos mismos “filántropos”. No existen, hoy, trabajadores activos que puedan sostener a los ancianos. La maquiavélica solución se impone: hay que matarlos.

3) Educación (entre otras cosas) a distancia, virtual. Se logra con esto una quiebra aún mayor de los vínculos personales y comunitarios. La atomización se maximiza, y el Estado- Leviathán se erige en tiránico soberano. El publicista Andrés Oppenheimer se felicitaba puesto que “el coronavirus impulsará la educación a distancia”. La educación verdadera sólo puede darse en el marco de un auténtico magisterio y discipulado; el Maestro debe ser un “animador de corazones”, enseña el Dr. Antonio Caponnetto. Esta tarea –a priori- se hará mucho más difícil “a distancia”, virtualmente, sin un contacto real, vivo y palpitante.

4) Ensayo de totalitarismo refinado, de tipo comunista. El Estado reparte el almuerzo a los menesterosos; el Estado brinda subsidios, realiza cadenas nacionales unívocas, al unísono, por radio y televisión. No ha lugar al disenso. Policíacamente vigila el cumplimiento de la instrucción, que hoy es “cuidémonos entre todos”, mañana será “acatemos el nuevo orden mundial anticristiano”. Se centraliza la información, en este caso la delicada y personalísima que atañe a la salud. Se estimula –cual en la vieja Unión Soviética- la instigación a la denuncia. Así lo revela el historiador Orlando Figes: “la vigilancia era el deber principal de cada bolchevique; ‘Lenin nos enseñó que cada miembro del Partido debe convertirse en un agente de la Cheka, es decir, debe vigilar [a colegas, amigos, familiares, vecinos, etc.] y presentar informes’”.

Desde la revista “Verdad” nos preguntamos: ¿son estas convergentes “coincidencias”?

3 comentarios:

  1. Pablo Muñoz Iturrieta denuncia que tanto en Argentina como en Canadá la casta política se ha robado los fondos de las jubilaciones asi que deshacerse de los jubilados so capa de pandemia le viene de perillas.
    https://www.youtube.com/watch?v=dSeyxDkl-Zo

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  2. Más que denuncia me parece que cabe delación. De hecho yo ya he sufrido una el día antes de la cuarentena y encima falsa, me juego que es un vecino al que llamé borrego y le reclamé haber puesto, entre otras cosas, en el ascensor un producto químico que me produce migrañas, debe haber sido él que me denunció al nueve once como que había venido de un país limítrofe y había transgredido la cuarentena.... ¡QUE MENTIROSOOO!!
    Hace más de diez años que no salgo del país, como que el Estado comunista este me deja margen para irme a pasear por favor.

    Y otra cosa esto es capitalismo de Estado es decir eufemismo para comunismo.
    La inflación es delito y cobrar impuestos extorsivos confiscatorios es CRIMEN DE LESA HUMANIDAD. Es decir les importa un cuerno el cerveza virus si ya nos están matando con los impuestos sólo que eso no queda consignado en ningún libro de hospital.

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  3. Ojalá el coronavirus sea el fin de la globalización.
    De haber sido yo in glés hubiese votado a favor del Brexit con las dos manos.

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